Al producirse la anexión de Austria por parte de la Alemania nazi de Hitler, en 1938, el médico neurólogo, padre del psicoanálisis Sigmund Freud (1856-1938) y su familia decidieron abandonar su hogar en Viena. La persecución a la que se vieron sometidos por el Tercer Reich debido a su condición de judíos, les convenció de su necesidad de huir del país. El destino elegido fue Londres, concretamente el número 20 de Maresfield Gardens.
Sigmund Freud’s Famous Psychoanalytic Couch. Cortesía Freud Museum London
Al producirse la anexión de Austria por parte de la Alemania nazi de Hitler, en 1938, el médico neurólogo, padre del psicoanálisis Sigmund Freud (1856-1938) y su familia decidieron abandonar su hogar en Viena. La persecución a la que se vieron sometidos por el Tercer Reich debido a su condición de judíos, les convenció de su necesidad de huir del país. El destino elegido fue Londres, concretamente el número 20 de Maresfield Gardens. Freud moriría un año más tarde sumido en terribles dolores producidos por un cáncer de paladar que le mermó considerablemente sus capacidades físicas. Como relata Peter Gay en "Freud, una vida de nuestro tiempo", afrontó la muerte con dignidad y sin autocompasión. Freud había hecho un "contrato" de palabra con su último médico Max Schur para que, cuando llegara el momento, le ayudara a morir. De esta manera, le fueron inyectados a lo largo de dos días tres centigramos de morfina hasta morir el 23 de septiembre de 1939.
Esta casa, del barrio londinense de Hampstead, se convirtió, en 1986, en el Freud Museum London. Lo que atrae la atención es su capacidad de imbuirnos de la atmósfera que rodeó a este singular científico al recorrer sus estancias, tratando de descifrar en cada objeto, fotografía, cuadro o libro, los intereses de una de las personalidades intelectuales más significativas del s XX. Pero sin lugar a dudas, lo que suscita mayor interés del que fue su hogar es el célebre diván. Allí sus pacientes se tumbaban a hablar libremente expresando cualquier idea, recuerdo, emoción o sentimiento que se les ocurriera sin necesidad de ningún tipo de orden, sentido o restricción durante las sesiones del tratamiento psicoanalítico. Freud se situaba en una butaca detrás de ellos en silencio y escuchaba para posteriormente interpretar el contenido de los relatos. Este método, la asociación libre, manera en la que es descrito por Sigmund Freud, es la regla fundamental del psicoanálisis.
El Museo Freud de Londres celebra el centenario de la obra de Freud con “El yo y el ello”, una pequeña exposición interactiva. Además, se ofrece la posibilidad de tumbarse en una réplica del diván que se hizo para la película “La última sesión de Freud” (2023) protagonizada por Sir Anthony Hopkins. El centenario de la obra es una excusa para reflexionar sobre una de las teorías fundamentales de su trabajo.
Anthony Hopkins es Sigmund Freud y Matthew Goode da vida al escritor C. S. Lewis.
El psicoanálisis es un método ideado y puesto en práctica para intentar curar a enfermos psíquicos. Este ejercicio terapéutico ha proporcionado un material muy relevante a través de observaciones y de reflexiones que han dado forma a una concepción del ser humano y de la cultura de gran influencia en nuestra época. Su objetivo principal es el inconsciente. En su escrito «Una dificultad del psicoanálisis», Freud se refiere al hallazgo del inconsciente como la tercera herida narcisista, cuando elser humano advierte que no era el señor de su propia psyque.
Fotografía de Sigmund Freud circa 1921,1 de Max Halberstadt.
Pero volviendo a la exposición sobre la obra "El yo y el Ello", Freud define el ello, es decir, el inconsciente como el ámbito de los impulsos primarios de vida y de muerte, básicamente, los impulsos de autoconservación y los impulsos sexuales, que sólo quieren y buscan la satisfacción inmediata e incondicional. Lo inconsciente alude a una actividad psíquica aislada de la conciencia por fuerzas que le cierran el paso, y que es mucho más básica y más profunda que la actividad consciente. La conciencia, el yo, por tanto, no es más que la superficie del mar de fondo de lo inconsciente. Según Freud, el yo es una pequeña parte del psiquismo del individuo, concretamente la décima parte. La pulsión, en cuanto fuerza o energía que brota del cuerpo, es incognoscible, de manera directa, y sólo entra en el ámbito de lo psíquico porque produce signos, representaciones que afloran al exterior y que es lo que el analista estudia como modo de conocerlas. Desde el punto de vista filosófico, el superyo es el ámbito más interesante pues es, según Freud es la instancia psíquica normativa, independiente del yo y, en gran medida, inconsciente. Es decir, es el lugar de la moral que se manifiesta al yo exigiéndole un control, obligaciones y prohibiciones. Mientras el ello, o sea, los impulsos instintivos, son algo que procede del cuerpo, el superyó viene al individuo desde fuera, proviene de la sociedad.
"El yo y el Ello" se publicó en 1923, un año de desgracia en lo personal para Sigmund Freud. Tras el suicidio con una sobredosis de veronal, a los 23 años, de su sobrina predilecta Caecilia Graf, falleció uno de sus nietos. Además, en la primavera de ese año, conoció la noticia de que padecía un cancer de paladar.
Su obra tuvo una relevante acogida, pues ofreció de forma minuciosa un análisis de la estructura y el funcionamiento mental basada en la división tripartita de la mente en el yo, superyo y el ello.