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- Escrito por Elena Cué
Damien Hirst (Bristol, 1965) empezó su carrera artística como miembro emblematico del grupo Young British Artists. El publicista y galerista Charles Saatchi encumbró a este grupo a la fama mundial e hizo de Hirst su máximo exponente, financiando y respaldando su trayectoria. Él fue quien consiguió vender en 2004 - por 9,5 millones de euros - el tiburón tigre de Hirst sumergido en formol.
Damien Hirst with The Currency artworks, 2021. Photographed by Prudence Cuming Associates Ltd © Damien Hirst and Science Ltd, DACS 2021.
Damien Hirst (Bristol, 1965) empezó su carrera artística como miembro emblematico del grupo Young British Artists. El publicista y galerista Charles Saatchi encumbró a este grupo a la fama mundial e hizo de Hirst su máximo exponente, financiando y respaldando su trayectoria. Él fue quien consiguió vender en 2004 - por 9,5 millones de euros - el tiburón tigre de Hirst sumergido en formol. Esta obra especialmente representativa de su arte forma parte de su serie Historia Natural, a la que también pertenecen sus cabinets de peces en formol. En estas realizaciones contrapone una sensación de permanencia producida por su meticuloso orden científico, a lo efímero de la vida, lo que sucede también con las vacas o terneros diseccionados exhibidos en la Tate Britain de estilo minimalista, obras que le hicieron merecedor del prestigioso Turner Prize en 1995.
Otras de sus series son sus conocidos Spot painting: lunares de igual medida sin ninguna coincidencia de color, bautizados con nombres de narcóticos farmacéuticos y estimulantes. O sus "Butterflys", con títulos de salmos que recuerdan a los rosetones y vidrieras de las catedrales y que contienen la temática preferida de Hirst: vida, muerte, arte, belleza y espiritualidad. El misterio de la muerte se representa mediante la transformación final del gusano en mariposa, símbolo del alma desde la Antigüedad.
Las "Medicine Cabinets" son otra muestra de las preocupaciones filosóficas de Damien Hirst, artista que ha experimentado el abismo de las drogas, el alcohol y el tabaco. El arte, junto con la ciencia es un fenómeno social de la vida en movimiento, una manera de reflejar la realidad a lo largo de la historia. En nuestra época actual, caracterizada por el triunfo de la técnica, Hirst ha conseguido hacer de sus obras iconos del arte contemporáneo.
Alain Dominique Perrin, creador de la Fundacion Cartier, exhibe la primera gran exposición de Damien Hirst en un Museo francés. Con ese motivo hablamos de "Cherry Blossom", donde se exponen 30 de los 107 lienzos que ha realizado en los ultimos 3 años.
Damien Hirst with The Currency artworks, 2021. Photographed by Prudence Cuming Associates Ltd © Damien Hirst and Science Ltd, DACS 2021.
Acaba de volver a la pintura. ¿El hecho de que su madre pintara determinó de alguna forma su carrera artística?
Sí, supongo que sí. Como es lógico, yo ya tenía cierto instinto artístico, pero mi madre lo potenciaba cuando era pequeño, y me animaba a pintar y a dibujar. Recuerdo que me sentaba en una esquina con lápiz y papel y, cuando le decía que había terminado mi dibujo, mi madre me pegaba más papel al folio para que lo siguiera pintando y ella lo iba ampliándo una y otra vez. Viéndolo con perspectiva, creo que fue algo positivo porque me ha ayudado a pensar a lo grande.
¿Con qué edad se dio cuenta de que quería ser artista?
No sabría decir con exactitud. Crecí en Leeds, Yorkshire, al norte de Inglaterra, y no conocía a nadie a quien pagaran por hacer el trabajo que quería, más bien trabajaban por dinero en un trabajo cualquiera. Por ejemplo, mi madre trabajaba en una oficina y mi padre vendía coches para una gran empresa. Entonces, la idea era diferenciar que el trabajo era para ganar dinero y que la vida era otra cosa. Con eso en mente y como disfrutaba dibujando, realmente nunca se me ocurrió que podría ser una posibilidad dedicarme a ello de manera profesional. Pensé en dedicarme a la arquitectura ya que me permitía incorporar mi pasión por el dibujo, pero no funcionó. Como arquitecto era muy desorganizado. Me registré en la Oficina de Empleo al terminar mis estudios y así fue como pensé en ir a la Escuela de Artes. Lo cierto es que la idea de ser artista fue toda una sorpresa para mí y hasta que no me matriculé, no pensé que fuera posible.
Con 16 años visitaba el departamento de anatomía de la facultad de medicina de Leeds para hacer dibujos al natural. La muerte, la decadencia son temas que se repiten en sus creaciones. ¿Qué significado tiene la muerte en su obra?
Es un tema muy complejo. Antes creía que era posible crear arte sobre la muerte, pero ya no pienso lo mismo. La muerte no es arte porque el arte es vida. Creo que he ido cambiando con la edad. Como ser humano, quiero hacerle frente a todo aquello que no puedo evitar. La muerte es una de esas cosas. Cuando creo mi arte quiero tratar estos temas. Eso es la esencia del arte. El arte aborda la muerte. Creo que el arte es una luz en la oscuridad.
Damien Hirst, Relics, Doha. Foto: Elena Cué
¿Puede hablarme de su exposición Cherry Blossom en la Fundación Cartier de Parísy si la pandemia ha afectado a su trabajo de alguna manera?
Por supuesto, creo que son cuadros de pandemia. En mi caso, llegó un punto en que mi trabajo era muy solitario. Antes de la pandemia, dediqué 10 años de mi vida a Treasures from the Wreck of the Unbelievable, una obra que me llevó a trabajar en estrecha colaboración con muchas personas, equipos y fabricantes. Conllevaba partes muy complicadas, con muchos matices en movimiento. Después, pasé a pintar con algunos ayudantes. Y así comencé a trabajar en un pequeño estudio provisional justo antes del Covid y, cuando empezó la pandemia, mis ayudantes tuvieron que irse porque no había trabajo. Y comencé a pintar en solitario. Realmente tuve mucha suerte, porque al contar con el estudio cuando empezó la pandemia no dejé de pintar. Mi obra "Cherry Blossoms" es el resultado de ello. Es algo extraño que, entre tanta oscuridad se diese lugar a tanta luz y luminosidad. En realidad la esperanza es uno de los aspectos clave de la pintura. Cuando has perdido toda esperanza... Todos hemos sentido, y aún sentimos, mucho miedo. El miedo tiene un papel fundamental a la hora de querer crear pinturas llenas de esperanza. Sinceramente creo que todo surgió de ahí.
Estudió Bellas Artes en la Universidad de Goldsmith College of Art en Londres. ¿Qué fue lo más importante que aprendió allí sobre arte?
Aprendí muchísimo. Una de las lecciones más valiosas fue que no hay reglas. Una vez creé una obra muy conflictiva y alborotada, en la que lo mezclé todo sin sentido. Era una especie de mitad escultura, mitad cuadro, una locura. Pues bien, recuerdo que la profesora dijo que no era muy buena, y le respondí que ese era el objetivo. Su respuesta fue que debía ser claro con mis obras, a lo que repliqué que de eso se trataba, de que no estaba siendo claro. Al final, acabó por afirmar que los únicos artistas que merecían la pena eran los que mandaban todo a la mierda por sus convicciones. En ese momento pensé: "Eso es". Esa fue otra lección clave. El profesorado de la escuela Goldsmiths eran artistas trabajadores, conocidos y muy reputados. En muchas escuelas de arte, los profesores son artistas fallidos, por lo que pueden enseñar desde una visión muy negativa de lo que significa el arte. Por eso, estudiar en Goldsmiths era tan increíble, allí te trataban como a un artista más. Desde el primer día te formaban para que te adentraras en el mundo. Además, te enseñaban otros aspectos del mundo del arte, no solo su función. Estabamos obligados a justificarlo todo y cuestionarnos todo. Eso era muy importante.
Damien Hirst with The Currency artworks, 2021. Photographed by Prudence Cuming Associates Ltd © Damien Hirst and Science Ltd, DACS 2021.
En los años 80, organizó junto a otros estudiantes la exposición Freeze, lo que supuso atraer la atención y el respaldo económico del publicista y galerista Charles Saatchi, quien, junto con la exposición Sensation en la Royal Academy de Londres, encumbró al grupo de los Young Brithis Artist. ¿Qué supuso para usted esta colaboración?
Había muchas formas de arte increíbles en la escuela, pero no había forma de encajar en el mundo del arte. Sabíamos que ninguna galería querría contar con todos nosotros, así que decidimos crear nuestra propia galería. Fue un punto de inflexión. Creíamos que tendríamos más oportunidades todos juntos que cada uno por su cuenta. Fue una época muy emocionante. Una de las enseñanzas que me llevé de Goldsmiths es que no puedes pintar, colgar tu cuadro en una esquina y espera a que alguien te descubra. Es necesario adaptar un enfoque más proactivo. Quería mi público y tenía que encontrarlo. En Goldsmiths aprendí que no debemos esperar.
¿Echa de menos la colaboracion con otros artistas?
Mantengo buenas amistades de esa época. Todos los artistas del grupo son increíbles, como Sarah Lucas, una artista excepcional.
Damien Hirst with The Currency artworks, 2021. Photographed by Prudence Cuming Associates Ltd © Damien Hirst and Science Ltd, DACS 2021.
Es conocida su admiración por Francis Bacon en sus inicios. Declaró que dejó de pintar al descubrir que sus pinturas eran «como Bacons malos». Ahora, ¿con que técnica artistica se siente más cómodo?
Actualmente disfruto mucho más pintando. La pintura me aterrorizaba. Creo que se trataba de un problema de confianza. En realidad, los problemas eran dos: Por un lado, la falta de confianza y, por otro, que la pintura dejó de estar de moda y conllevaba muchas dificultades, mientras que actualmente es muy emocionante. Está mucho más aceptada. Antes generaba desdén, era algo anticuado, y yo estaba desesperado por ser innovador y revolucionario, algo que no conseguía pintando. Por eso, inventé los Dot Paintings, que acabaron estando muy alejados de Bacon. En mi interior habitaba la misma oscuridad que tanto me gusta de Bacon, Goya o Soutine. Desde entonces, he aprendido a seguir mi propio camino en la pintura, y me siento muy satisfecho. Recuerdo que, en mi época de estudiante, solía pintar y preguntarme qué pensaría la gente de mis cuadros. No conseguía involucrarme. Mientras que ahora ni siquiera lo pienso. Alguien me dijo una vez que la tragedia de un cuadro es mucho más intensa que la de la vida real. Al pintar y jugar con los colores siento los altibajos de la existencia. Es una experiencia nueva para mí, pero me resulta muy cómodo. Es lo que destila Treasures from the Wreck of the Unbelievable, una exposición muy tradicional aunque increíblemente conceptual. Como mi última exposición en Claridge’s, The Pipe Cleaner Animals, de la cual me sentí muy satisfecho. Es muy infantil, divertida e increíble.
¿Qué parte del proceso creativo le entusiasma más?
El final. Disfruto de la tecnología, las personas y las máquinas, pero me gustan los objetos en una galería vacía.
La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo, Damien Hirst. Relics, Doha. Foto: Elena Cué
A principios de los 90, su obra The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living, un tiburón sumergido en formaldehído, marcó el inicio de Natural History, un concepto totalmente revolucionario del mundo del arte. ¿Cómo surgió esta idea?
La mayoría de mis ideas surgen de querer describir un sentimiento. Buscaba un objeto para un sentimiento. Había visto las esculturas de Richard Serra, en Saatchi Gallery. Eran unas enormes esculturas de metal. Recuerdo caminar entre ellas y pensar que podrían caerse sobre mí en cualquier momento. Recuerdo el miedo que sentí. Me hizo salir corriendo. Me fascinó que una escultura pudiera suscitar miedo. Te invita a admirarla para luego atemorizarte. Esta idea fue el germen. También me inspiré en muchos artistas minimalistas como Carl Andre y Donald Judd. Me encantó Boxes (Project Box, 1990) de Sol LeWitt. Quería crear una obra parecida a la de Sol LeWitt pero con algo real en su interior. Así surgió la idea. Quería un tiburón real, lo suficientemente grande como para devorar un humano e inspirar terror. Estas eran las ideas que bullían en mi cabeza y así surgió la obra.
Damien Hirst, Relics. Foto: Elena Cué
Con la serie The medicine cabinet, unas vitrinas médicas, comentó que “la ciencia es la nueva religión para muchas personas”. ¿Cuál es su religión, en qué cree?
Mis dudas sobre las creencias me han dejado perplejo durante años. Es muy difícil encontrar algo en lo que creer, y es muy difícil vivir sin creer en nada. Mi exposición Treasures from the Wreck of the Unbelievable versaba precisamente sobre la fe y la búsqueda de la verdad en un mundo de mentiras. Crecí en el seno de una familia católica hasta los 12 años. A esa edad, mi madre se divorció y ya no pudo profesar su fe. Justo cuando más lo necesitaba, le falló. Por eso, dejé de ser católico a los 12 años. Con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que conceptos como Dios me resultan muy complejos. Creo que no hay nada. Prefiero el enfoque científico. Me gusta la ciencia pero falla igual que la religión. La religión te da casi todo lo que necesitas. El dinero es la perdición de la religión. Dicho esto, mi fe en el arte es casi religiosa. Creo en la magia a través del arte. Cualquier tipo de magia es un acto religioso. Si crees en la bondad o en la esperanza, si crees que la esperanza vence el miedo, tienes pensamientos religiosos. Creo en el arte, donde uno más uno puede ser cuatro, cinco, siete o cualquier cosa. Gracias al arte es posible crear mucho más de lo que se tiene. Así que supongo que esas son mis creencias. Cuesta afirmar que no creo en Dios. Creo en el arte porque es algo muy similar.
Damien Hirst with The Currency artworks, 2021. Photographed by Prudence Cuming Associates Ltd © Damien Hirst and Science Ltd, DACS 2021.
En ciencia lo que hoy se admite puede ser el error del futuro. La ciencia progresa pero el Arte no...
Creo que la ciencia ofrece un increíble enfoque del mundo, pero no el enfoque único. En mi opinión, le falta la parte emocional. Todos necesitamos las emociones para sobrevivir. Los científicos no son lo suficientemente emocionales, y las religiones son todo lo contrario. Es necesario una mezcla de ambos. Resulta curioso, porque tanto la ciencia como la religión usan el arte de la misma manera que los gobiernos, para vender sus ideas. No hay forma de vender una idea sin arte. Solo hay que ver todo el arte que se creó debido a la religión. Incluso en la ciencia, las pastillas deben tener la forma correcta para creer en ellas, porque si cada una tuviera una forma distinta, nadie pensaría que hacen el mismo efecto. Todo debe ser estéril y perfecto, con las formas perfectas, los colores perfectos y el envase perfecto para que creamos que la ciencia nos ayuda a luchar contra la muerte. Eso es básicamente la ciencia. La ciencia es una religión que afirma que puede frenar la muerte. No del todo, aunque sí durante un tiempo. Y tenemos que creérnoslo. En mi opinión, la ciencia nos ofrece inmortalidad, y la religión nos ofrece el más allá. Aunque al final, ambas son la misma mierda. En cuanto al arte, no ofrece nada que no tengas, sino algo que ya vive dentro de ti. Esa es la diferencia entre el arte, la ciencia y la religión.
Damien Hirst, Relics. Foto: Elena Cué
Walking in Paris, Cartier Fondation, Damien Hirst, Cherry Blossoms, Paris 14th, july 2021
Damien Hirst, « Cerisiers en Fleurs » – Le film documentaire
Damien Hirst with The Currency artworks, 2021. Photographed by Prudence Cuming Associates Ltd © Damien Hirst and Science Ltd, DACS 2021.
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- Escrito por Elena Cué
Nicolas Berggruen (1961), es el fundador y presidente de Berggruen Holdings y del Instituto Berggruen, un think tank interdisciplinar en el que científicos, economistas, filósofos y artistas de todo el mundo dialogan para afrontar, con propuestas, los retos a los que se enfrenta el ser humano en el siglo XXI. Su convicción filantrópica le llevó, en 2010, a un compromiso significativo a través de Nicolas Berggruen Charitable Trust, con la iniciativa "La Promesa de Dar", campaña de Warren Buffet y Bill y Melinda Gates: donar en vida la mayor parte de su riqueza para ayudar a resolver algunos de los problemas más acuciantes de la humanidadad.
Nicolas Berggruen. Foto: Ernesto Agudo
Nicolas Berggruen (1961), es el fundador y presidente de Berggruen Holdings y del Instituto Berggruen, un think tank interdisciplinar en el que científicos, economistas, filósofos y artistas de todo el mundo dialogan para afrontar, con propuestas, los retos a los que se enfrenta el ser humano en el siglo XXI.
Su convicción filantrópica le llevó, en 2010, a un compromiso significativo a través de Nicolas Berggruen Charitable Trust, con la iniciativa "La Promesa de Dar", campaña de Warren Buffet y Bill y Melinda Gates: donar en vida la mayor parte de su riqueza para ayudar a resolver algunos de los problemas más acuciantes de la humanidadad. Su pasión por la filosofía se manifiesta en la creación del Premio Berggruen de Filosofía y Cultura que otorga un millón de dólares a aquellos pensadores que con sus ideas y compromiso ayuden a que el progreso del mundo se realice de una forma más humana.
Coautor, junto a Nathan Gardels del libro "Gobernanza inteligente para el s. XXI", y que fue considerado por el Financial Times uno de los mejores libros del año 2012, acaba de publicar en español ahora, también junto a Gardels, su libro "Renovar la Democracia" (Nola Editores).
¿Podría empezar señalando los problemas más graves que están afectando a nuestro sistema democrático occidental en la época de la globalización y del capitalismo digital?
En mi opinión, lo bueno de la democracia es que da voz a todo el mundo y lo malo es que da voz a todo el mundo. En el pasado teníamos una dinámica potencialmente más directa. Teníamos partidos políticos dominantes y medios tradicionales que eran los editores o los filtros, que serían los intermediarios con el público en general. Con las redes sociales esto ha desaparecido porque las personas, incluidos los políticos, hablan directamente entre ellos. Así se forma un entorno increíblemente dinámico. Podríamos decir que superdemocrático porque todo el mundo tiene acceso y todo el mundo tiene voz. Esto no sucede solamente en democracias avanzadas como España sino también en lugares de todo el mundo donde la democracia es mucho más reciente. En realidad, esto es algo muy liberador y maravilloso. Pero, por otra parte, todo se vuelve muy confuso porque los editores y filtros tradicionales ya no están presentes. Por un lado, es una explosión de voces y una parte de lo que la democracia debería representar. Por otro lado, esa misma explosión puede hacer que la situación se descontrole, lo que hace difícil unir a las personas. En vez de unirlas, puede llegar a dividirlas, que es el mayor problema hoy de las democracias actuales.
Pero, ¿cómo se gestiona entonces esa tribuna para todos?
Si podemos unir a todas las personas para plantear los problemas, debatirlos y, en última instancia, someterlos a votación de manera razonada, será bueno para todos a largo plazo. Otro de los problemas es el de la politización de lo que no debería politizarse, por ejemplo las cuestiones científicas como el COVID, que es un problema sanitario y debería permanecer como tal. Cosas como la salud deberían ser gestionadas por los científicos y por los organismos gubernamentales responsables. Aquí se nos plantean dos problemas: Uno: todo se politiza y la gente no quiere escuchar a las autoridades sanitarias ni confiar en ellas, y el otro, en el mundo democrático actual, cada vez hay menos confianza en los gobiernos. Es un problema profundo en los EE. UU., donde la confianza en el gobierno ha disminuido, y se ha convertido en un círculo vicioso porque esta falta de confianza hace más difícil que el gobierno funcione. Este hecho hace menos atractivo trabajar para los gobiernos, por lo que tanto ellos como las instituciones gubernamentales captan menos talentos. La falta de talento reporta un deterioro del rendimiento y cuando esto sucede a la gente le gusta menos el gobierno, lo cual es lógico. A partir de ahí todo se desmorona. Por lo tanto, la democracia, de algún modo, se ve socavada desde el interior. En resumidas cuentas lo que tenemos es un efecto dominó.
Pone la atención en el impacto que la revolución informática y las redes sociales han tenido sobre la gobernanza. Y cómo los problemas sociales se reducen a eslóganes que se multiplican entre los que piensan igual, en lugar de ofrecer argumentación y diálogo para alcanzar consensos. ¿Podría hablarme de la sugerencia que hace para innovar la democracia actual en relación al sector de la información?
Esto tiene dos vertientes. Una es que exista innovación en la gobernanza y la otra es la gestión de las redes sociales. En términos de innovación, la idea sería como contar con foros de ciudadanos que debatan sobre diferentes cuestiones y luego recomienden sus conclusiones a los votantes, gobiernos y burócratas. El problema es que estos ciudadanos son los que tendrían mayor resonancia y no la mayoría. Este es el problema de implicar a las personas electrónicamente. Con respecto a las redes sociales, la cuestión es que necesitaríamos un editor y ¿quién sería ese editor?. Para partir de un ejemplo extremo: en China el gobierno es el editor. No es eso lo que queremos. En occidente, el editor son ahora mismo las plataformas de las redes sociales: Facebook, Instagram, Twitter o Meta, por ejemplo. Ya que no son necesariamente los mejores editores, la pregunta es... ¿quién lo es? ¿Lo será el gobierno y en qué medida?. Europa ha regulado las plataformas tecnológicas, aunque esto no ha ayudado demasiado al proceso de edición, que es muy necesario. Entonces, ¿editarán los ciudadanos por sí mismos implicándose de manera distinta? En el pasado ha habido fenómenos parecidos y con el tiempo la sociedad los ha gestionado. La solución deberá ser una combinación de reglamentos gubernamentales para que la información sea más transparente y reglamentos de las plataformas para reducir la conexión entre popularidad y distribución, porque las publicaciones más populares son las que captan una mayor atención.
Esto lleva a una polarización en las democracias representativas en Occidente que ha producido una crisis de las instituciones que ha llevado al surgimiento de populismos y nacionalismos. ¿Cuál es su opinión a este respecto en Europa?
Creo que, desgraciadamente el populismo va en aumento. El norte de Europa es más de derechas y el sur más de izquierdas, pero en ambos casos se trata de una reacción, que yo diría que nace de la frustración, la ansiedad y el miedo. Miedo al futuro, miedo al cambio. Hemos tenido décadas de globalización y de avances tecnológicos. Los avances van a un ritmo digital y a una velocidad excesiva. La gente se vuelve temerosa, no quiere cambiar, no quiere novedades. Desea volver a lo que considera que es un pasado mejor y muy a menudo tradicional. Así que reacciona políticamente y adopta una actitud muy marcada hacia la izquierda o la derecha. Es casi un mismo instinto, de miedo y de simplificación de las cosas porque a la mayoría de la gente le gustaría creer en algo que les inspirase y posibilitase el cambio. El gran problema actualmente es que los extremos, izquierdo y derecho, que son los límites de la sociedad, están secuestrando al centro. Por ello, aunque tengamos, un diez o un quince por ciento en los extremos, estos se vuelven tan poderosos y sus voces son tan potentes que la mayoría del centro queda secuestrada. Siempre se dice que la democracia es la tiranía de la mayoría, pero lo que ha ocurrido y lo que es perverso es que, en muchas democracias, es la tiranía de las minorías porque sus voces destacan más, y no solo en Europa, sino en todas las democracias.
Otro de los grandes retos de la humanidad es revertir la crisis climática y la pérdida de biodiversidad que atraviesa el mundo. El Instituto Berggruen trabaja en este cometido. Ahora que se acaba de celebrar la Cumbre del G20 y la COP26. ¿Cree que estamos a tiempo?
Ya llegamos tarde. Y el planeta no espera, por lo que creo que llegamos tardísimo. La pregunta es cómo afrontamos una crisis planetaria de la que todos somos conscientes, incluidos los gobiernos. Fijémonos en el COVID, tuvimos una crisis sanitaria global y nadie cooperó, cada país fue a lo suyo. El mismo problema se está produciendo con el cambio climático. Existe cierta cooperación, y algo de acción porque los gobiernos y la sociedad civil son conscientes y están asustados hasta el punto de comenzar a movilizarse, aunque no lo suficiente. Sin duda, los mecanismos de mercado, como los créditos e impuestos sobre el carbono deben adoptarse y existen avances tecnológicos que ayudarán, pero se trata de una apuesta. ¿Llegarán a tiempo?. Estamos apostando con el planeta. Yo diría que la voluntad política está ahí en términos de intenciones, pero no necesariamente de acción. Nosotros, en el instituto, llevamos trabajando en ello desde hace mucho tiempo. Nos preocupan las soluciones prácticas. Por ejemplo, hemos elaborado un programa que está vigente desde hace un tiempo entre California y China. En EE. UU., al menos durante la última administración, no existía realmente voluntad a nivel de Washington de hacer nada, pero a nivel estatal, especialmente California siempre hubo preocupació por el clima o el medio ambiente. Pero no puede ser que solo haya movilizaciones por el clima en EE. UU.; se necesitan también otros grandes países. Actualmente, el que más contaminación genera es China, por lo que necesitamos su participación al igual que la de India y otros grandes países.
El Instituto Berggruen contribuye también a través de la filosofía, el arte y la tecnología a adaptarnos a la rapidez con la que se están produciendo los grandes cambios en todas los ámbitos humanos y sus dimensiones. La Inteligencia Artificial y la Biotecnología están trasformando nuestro modo de pensarnos como seres humanos. ¿Cuáles son sus estrategias?
Algunas tecnologías como la inteligencia artificial o la edición genómica transformarán de manera esencial o potencial la naturaleza de los humanos. Esta puede ser la primera vez en la historia en la que los humanos puedan jugar a ser Dios. Podemos autotransformarnos. Mediante la edición genómica, podemos transferir o modificar embriones, y podemos modificar líneas genéticas. Con la IA, somos potencialmente capaces de crear a otros agentes tan capaces como nosotros en ciertas áreas o aumentar nuestras capacidades, y podemos incluso combinarlo con una base de silicona. El problema no solo se está haciendo más poderoso. Lo que es interesante porque tenemos la experiencia, es que los tecnólogos muestran una actitud muy optimista y muy ingenua sobre el hecho de que la tecnología lo resolverá todo y será buena para todos, pero no tienen en cuenta las consecuencias inesperadas. Vemos también que el gobierno está muy por detrás de la tecnología, especialmente en EE. UU. No comprenden la tecnología. Por lo tanto, lo que hemos intentado es mantener un diálogo activo entre responsables políticos, científicos, técnicos, empresas que producen todas estas cosas, economistas y filósofos, con artistas que tienen una opinión totalmente distinta. La idea es sencilla: necesitamos filosofía para la tecnología.
Por ello ha creado el Premio Berggruen para la Filosofia y la Cultura dotado con un millón de dólares. Este año ha recaído en el filósofo australiano Peter Singer, ¿puede explicar por qué ha sido merecedor de este reconocimiento?. Podría decirse similar a un Premio Nobel de Filosofía...
Gracias, este es exactamente el objetivo. Iniciamos el premio hace cinco años para decir: escucha... la filosofía, el pensamiento es tan importante como la economía y la física. En consecuencia, la idea es un poco, como usted dice, un premio Nobel para filósofos. Lo que venimos haciendo desde hace años es premiar a diferentes personas. Este año el jurado seleccionó a Peter Singer, un filósofo australiano que defiende que aunque los humanos sean maravillosos, el mundo debería dejar de estar tan centrado en las personas. Afectamos al planeta, y también a los demás, incluidos los animales, y debemos mostrar respeto por las demás especies. Entre nosotros, debemos tratarnos como seres humanos, y debemos tratar a las demás especies también con respeto. Parte de la idea de que tenemos una responsabilidad.
Nicolas Berggruen and Justice Ruth Bader Ginsburg in 2019.
¿Qué significado tiene para usted el Museo Berggruen de Berlín que alberga la colección que su padre, Heinz Berggruen constituyó con verdaderos tesoros de la pintura moderna y que comprende inumeralebles obras de Paul Klee, Henri Matisse, Alberto Giacometti, o más de 120 obras de Picasso, entre otros artistas?
Creo que España está muy bien representada. La mayoría de obras que se exponen en el museo Berggruen de Berlín son de Picasso. Mi padre era de Berlín, y por eso el museo está allí. Le apasionaba el arte, y coleccionaba obras del siglo XX y de artistas muy clásicos: Picasso, Matisse, Giacometti, Paul Klee, Cezanne y todos acabaron en Berlín, y la familia, lo que me incluye, ha decidido que debemos seguir prestando nuestra ayuda y nuestro apoyo. Hemos seguido adquiriendo obras de artistas que encajan con el museo, incluido Picasso y, afortunadamente, el museo está vivo. Es algo interesante porque, sinceramente, en España, teneis algunos museos que también cuentan con el apoyo de familias, como el Thyssen en Madrid, o museos Picasso respaldados por la familia Picasso. Berlín es una ciudad muy dinámica culturalmente, y nosotros intentamos desempeñar ese papel con el museo.
Recapitulando: Cambiar el mundo a través de las ideas. ¿Me podría señalar algunos aspectos concretos en este sentido?.
Creo firmemente que las ideas cambian el mundo. Al menos cambian la forma en que pensamos y funcionamos como humanos, y si miras hacia atrás a través de la historia, puedes ver que la mayoría de las cosas que nos suceden como humanos en nuestras sociedades y culturas provienen de unos pocos pensadores. Las grandes cosas que han dado forma a nuestras vidas provienen principalmente de filósofos o pensadores religiosos. Especialmente en Occidente, todavía vivimos en el mundo que fue definido por Sócrates, por Aristóteles, por Jesucristo y, más recientemente, por pensadores como Kant o Nietzsche o Karl Marx. Y en Oriente tienes lo mismo, tienes a Lao Tse y tienes a Confucio. Hay diferentes pensadores que han dado forma a la forma en que China funciona hoy. El funcionamiento de la India se formó hace dos mil tres mil años. Entonces la inferencia de ideas es totalmente predominante, y creo que siempre ha sido así. Realmente creo que las ideas dan forma al mundo más que cualquier otra cosa, por eso el instituto da tanto poder o al menos trata de dar tanto poder a las personas que desarrollan ideas. A veces, las ideas son geniales y, a veces, las ideas son terribles, pero dan forma a nuestro camino y, a veces, durante un siglo no se sabe si la idea es una buena idea o no, y muy a menudo los pensadores más influyentes lo son. no muy popular. Todas las personas que mencioné, por cierto, no fueron populares en absoluto durante sus vidas. Jesucristo murió en una cruz, Sócrates fue envenenado y Confucio estaba en el exilio, lo mismo que Lao Tse. Así que no la pasaron bien, que es otra razón para apoyarlos ahora.
- Entrevista a Nicolas Berggruen - - Alejandra de Argos -
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- Escrito por Elena Cué
Se ha inaugurado recientemente en Lisboa, "Rapture", la mayor exposición del artista y activista político Ai Weiwei (Beijin, China, 1957) al que el New York Times ha calificado como uno de los artistas críticos más importantes de nuestro tiempo, poseedor de una voz elocuente e insilenciable por la libertad. El nombre de esta exposición contiene varios significados, entre ellos, el momento trascendente que conecta la dimensión terrenal con la dimensión espiritual. Pero también "rapto" es el secuestro de nuestros derechos y libertades
Ai Weiwei, © Cortesía de Ai Weiwei Studio
Se ha inaugurado recientemente en Lisboa, "Rapture", la mayor exposición del artista y activista político Ai Weiwei (Beijin, China, 1957) al que el New York Times ha calificado como uno de los artistas críticos más importantes de nuestro tiempo, poseedor de una voz elocuente e insilenciable por la libertad. El nombre de esta exposición contiene varios significados, entre ellos, el momento trascendente que conecta la dimensión terrenal con la dimensión espiritual. Pero también "rapto" es el secuestro de nuestros derechos y libertades y este significado bien podría contener en sí mismo la definición de su vida, que se inicia cuando su padre, el poeta Ai Qing es enviado junto con su familia a un campo de trabajo y posteriormente al exilio durante la Revolución Cultural por el Movimiento anti-derechista instigado por Mao Zedong. Muchos de los motivos de su creatividad artística son ejemplos de vidas desgarradas, como las de los recluidos en los campos de refugiados, desgarros de libertad, de vidas destrozadas como las de las mareas humanas de la emigración, de lamentos por la corrupción y el totalitarismo o de desconsuelo ante la facilidad con que se incumplen los derechos humanos.
Hábleme por favor de "Rapture".
Esta exposición abarca obras que van desde la década de 1980 hasta ayer; es decir, justo hasta su inauguración. Contiene ochenta de mis obras, en muchos casos de gran envergadura. Es la mayor exposición que se ha organizado jamás. Tiene unos cuatro mil metros cuadrados y comprende obras nuevas y antiguas, instalaciones, películas, fotografías y vídeos. Es una colección de todo tipo de obras distintas.
¿Cuál de estas obras es más relevante para usted en su significado?
Todas y cada una de las piezas tienen un significado determinado; ninguna de ellas podría sustituir la que para mí es más relevante. No podría seleccionar ninguna en concreto, porque todas son de períodos distintos. Para mí, todas son importantes.
Al final es una narración de su vida, es su biografía.
Sí, es como una biografía. Llevaría muchísimo tiempo contemplar todas las obras debido a los numerosos vídeos y películas que se muestran. Narra, en efecto, la historia de mi vida.
Rapture. Ai Weiwei © Courtesy Ai Weiwei Studio
Las obras más reciente de esta muestra son una reflexión sobre las técnicas artísticas tradicionales, la identidad y sus raíces chinas. ¿Qué valores aprendió de su padre, el famoso poeta Ai Qing?
Mi padre tuvo una vida muy azarosa. Era poeta y ejerció una influencia muy significativa en los revolucionarios chinos. Tras la consolidación de la nación, fue acusado de derechista y permaneció exiliado veinte años. Durante todo ese tiempo, no se le permitió escribir. Creo que mi padre es importante; siempre fue muy abierto y positivo de un modo muy inocente, lo que le hizo muy fuerte, hasta el punto de que ni siquiera la tormenta política pudo convertirlo en otra persona: siempre se mantuvo fiel a sí mismo.
Usa el arte como instrumento de conciencia social y política. ¿Qué opina de las creaciones artísticas sin intención?
Creo que, si se piensa que el arte no guarda ninguna relación con la realidad verdadera, con la humanidad e incluso con la lucha de los seres humanos, entonces se piensa en un tipo de arte que no es arte. En cualquier caso, no sería el tipo de arte que yo apreciaría o comprendería. Si fuera así, ¿por qué necesitaríamos arte? La naturaleza es mucho más impresionante. Si nos fijamos en cualquier cosa del mundo natural —desde una hoja hasta el agua—, observaremos que es mucho más compleja y mucho más hermosa que cualquier cosa que un artista pueda concebir. Los artistas deben crear emociones y permitirnos comprender quiénes somos y en qué clase de sociedad vivimos. Tal y como sucede con la literatura y la poesía, siempre esconde alguna intención. No se trata de palabras y términos vacíos; eso es imposible. El arte siempre se ha interpretado, erróneamente, como un objeto decorativo, como algo que intenta decorar algún tipo de vida, pero eso no es más que una comprensión equívoca de la función del arte.
Usa el arte para dar voz y ayudar a los más desfavorecidos, para defender los derechos humanos y la libertad de expresión, pero ¿qué hace el arte por usted?
Lo que recibo de mi práctica es vida. La vida en sí misma es una práctica. Sin práctica no hay vida. Ella se convierte en mí y yo me convierto en lo que intento ser como obra de arte. Debo encontrar un lenguaje que defina mi vida. Si no encuentro ese lenguaje, es como si yo nunca hubiera existido o como si nunca hubiera tenido una vida.
Rupture también presenta su último documental Coronation donde trata de la "implacable eficiencia" de China frente a la pandemia. Si lo comparamos con el liderazgo de otros países como Brasil o India, parece que esta gestión "despiadada" ha evitado muchas muertes, sufrimientos, dramas económicos ...
Si prestamos atención a las cifras, sí, China tiene mucho éxito. Al principio dijeron que solo había 3.000 muertes; ahora hay 4.000, pero las cifras nunca fueron ciertas. En efecto, controlaron la enfermedad, pero al mismo tiempo controlaron el espíritu de la gente, la comprensión de las personas acerca de la vida misma. La gente tiene derecho a ser libre. El Estado no debería tener esa clase de poder; un poder de tipo militar que se supone que «cuida de la gente» pero que, a la vez, la desquicia. Ahí no hay ningún tipo de humanidad. No se puede tratar a las personas como si fueran animales. El Estado ostenta un poder desmesurado, pero, sí, supongo que debería decir que ha controlado la enfermedad de un modo satisfactorio.
China privó a su pueblo de libertad pero protegió a su nación durante la pandemia. ¿Qué prefiere: libertad o protección?
La libertad no es un término carente de significado. La libertad incluye nuestra conciencia individual y nuestra forma de protegernos, tanto a nosotros mismos, como a los demás y a la sociedad. El individuo debe defender sus derechos. El Gobierno no tiene ningún derecho a decirle a la gente lo que debe hacer. Puede formular sugerencias y organizar recursos, pero no está en condiciones de obligar a nadie a hacer nada.
¿Qué le parece que la Unión Europea vaya a apoyar la solicitud de Biden de una nueva investigación sobre el origen de Covid para que nunca vuelva a suceder, como afirmó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen?.
En primer lugar, nunca se puede saber qué ocurre realmente en China. Da lo mismo que se lleve a cabo una investigación o no. China, como sociedad, se caracteriza por algo muy concreto que se asegurará de que muchas cosas permanezcan en secreto y de que nadie sea capaz de averiguarlas. No solo en este caso, sino también en cualquier otro desastre político, nunca se revela la verdad. Lógicamente, creo que hoy deberíamos comprender la naturaleza de la enfermedad para impedir que suceda de nuevo y que se repita cada año. Esta es la mayor catástrofe, y China, como una gran nación responsable, tiene el deber de contarle al mundo lo que realmente sucedió al principio del desastre. Sin embargo, estoy convencido de que no dejaran que nadie se entere de ello.
Ha sido muy activo en concienciar a la población sobre los problemas a los que nos enfrentamos con el cambio climático. ¿Qué opina del reciente compromiso asumido por China y Estados Unidos para reforzar el Acuerdo de París de cooperación en la reducción de emisiones de gases invernadero?
Me gusta. Es un paso positivo en la dirección correcta. Si China realmente se lo propone, tiene el potencial de ser muy eficiente. Esto es algo de lo que hablan todos los políticos; sin embargo, resulta muy difícil medir lo que realmente se está haciendo. Los países se encuentran en etapas de desarrollo distintas, por lo que tienen ideas muy dispares acerca de cómo limitar este tipo de comportamiento o forma de proceder. No obstante, es positivo que hayan empezado a hablar de estas cuestiones.
¿Qué imagen de este año le ha impactado más? Crematorios en las calles de India, cementerios en América Latina ...
Hay muchas imágenes; demasiadas, en realidad. Por ello, una vez más, resulta muy difícil seleccionar solo una. Sencillamente, había demasiadas imágenes impactantes.
La crisis de los refugiados, la "marea humana" de las migraciones son temas centrales de su trabajo sobre los que quiere poner atención. La dignidad de la condición humana está en el centro de sus preocupaciones. Se podría decir que usted mismo creció como refugiado debido a la situación política de su padre. ¿Qué aspectos positivos ha sacado de una experiencia tan traumática?
Tal y como ha dicho usted, yo crecí en China, en cierto modo como un refugiado político, por lo que siempre me pregunto cómo aborda Europa la situación. Ahora me doy cuenta de que Europa intenta mirar a otro lado e ignorar la crisis de los refugiados. Personalmente, este comportamiento me ha defraudado muchísimo. Miles de refugiados están siendo expulsados y han perdido la vida en el mar. Muchos niños y niñas, mujeres y personas mayores son rechazados. Ni siquiera consiguen llegar hasta la frontera. Y, en el caso de que lo logren, [las autoridades] les cortan el paso. Es una situación impensable. Nunca habría imaginado que Europa se comportaría así, pero lo ha hecho, y a la vista de todo el mundo. Ha cambiado mi perspectiva sobre nuestra condición humana.
¿Cuál es su opinión sobre el compromiso adquirido entre Estados Unidos y España para una “migración realizada mediante canales regulares, y de forma segura, ordenada y humana”, como afirmó el secretario de Estado norteamericano Antony Blinken?
Creo que, si la política estatal únicamente opta por hablar de la crisis humanitaria como una táctica, es una hipocresía. Estados Unidos sigue involucrado en guerras y vende armamento a muchas naciones que ni siquiera deberían considerarse sociedades democráticas. En mi opinión, Estados Unidos es responsable —y debería ser considerado como tal— de muchas otras crisis humanitarias que están sucediendo en el mundo: lo ocurrido en Afganistán, sus relaciones con Arabia Saudí, y muchas otras que son muy cuestionables. Por lo tanto, cuando hablan de proporcionar ayuda humanitaria, primero deberían dejar de producir maquinaria bélica y deberían dejar de inmiscuirse en muchos problemas regionales, por no hablar de los otros muchos que crean.
Al tiempo ha inaugurado otra exposición Marbre, Porcelaine, Lego, en la Galería Max Hetzler de Paris. ¿Qué obra reivindicativa podemos encontrar aquí?
La exhibición muestra mis actividades en los últimos años. Las obras de porcelana y de Lego están hechas para retratar los temas relacionados con la migración y la crisis de los refugiados, que también podría denominarse una crisis humanitaria. La idea es combinar la tradición bien desarrollada de la porcelana azul y blanca en China y la práctica moderna del material Lego para crear una fuerza expandible única.
Ai Weiwei, After the Death of Marat, 219. LEGO bricks 231 x 269,5 cm
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- Escrito por Elena Cué
Se celebra el 50 aniversario de la organización humanitaria internacional "Médicos sin Fronteras". Uno de sus cofundadores, el médico y político francés Bernard Kouchner (Aviñon-1939) fue merecedor por este motivo del Premio Nobel de la Paz en 1999. También ha sido cofundador de "Médicos del Mundo", pero su carrera profesional al mismo tiempo ha estado dirigida al ámbito político, habiendo sido entre otros muchos cargos, tres veces Ministro de la República Francesa en los gobiernos de Miterrand, Chirac y Sarkozy.
Se celebra el 50 aniversario de la organización humanitaria internacional "Médicos sin Fronteras". Uno de sus cofundadores, el médico y político francés Bernard Kouchner (Aviñon-1939) fue merecedor por este motivo del Premio Nobel de la Paz en 1999. También ha sido cofundador de "Médicos del Mundo", pero su carrera profesional al mismo tiempo ha estado dirigida al ámbito político, habiendo sido entre otros muchos cargos, tres veces Ministro de la República Francesa en los gobiernos de Miterrand, Chirac y Sarkozy. Además, ha sido Administrador civil y Alto Representante de la ONU para Kosovo. En nuestra conversación, nos remontamos en el tiempo, a los días en los que todo comenzó.
"Los médicos y enfermeros franceses que trabajamos como voluntarios en Biafra, lo hicimos bajo la bandera de la Cruz Roja Internacional (CICR), o sea, en el espiritu de aquella bonita idea que surgió de la mente de Henry Dunant tras la batalla de Solferino, en 1859, cuando las tropas de Napoleón III y el conde de Cavour se enfrentaron a las del emperador austriaco Francisco José I. O sea, durante la guerra por la Unificación de Italia. Fue entonces cuando Henry Dunant, comerciante burgués de Ginebra, fue testigo de cómo los heridos quedaban tirados en el campo de batalla sin recibir ningún tipo de asistencia. Este mismo origen tiene MSF (Médicos Sin Fronteras)."
... Cuando en mayo del 68, junto con otros médicos de la facultad de medicina se enfrentaron al horror en Biafra y de regreso a su país denunciaron la verdad de lo ocurrido a Le Monde fue entonces cuando fundaron "Médicos sin Fronteras". Cuando ve la dimensión que ha adquirido esta organización que acaba de cumplir cincuenta años, ¿qué piensa?
Pienso en sus inicios, en sus causas. En plena época de descolonización, en 1967 se desencadenó la guerra entre la provincia secesionista de Biafra y Nigeria: un conflicto cruel que se prolongó durante tres años y se cobró la vida de un millón de personas, entre ellas 800.000 niños. Estas dos provincias tenían identidades opuestas en todos los sentidos: religión, educación y alianzas internacionales. Este largo conflicto se vio respaldado por dos bloques enfrentados: a favor de Biafra, China y el general De Gaulle, y a favor de Nigeria, Inglaterra, Rusia y EE.UU. En esta época, en el año 1968, la CICR de Ginebra velaba ya de forma activa por el respeto de los Convenios de Ginebra, pero se encontraba aún en una posición muy poco medicalizada.
Tras varios estudios de características y actividades hospitalarias reconocidas, los voluntarios franceses se percataron de que estaban poco preparados para las consecuencias que tenía la miseria y la desnutrición sobre el terreno. Se desconocían incluso sus nombres: kwashiorkor y marasmo.
Estábamos acostumbrados a los problemas de los países ricos y no a las patologías que afectaban a más de la mitad del mundo. Al regresar de estas misiones africanas, Max Récamier y yo mismo, junto al resto de médicos franceses de Biafra, decidimos completar nuestra formación, ampliar conocimientos sobre las patologías relacionadas con la miseria, volver a vernos y reciclarnos de manera constante.
Y entonces, en 1971, crean "Médicos Sin Fronteras".
Al principio éramos tres gatos. Actividades totalmente solidarias, en las que nunca recibíamos dinero. Los médicos acudían de manera voluntaria. Enseguida se nos unieron sanitarios de otras partes de Europa: españoles, belgas, holandeses... En 1999 nos concedieron el Premio Nobel de la Paz.
Hoy en día, los «french doctors», como nos denominaban en los años 70, tienen carácter internacional y se han convertido en una de las ONG (organización no gubernamental) de acción médica más potentes y eficientes del mundo.
Esta organización internacional implica, sobre todo, la decisión de que de la Sanidad se beneficien también los menos favorecidos y excluidos. Eso tiene hoy la máxima actualidad cuando la pandemia requiere extender la vacunación al mundo menos desarrollado. ¿Son las enfermedades universales?
Los sufrimientos son siempre los mismos pero son más fuertes cuando uno está en un entorno no medicalizado, y ese es el caso de los países pobres. Con MSF o con "Médicos del Mundo" luego y la “Chaîne de l’Espoir” (Cadena de la Esperanza), pensábamos que no se podía considerar la salud pública mundial como algo separado del modelo económico. Así que hay que tener en cuenta el contexto político. La organización de los tratamientos concierne a todos los países: los microbios no tienen fronteras, y los virus tampoco. Todos los humanos tendrían que poder acceder a los mismos tratamientos, pero no es el caso. Nuestra voluntad de realizar una mundialización de los tratamientos y de la asistencia a los más necesitados sigue siendo necesaria, y hemos progresado en algunos aspectos....Los seguros médicos y las asistencias sociales evolucionan muy lentamente. Los sistemas de cuidados nacen y se mejoran sin la velocidad necesaria.
En este periodo de epidemia mundial, se debería entones seguir insistiendo.
La pandemia de COVID ha demostrado la imperiosa necesidad de contar con una sanidad pública mundial. Pero no seamos tan pretenciosos, no hay que olvidar que la sanidad pública europea tampoco existe y que nuestro continente, a pesar de ser rico, ¡todavía no recoge la sanidad en los tratados europeos!
¿Cuándo podremos inscribir las vacunas indispensables entre los recursos públicos mundiales?
Esto supone un beneficio colectivo y una aspiración evidente para esta juventud europea que ha sufrido el confinamiento durante toda la pandemia. Es evidente que el drama (500.000 muertos) de Brasil, que aún no ha terminado, debe dar paso a una sanidad pública que compartan todos los ciudadanos del mundo y que China debe dejar paso a los investigadores en materia sanitaria. De todo esto se impone una conclusión: se debe reformar la OMS (Organización Mundial de la Salud) y el mundo debe dotarla de los medios políticos y la credibilidad de los que adolece.
El activismo humanitario ha formado siempre parte de su vida...
Si. Cuantos más aspectos descubrimos de lo que algunos denominan «nuevo mundo», más me reafirmo en la idea de que nos hemos saltado la mundialización. Hemos dejado pasar la oportunidad, no lo hemos sabido ver. Actualmente, nos encontramos inmersos en un conflicto nacional y económico, y el liberalismo nos impide ser conscientes de la imperiosa necesidad de prestar atención al prójimo, a todos los ciudadanos del mundo. Demostramos una desconfianza intrínseca por la evolución de la demografía mundial.
Esto quedó patente, por ejemplo, en los resultados de las últimas elecciones francesas, en las que la juventud se alejó de los partidos tradicionales. Y yo me pregunto, ¿cuáles son las nuevas ideas? Soy consciente de las enormes diferencias entre la juventud de los países ricos y la juventud de los países en desarrollo. No obstante, considero que es una razón de más para poner en práctica actividades humanitarias a nivel internacional, para reconocerlas, compararlas y aprender. De esta forma, podremos acometer juntos los principales retos actuales. Trabajo haciendo «activismo humanitario» en África, especialmente en hospitales.
¿En algún momento piensa en jubilarse?
No me planteo «jubilarme» en ningún momento. He visto a tantos compañeros perder el ánimo y caer enfermos que no me fío nada de la jubilación. Aun así, soy consciente de que no debemos acaparar el trabajo de las generaciones más jóvenes. Hace poco estuve en Armenia y Artsaj, acabo de llegar de Senegal y Costa de Marfil, y en unos días pongo rumbo a Guinea y Mali. Aunque son países distintos, sus jóvenes comparten los mismos problemas. Ya sé que se trata de una percepción humanista... A pesar de que los años me impiden mantener el ritmo frenético de antaño, me obligo a salir a correr todos los días en mis ratos libres.
Y en esta labor humanitaria en la que ha convivido con la guerra, la enfermedad... ¿Qué piensa sobre la situación actual de pandemia?
La comparación entre guerras y epidemias es un despropósito. Las guerras no son todas evitables, aunque bien es cierto que muchas podrían haberse previsto. Para evitar las masacres sería necesaria la implicación de la política o, más bien, de una política internacional adaptada. Actualmente es más sencillo evitar una guerra que un virus mundial.
Nadie estaba preparado para el covid, era un virus desconocido...
Nuestras defensas no eran adecuadas y no había tratamiento alguno. Hemos vivido una época de peligro inminente y angustia, y muchos de nuestros allegados han fallecido. Aunque he vivido muchas otras epidemias, no quiero participar en las discusiones acerca de las consecuencias que el virus y el confinamiento han provocado. No comparto el desfile incesante de falsos especialistas vestidos con bata blanca y de don nadies sin conocimiento alguno que pregonan su opinión. Nadie ha abordado las verdaderas causas de los estragos que ha causado el coronavirus: la ausencia de una cultura de sanidad pública y un sistema de cuidados desorganizado y competitivo. Las cadenas de información suelen ser más perjudiciales que beneficiosas y solo buscan polémica.
¿Cuál sería su balance?
Creo que es demasiado pronto para hacer balance de esta situación. A pesar de la evidente mejora en las cifras, que me llena de alegría, creo que aún queda mucho para acabar con el virus. Algunos países en los que se creían erradicados los contagios presentan actualmente inquietantes rebrotes, si bien es cierto que hay que tener en cuenta que las variantes son consecuencias habituales de una pandemia vírica.
¿Cómo podríamos luchar contra ello?
En mi opinión, la mejor forma de luchar contra el coronavirus en los próximos años es seguir la misma estrategia que con la gripe: planes de vacunación periódicos y adaptados al tipo de virus y variante. No quiero extraer conclusiones definitivas con antelación, pero todos sabemos que no podemos confiarnos y debemos huir de la falsa seguridad, las certezas virológicas, las opiniones sin fundamento y los falsos profetas.
Usted, como médico, ¿cree que después de esta pandemia nos enfrentamos a más retos similares?
Considero que es de vital importancia sentar las bases de una auténtica cultura de sanidad pública, a pesar de que las facultades de medicina, los especialistas en medicina tradicional y los investigadores se burlen de las consignas en favor de la sanidad pública y consideren que esta «medicina social» no sirve para nada. Hace apenas unos años que las medidas preventivas de sanidad pública están bajo el paraguas de las aseguradoras. Y no nos hagamos ilusiones, aunque hubiera habido vacunas disponibles desde el primer momento, el riesgo de sufrir otras pandemias seguiría siendo muy elevado.
Ha sido Ministro con distintos Presidentes de la Republica Francesa, lo que acredita su independencia ideologica.
Sí. Rocard, Mitterrand, Chirac, Sarkozy. Ministerio de Sanidad, Ministerio de Asuntos Sociales y Ministerio de Asuntos Exteriores: en ninguno de ellos he adoptado posiciones sectarias o ideológicas. Yo solo servía a mi país, a Francia. La filosofía humanitaria ha sido mi verdadera escuela, una auténtica lección de política. Además, en la sanidad pública y los asuntos exteriores las nociones de izquierda y derecha no tienen cabida alguna.
Tras las sorprendentes declaraciones de Emmanuel Macron, creo que la sombra de la duda ha hecho mella en el poder, una posición demasiado solitaria para algunos. Es muy fácil olvidar. Todos sabemos que las posiciones políticas de los partidos tradicionales no significan nada. La elección de Emmanuel Macron fue toda una sorpresa: un hombre que jamás había tenido que enfrentarse a unas elecciones de repente avanzaba en la misma dirección.
Con esta experiencia política, ¿Cuáles cree que son los retos más importantes en la actualidad a los que se enfrenta Emmanuel Macron?
Tras las últimas elecciones generales, y a pesar de la persistencia de determinadas posiciones muy peligrosas de la extrema derecha francesa, creo que el presidente Macron debe plantar la semilla del espíritu de comunidad, un partido que se ocupe de los problemas ecológicos y los asuntos sociales, que sea capaz de dar respuesta a la población de los países pobres y exigir responsabilidades a las naciones ricas. Quizá sea una utopía, pero razón de más para hacer lo posible por alcanzarla.
Y cómo ve en la actualidad la actuación de la Union Europea.
Creo que Francia tiene la capacidad de comprender que la mundialización pasa por incorporar las lecciones del pensamiento humanitario. Espero que tanto Francia como la Unión Europea sean conscientes de la necesidad de alcanzar la mundialización soñada, una idea basada en el cuidado, en el respeto al prójimo y en la eliminación de los conceptos de propio y ajeno. Es la única vía para acabar con los peligros del nacionalismo más arcaico y las actitudes defensivas.
Esta nueva política mundial debe comenzar precisamente en el seno de la Unión Europea, pues la actitud pusilánime y defensiva de los países europeos ante el inicio de la pandemia ha supuesto una gran decepción. Y lo que es aún más grave: la Unión Europea parece incapaz de adoptar una posición común ante los inevitables movimientos migratorios, que se deben gestionar con humanidad, y no mediante la represión.
Tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial, germinó la idea de una Europa unida con una posición política común y sólida, y dos generaciones depositaron todas sus esperanzas en ello. A pesar de que no hemos alcanzado este ideal, la esperanza sigue viva. Nosotros, los miembros de los cuerpos médicos (Médicos Sin Fronteras, Médicos del Mundo, la asociación La Chaîne de l’Espoir y otras ONG), hemos dado ejemplo de compromiso a los más allegados. Debemos seguir este camino. Habrá quien considere estos proyectos como infantiles, incluso estilo «boy scout». Sin embargo, tengo la profunda convicción de que los proyectos deben dar la espalda al nacionalismo cerrado y abrazar un «nuevo humanismo» con la capacidad de influir en una mundialización abierta y no opresiva.
Durante la pandemia por el covid 19 se han producido muchos cambios geopoliticos como la perdida de liderazgo de EEUU, la superioridad economica de China y una Rusia más fuerte bajo un perpetuo liderazgo de su presidente Vladimir Putin. Usted que ha sido Diputado europeo y Representante especial de la Secretaria de la Onu en Kosovo, ¿Cómo ve el futuro de la Unión Europea?
El equilibrio, o desequilibrio, del mundo ha cambiado. Con la elección de Joe Biden en Estados Unidos, o más bien la salida de Donald Trump de la Casa Blanca, las continuas y graves amenazas de Vladimir Putin y la competitividad hegemónica de China, las democracias occidentales deben adaptar sus políticas y actuar con Estados Unidos. De nuevo, es de vital importancia coordinar las políticas europeas. De no ser así, las naciones de Europa desaparecerán del juego mundial. Hay quienes prefieren actuar como el nexo entre dos bloques, como decía el general De Gaulle, pero estamos en otra época, y creo que esta postura no tiene sentido. Quizá pueda parecer beneficioso seguir vendiendo a China sin condenar su política prácticamente genocida con el pueblo uigur, el Tíbet y los habitantes de Hong Kong. Pero esta situación no es sostenible. Por el contrario, es imperioso adoptar una estrategia occidental comunitaria, por más difícil que resulte. De nuevo, la salvación pasa por la Unión Europea.
Acaba de volver de Armenia, ¿qué ha ido a hacer allí?
Vengo de Armenia y el Alto Karabaj, donde hemos dejado actuar a los turcos y los azerbaiyanos sin protestar demasiado, y las últimas tropas estadounidenses acaban de retirarse de Afganistán, dejando tras de sí miles de muertes innecesarias. Han ganado los talibanes. Mi conclusión: hay que hacer lo posible por evitar la guerra, pero debemos preparar defensas comunes. Debemos convencer a los países pobres de la importancia de adoptar un enfoque humanista y organizar el apoyo económico. Además, debemos renunciar al nacionalismo intolerante sin perder nuestros valores. Sé que hablo de una transformación de nuestras costumbres, pero no es una renuncia, sino un nuevo comienzo.
Bernard Kouchner. Foto Elena Cue
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- Escrito por Elena Cué
Sebastião Salgado (Minas Gerais, Brasil, 1944) ha fotografiado los mayores paraísos e infiernos del Planeta y nos ha ofrecido una perspectiva de la realidad: la de su autoexperiencia reflejada en instantes. Su obra es un testimonio inestimable de conocimiento de las dimensiones básicas de nuestra condición humana y de la grandiosidad de la naturaleza.
Sebastião Salgado. ©Sebastião Salgado Fotografía: Renato Amoroso
Sebastião Salgado (Minas Gerais, Brasil, 1944) ha fotografiado los mayores paraísos e infiernos del Planeta y nos ha ofrecido una perspectiva de la realidad: la de su autoexperiencia reflejada en instantes. Su obra es un testimonio inestimable de conocimiento de las dimensiones básicas de nuestra condición humana y de la grandiosidad de la naturaleza. A través de su mirada lenta se ha asomado al abismo más oscuro de nuestra naturaleza, atravesada por la guerra, las hambrunas y el genocidio. Ha documentado la riqueza de la diversidad cultural de tribus indígenas primitivas alrededor del mundo elevándose por encima de todo relativismo cultural, a la manera de un antropólogo filosófico. Nos ha mostrado un pedazo de la infraestructura económica que rige la sociedad y ha viajado a la Génesis de nuestro planeta mostrándonos la belleza más poderosa de la naturaleza.
La emoción y la belleza que suscitan sus fotografías le han llevado a ser merecedor de distinciones tan destacadas como la Legión de Honor en Francia, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes o el Premio W. Eugene Smith de Fotografía Humanitaria. Salgado es también Miembro de la Academia de Bellas Artes del Instituto de Francia y colaborador de organizaciones humanitarias internacionales como Médicos sin Fronteras, ACNUR, OMS o Unicef, entre otras.
Acaba de publicarse en la editorial Taschen Amazônia, libro que recoge su último gran proyecto fotográfico editado por su mujer Lélia Wanick Salgado con motivo de la exposicion que se acaba de inaugurar en el museo de la Filarmónica de París acompañada de la música del compositor Jean-Michel Jarre.
©Sebastião Salgado. Cotingo River Falls. State of Roraima, 2018.
Comenta en el libro Amazônia que uno de los objetivos de este proyecto fotográfico es documentar los diferentes grupos indígenas que sobreviven antes de que desaparezcan.
La clave es la denuncia de la apropiación del bioma en el Amazonas, por múltiples razones: la primera es la protección de las comunidades indígenas, que representan la prehistoria de la humanidad. No son muy diferentes de nosotros, todos somos Homo Sapiens. No tenemos el derecho de proyectar nuestro futuro sin proteger nuestro pasado.
Hábleme de los ríos aéreos y su impacto en las condiciones climáticas del mundo.
Este concepto es extremadamente importante. Recientemente, los científicos han descubierto que cada árbol adulto del Amazonas tiene una capacidad de evaporación de unos 1.200 litros de agua al día. La cantidad de humedad que evaporan crea unas nubes impresionantes que generan las lluvias sobre el Amazonas, aunque también parte de ellas son llevadas por el viento. El volumen de agua que se va del Amazonas por vía aérea es mucho mayor que el volumen de agua que transporta el río. Una parte de la humedad que ustedes tienen en España procede de ahí. Dependemos muchísimos de esa contribución amazónica hacia el resto del planeta.
©Sebastião Salgado. State of Acre, 2016. The rain is so intense in Serra do Divisor National Park that it looks like an atomic mushroom cloud.
¿Qué otro objetivo tiene este homenaje a la selva del Amazonas?
La captura, el secuestro del dióxido de carbono que realizan estos árboles amazónicos. En los árboles, la fotosíntesis materializa la molécula de carbono y libera dos moléculas de oxígeno. Ellos aseguran nuestra garantía de vida, el oxígeno, dado que en el Amazonas se da la más grande concentración de fotosíntesis del planeta. Por ello la destrucción actual del Amazonas tiene un impacto profundamente negativo, pues cuando se destruye la flora del Amazonas, tal como está haciendo ahora el gobierno Bolsonaro incentivando esos incendios, la quema de esos bosques se transforma de inmediato en unas bombas potentísimas de carbono que van a la atmósfera, garantizando así el calentamiento global.
¿Qué consecuencias puede tener que aumente la pérdida de biomasa de la Amazonia de la que ya se ha perdido un 20 por ciento?
Mire el mapa de la página 498 del libro. Este espacio ha sido el resultado de la lucha de la FUNAI (Fundación Nacional del Indio) y de los antropólogos y sociólogos indianistas para proteger ese sector. Esos territorios están protegidos por ley por la Constitución brasileña. Y fíjese bien en las tierras de propiedad pública, la destrucción ha sido colosal. ¡Un 95 %!
La situación en el Amazonas parece dramática.
Sí. La tentativa brutal de Bolsonaro es entrar en estos territorios indígenas de los parques nacionales, en las áreas de protección permanente, que están protegidas por ley. Y todas las semanas sin excepción introduce proyectos de ley que tienen el fin de proponer al legislativo la apertura del territorio indígena a los grandes proyectos agrícolas, es decir, abrir la explotación de madera de las zonas de reserva nacional. Es un gobierno de una depredación total.
¿Qué se puede hacer para revertir esta situación?
Se puede hacer mucho. El problema consiste en que la mayor parte del Amazonas ya estaba destruido antes de la llegada de Bolsonaro en el año 2019. Los que lo estamos destruyendo realmente somos la sociedad de consumo. La demanda de madera procedente del Amazonas es brutal y su destino son los ricos del primer mundo. Hay que empezar a incentivar a todos estos países para consumir su propia madera. Esta madera fundamentalmente procedente de países tropicales significa la destrucción de las florestas tropicales del mundo. Así fue, de hecho, como desapareció toda la floresta de Sumatra, de Borneo o de Papúa Nueva Guinea. Tenemos que incentivar el consumo de madera nacional, madera local.
©Sebastião Salgado. Zo’é Indigenous Territory. State of Pará, 2009.
Y también la población debe estar bien informada sobre estas cuestiones.
Claro, este es otro de los objetivos de la exposición y de este libro. Tenemos que proponer otro proyecto económico para el Amazonas que no sea predatorio, que no consista en la destrucción permanente de la floresta. Los países del mundo tenemos que participar en un esfuerzo mayor a la hora de proponer este proyecto económico. Por ejemplo, el Amazonas podría convertirse en el más grande exportador de productos biológicos para la alimentación del mundo entero. Y tenemos una población suficiente –unos 5 millones–, que podría participar en un tipo de economía extractiva para el resto del mundo. Por otro lado, tenemos laboratorios en España, Francia, EE.UU. ... etc, que podrían incentivar investigaciones en el Amazonas para descubrir la capacidad de los miles de especies de árboles que se encuentran allí para la alimentación, la industria, la cosmética, las farmacéuticas... Podríamos crear así una economía extractiva sin talar un solo árbol.
El hombre se ha alejado mucho de la tierra, de la naturaleza...
Totalmente. Hemos abandonado la naturaleza. Hemos pasado a ser un animal puramente urbano. La gente que vive en París no conoce Francia, ¡la gran mayoría de los brasileños nunca ha visto el Amazonas!. Hemos abandonado el planeta, y la única fórmula posible para salvar la especie humana de una extinción –porque estamos en vías de desaparecer– es un retorno al planeta. Tenemos que identificar todas las demás especies animales, vegetales, minerales como nuestros hermanos. Tenemos que amar el planeta y respetarlo, si no el planeta nos expulsará fuera de él.
©Sebastião Salgado. Weddell Sea, near the Antarctic Peninsula, Antarctica, 2005.
En su experiencia con culturas con infinidad de lenguas y dialectos, lenguajes ancestrales... ¿Existe un lenguaje universal que le haya facilitado entablar una comunicación en las diferentes comunidades?
Sí, existe. En mi libro Génesis, fue muy difícil trabajar con otras especies porque tienen un sistema lógico-racional distinto al nuestro. Hay que hacer un esfuerzo muy grande para comprender su sistema lógico. Ahora bien, cuando trabajamos con las diferentes comunidades del Homo Sapiens, ya sea en Nueva Guinea, en el Amazonas, en África... estamos en casa. Lo que es esencial para mí, es esencial para ellos; yo amo de la misma forma que ellos aman; yo tengo hábitos comunitarios iguales a ellos; yo me enfado de la misma forma que ellos. De manera que, cuando llego a esa comunidad, incluso cuando no hablo su lengua, yo estoy con ellos, porque también yo soy un Homo Sapiens. Este es el lenguaje universal: es la identificación total con nuestra especie.
©Sebastião Salgado. Rio Gregório Indigenous Territory, state of Acre, 2016. Bela Yawanawá, from the village of Mutum, with a headdress and painted face.
Ha documentado guerras, genocidios, éxodos... ¿Qué señales le han dejado estas experiencias?
Me marcaron mucho. Las últimas historias que hice a mediados y finales de los años noventa fueron los genocidios en Ruanda, la violencia en la antigua Yugoslavia y en Afganistán. Todas estas experiencias me hicieron perder un poco la esperanza en la especie humana hasta el punto de que decidí retirarme de todo aquello. Volvimos a Brasil y, junto a mi mujer Lélia, recuperamos la hacienda de mi padre y empezamos a repoblar su bosque. Todo esto nació de todas estas cosas que había visto por el mundo, de toda esa pérdida de esperanza con respecto a la supervivencia de nuestra especie. Hoy el Instituto Terra (https://institutoterra.org) es la mayor unidad ambiental de Brasil y ahora trabajamos en la recuperación de fuentes de agua de nuestra región.
Éxodo 86-91 es otro de los hitos de la fotografia documental, en este caso sobre los marginados, desplazados y refugiados. Su estudio y su vida están en Paris, ¿Cuál es su visión del fenómeno de la inmigración que recibe Europa del continente africano?
Presenté Exodo en el año 2000 en Madrid con una gran exposición. En España el fenómeno de la inmigración ya lo conocen muy bien. Estuve fotografiando mucho en el Estrecho de Gibraltar junto con la policía, las organizaciones humanitarias españolas, etc. Lo que pasa hoy es simplemente que, en Europa, están entrando más, porque ya no tienen más a dónde ir. Es la única forma de sobrevivir. Así que vienen porque África se ha transformado en un gran desierto debido a la destrucción de la floresta tropical africana. África ha tomado el ejemplo de Europa y de los colonizadores que llegaron ahí, al aplicar el modelo urbanístico-económico europeo. Esto ha provocado una migración brutal y la creación de grandes ciudades en África, cuya producción económica y agrícola no está en condiciones de mantener a esas poblaciones.
¿Qué es lo que les queda?
Salvar su manera de vivir. Los que tienen más coraje vienen hasta aquí: atraviesan el Sáhara –que es durísimo de atravesar– y la costa mediterránea. Cuando ocurrió lo de Oriente Medio, cuando se esperaba la violencia total en Siria, un amigo nuestro, negociador en las Naciones Unidas –Paulo Sérgio Pinheiro– nos dijo: “Si los países del Primer Mundo no abandonan sus posiciones geopolíticas de interés y no llegan a un acuerdo, habrá una de las más grandes violencias que haya conocido el planeta. Será la disgregación total de Siria”. Y exactamente eso fue lo que pasó: una destrucción total. Estas poblaciones, que tenían una vida equilibrada, están hoy en las carreteras, en los barcos... en busca de una manera digna de vivir y de proteger a los suyos.
Es un problema muy complejo.
Cuando miras lo que ocurrió en Irak –tras la mentira de EE.UU. confirmando que tenían armas de destrucción masiva y a su posterior invasión–, la desestabilización no pudo ser mayor. Yo conocí Irak cuando era un país desarrollado, con gente que gozaba de derecho de jubilación, con niños que tenían derecho a la escuela... Las cosas eran ultraequilibradas en Irak. Nosotros hemos entrado, destruido, violado... Y mucha de esa gente es la que ha llegado también hasta Europa. Hay mucha irresponsabilidad política en el mundo, por ejemplo la desestabilización de Libia provocada por los países europeos, entre ellos el ejército inglés y francés, la desestabilización de la región entera desde Chad hasta Mali, pasando por Nigeria. En realidad, todo esto es un problema de honestidad, como en el caso del Amazonas.
©Sebastião Salgado. Ethiopia, 1984
Ha convivido muy de cerca con la violencia, el sufrimiento y la muerte, en África, los Balcanes…
Las muertes más duras que he visto las vi en Camboya, trabajando para MSF y otras organizaciones como “Handicap International”, instituciones que trataban el drama de las minas antipersona. También trabajé con movimientos contra los Jemeres Rojos y vi a soldatitos de ocho o nueve años morir… Una vez, estando cerca de un joven muy lindo, vi cómo la bala de un Kalashnikov le atravesaba el lateral del cráneo. Vi morir a este jovencito; era dramático también porque era alguien que no había tenido la oportunidad de ver las cosas que yo había visto. Pero, así es la muerte. Ustedes, en España, han conocido tanta violencia con la Guerra Civil. Yo leo mucho sobre ella. Somos realmente una especie cruel. Ahora bien, la mayor capacidad de nuestra especie es su poder de adaptación. Y en estas situaciones de muerte y violencia, ambas pasan a formar parte de la vida.
Precisamente viajó a principios de la década de los años 70 a África cuando se fundó Médicos sin Fronteras. ¿Qué puede decirme de su experiencia con esta organización con la que comenzó a trabajar?
MSF es una organización realmente humanitaria y seria, su aportación es fabulosa. Ahora bien, conviene recordar que, en los años sesenta y setenta, la política económica europea con respecto a África era otra. La llamaban la “Ayuda Conectada” y se trataba de una ayuda de países y organizaciones humanitarias europeas a los africanos para su agricultura, su educación y formación. Pero poco a poco fuimos cortando este dinero porque se empezó a decir que los Estados africanos tenían que tener una racionalización económica, un retorno económico, y estos proyectos no tenían viabilidad porque eran a fondo perdido. Así África volvió a quedar en al abandono. Y MSF fue la reacción a este momento de abandono, asistiendo a estas poblaciones antes atendidas de forma asistencial y humana y que, ahora, pasaron a ser asistidas en forma de socorro.
¿Cómo piensa usted en la muerte?
Yo he visto tanta muerte… que la muerte es natural. Una vez, tuve un accidente de avioneta mientras me encontraba fotografiando. Nos quedamos sin gasolina y empezamos a caer. Y en aquellos veinte o treinta segundos de camino al suelo, yo sabía que iba a morir porque en un accidente de avión la probabilidad de escapar es muy pequeñita. Y me dije: “Ahora voy a morir. Yo siempre he vivido, pero ahora voy a conocer como es la muerte, cómo es morir”. Y tuvimos una suerte inmensa, porque no morimos. El avión chocó contra unos hilos de alambre, que tenían una gran elasticidad, y el avión quedó atrapado en ellos, frenando. Fue interesante. Tenía curiosidad por saber cómo era morir, porque, finalmente, la muerte es una parte de la vida. Es un camino al que todos nosotros nos dirigimos.
©Sebastião Salgado. Gold mine Serra Pelada, Pará State, Brazil, 1986
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