Cruzar el umbral de la casa londinense del músico, compositor y artista plástico José María Cano, es siempre adentrarse en una experiencia sensorial. La música procedente del segundo piso orientó mis pasos. Al entrar en la habitación, Dani, su hijo, tocaba abstraído el piano, mientras su padre cantaba “Ah mes amis” de Donizetti. A pesar de mi presencia, la simbiosis entre ellos no se rompió y fluyó hasta cogerme en su nudo. La escena me evocó el éxito musical alcanzado en tiempos pasados por José María como miembro del grupo Mecano y trajo a mi memoria la composición del drama lírico de su ópera Luna. Entre obras de arte diseminadas por toda la casa, cuerpo de una magnífica colección que ha ido formando a lo largo de los años, nos dirigimos a su estudio.
Autor: Elena Cué
José María Cano. Foto: Elena Cué
Cruzar el umbral de la casa londinense del músico, compositor y artista plástico José María Cano, es siempre adentrarse en una experiencia sensorial. La música procedente del segundo piso orientó mis pasos. Al entrar en la habitación, Dani, su hijo, tocaba abstraído el piano, mientras su padre cantaba “Ah mes amis” de Donizetti. A pesar de mi presencia, la simbiosis entre ellos no se rompió y fluyó hasta cogerme en su nudo. La escena me evocó el éxito musical alcanzado en tiempos pasados por José María como miembro del grupo Mecano y trajo a mi memoria la composición del drama lírico de su ópera Luna.
Entre obras de arte diseminadas por toda la casa, cuerpo de una magnífica colección que ha ido formando a lo largo de los años, nos dirigimos a su estudio. Rodeados por su obra: retratos y su tauromaquía, que cubrían el suelo y las paredes del taller, el artista me invita a empezar.
E.C.: Acaba de exponer en el Museo de Arte CAFA de Beijing, en China, donde se han exhibido 200 obras suyas bajo el título de "Diferencias y Similitudes entre lo Real y lo Verdadero". ¿Podría hablarme de esta amplia muestra?
José María Cano: Quedé muy satisfecho. Hasta la fecha los museos exponían principalmente mis cuadros en cera sobre temas económicos que son sólo la mitad de mi discurso. Y sentía que la comunicación de mi obra estaba hemipléjica. En esta exposición ha quedado bien balanceada la dicotomía conceptual que mi trabajo propone. No es que mi trabajo tenga dos distintas vertientes, es que pinto la dualidad.
E.C.: ¿Por eso eligió ese título?
José María Cano: Cierto. La muestra era una retrospectiva de 15 años de trabajo. Ese título, que a la gente le resulta equivoco, es el leitmotiv de mi pintura. Todos llevamos a otro dentro. A mis ojos la yuxtaposición de lo real y lo verdadero delinea el contorno del ser humano. Mis cuadros, aunque en apariencia ofrezcan una materialización dispar, deambulan siempre por esa baranda tan desequilibrante. Como cuando era pequeño. Subirse donde nadie se sube para ver el mundo desde allí. Caminar siguiendo al sol y luego a la luna y luego al sol y pararse si no hay luna. Nada me seduce más que la luna de verano o el sol de invierno. Con los ojos abiertos o cerrados.
E.C.: Cualquiera que le oiga pensaría que lleva usted una vida muy relajada y obviamente no es el caso...
José María Cano: Y no se equivocaría del todo porque yo trabajo por expresión. Más que trabajar, siento que voy al baño y enmarco el resultado. Como los botes de mierda del artista de Manzoni. Ya la cera con la que gusto pintar es excrecencia de las abejas.
E.C.: Es cierto que se mueve usted entre dos mundos casi opuestos. Por un lado, sus cuadros sobre cartas de su divorcio, periódicos o economía, y, por otro, sus cuadros con una orientación espiritual, como su serie de apóstoles o sus cuadros sobre la luna. “Entre el cielo y el suelo” que decía su canción.
José María Cano: Esa forma fronteriza de entender la vida me lleva a pintar cuadros a ambas riberas del mismo río. En una orilla mancho la ropa y en la otra la lavo. El ser humano es una mezcla de materia y espíritu que en el pasado se enfrentaban de forma agotadora y constante. Esta batalla daba sentido y era el motor de la civilización. Lease “¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?” de Lope. Ahora hemos resuelto el problema extirpándonos la parte espiritual. Vivir así es más cómodo, pero no sirve pa na. Además, no es imposible con la edad y un poco de autocondescendencia, armonizar esos dos mundos en nuestra persona. Pero las obra de arte se ven forzadas a ser esenciales. De forma acompasada voy de lo espiritual a lo material como el que va poniendo ladrillos y cemento y pasa la paleta por la rebaba sobrante.
Instalación del Wall Street 100. Museo Beijing. José María Cano.
E.C.: ¿Piensa que eso se encaja con el discurso actual del arte contemporáneo?
José María Cano: No. El arte de hoy requiere de provocación, política, uniformidad total u oquedad para ser motivo de consideración por sus zoilos y sus muchos beneficiarios. Entre los que dicho sea de paso, me encuentro. Mi pintura carece de esas cuatro características. De forma que no le voy a negar que mi camino es un tanto solitario. Menos mal que mi galería es para francotiradores. Supongo que por eso se llama Riflemaker.
E.C.: Su última exposición coincidió con la semana de Frieze Art Fair Week. ¿Por qué cree que su galería escogió su trabajo en una semana en la que todos los artistas querrían exponer?
José María Cano: Le tendría que preguntar a ellos, pero según palabras de Tot Taylor, de mi trabajo valora la técnica, la belleza y que es atemporal y no tiene complejos. Me alegra que piense así porque él, desde luego, no los tiene.
Far side of the moon. Encaustic on canvas. José María Cano
E.C.: Vi el catalogo, expuso pinturas de la luna...
José María Cano: Cuadros pequeños pintados en encáustica. Me dijeron que fue la exposición más destacada por la prensa durante Frieze. Entre otras menciones, fue exposición de la semana en la revista The Week. Tuvieron que ampliar el horario de la galería y fue a parar a museos y colecciones destacadas. Eso en otras galerías con un trabajo tan sutil no habría sido posible. Mis lunas fueron muy felices allí.
E.C.: Hijo de la Luna... Parece que la luna le persiguiese donde quiera que vaya.
José María Cano: Esa canción comenzaba diciendo “tonto el que no entienda”. La luna, sentados en el suelo, tiene un carácter simbólico. Habiendo dos universos, éste es simbólico. Desde pequeño me fascinaba el trabajo de Torres-Garcia. La luna es una pista inapelable de la dimensión visual del universo, y de la dimensión espiritual del ser humano. La luna es la destinataria de las miradas más bellas de la totalidad de la humanidad viva y muerta. A veces nos olvidamos de que la mayor parte de la humanidad está muerta. Pero está. En los cráteres de la cara oculta de la luna a poder ser.
E.C.: Primero músico y luego pintor, con éxito en ambas facetas. ¿Cuál de estas artes cree que transmite con más fuerza los sentimientos y el pensamiento?
José María Cano: Son ámbitos complementarios. Creo que la letra de las canciones imponen un sentimiento concreto al oyente. Las artes plásticas son una propuesta abierta al observador. Me gusta escuchar, pero no me gusta menos tocar y sobre todo ver. Tocar las cosas que me llaman la atención. Y observarlas con detalle. Mis cuadros tienen obscenidad táctil y me encanta que la gente los toque.
E.C.: Utiliza diferentes técnicas como óleo y resina, la encáustica o pigmentos que mezcla con distintos aglutinantes. ¿Por qué escogió éstas en detrimento de otras?
José María Cano: Soy un alquimista al que el "con qué pinta" no sólo le determina el “cómo pinta” sino también el “qué pinta” y por ende el “qué siente”. En realidad pinto con todo lo que se puede pintar que perdure. La búsqueda artificiosa de la originalidad es a la vez el gran hallazgo y el mal endémico de las artes en el siglo XX. Menos mal que parece que esa gran lluvia de caspa que terminó siendo, va escampando en el siglo actual.
Saint James Bourneges. Encaustic on canvas. José María Cano
E.C.: ¿Cómo influyeron los años que estudió arquitectura en la destreza de su dibujo o pintura?
José María Cano: Influyeron sobre todo los años de colegio en los que me preparaba para la carrera. Estudié en los jesuitas. El señor Paz que era el fotógrafo del cole y el profesor de dibujo me animó a que me apuntase a la academia Hidalgo de Caviedes. Por aquel entonces no había visto una mujer desnuda ni en foto. Literal. Eramos casi todo tíos. Una vez a la semana venía una modelo a desplegar su anatomía. Muy neoclásicas “usease” orondas. Iban cambiando, pero todas ellas estaban de muy buen año. Los lápices echaban humo. La luz rojiza de la catalítica afrancesaba la escena. Y así...una mezcla de hormonas y grafito...fui aprendiendo a dibujar encantado de la vida.
E.C.: Sus retratos en primer plano me parece que tienen un sello muy británico, como los de la escuela de Londres. ¿Le han influido sus 25 años viviendo en Londres?
José María Cano: Yo los veo ingleses pero anteriores a eso. Los veo más parecidos a Van Dyck que a Bacon, Auerbach o Freud. De hecho estos pintores tenían en sus retratos un marcado deseo por la originalidad que yo no tengo. Si acaso lo contrario. Mis rostros buscan la intemporalidad de la mirada hacia arriba. De la inquietud espiritual. De la quietud física. Si hay algo en lo que me he fijado para mis apóstoles es en los estudios de cabezas de hombre de Van Dyck, que aunque vivía en Londres, era español como yo.
E.C.: Conocedor en profundidad del arte contemporáneo y la estructura social que lo sostiene. ¿Con que criterio ha conformado la gran colección de arte que posee?
José María Cano: Yo no me considero coleccionista de arte. De hecho desde que empecé a pintar profesionalmente dejé de comprar cuadros de otros artistas. Me gustan los cuadros como objeto y vivir rodeado de ellos. Pero no tengo sentido de la propiedad sobre los cuadros que poseo, y apenas sobre los que pinto.
E.C.: En sus cuadros se centra en temas actuales como la defensa de los derechos humanos, el capitalismo, la prostitución... “Welcome to capitalism” se llamaba su muestra en el DOX de Praga y “Arrivederci capitalismo” su exposición en el PAN de Nápoles ¿Utiliza su arte como denuncia?
José María Cano: No soy de protestar. Ni de lamentarme. Empecé a pintar liderando un movimiento con un solo seguidor, es decir yo, que denominé materialismo matérico. Así se llamaba mi exposición del CAC en Malaga. Pinté primero los papeles de mi divorcio y luego seguí con otros temas de índole crematística. Personajes del mundo financiero como aparecían en el Wall street Journal, estadísticas económicas de empresas del Financial Times etc. Pero no como denuncia. De forma irónica, aceptaba a los protagonistas del mundo financiero como la nueva belleza. Y yo como artista al uso, me veía obligado a rendir pleitesía a tal belleza reproduciéndola y magnificandola.
La Mirada. Encaustic on canvas. José María Cano
E.C.: Ha creado una serie de toros, tema muy español. ¿Que importancia le da a sus raíces?
José María Cano: Mi serie de toros en realidad se llama "De providentia" y se refiere a la relación del hombre con su destino. Es el titulo de una carta de Seneca a su discípulo Julius. Éste le pregunta que cómo puede ocurrir cosas malas a las buenas personas. Seneca le contesta que eso sólo ocurre en apariencia. Que el agua y el aceite no se mezclan y que tales retos, son las oportunidades que tiene el hombre valioso de contrastar su grandeza. En mi ruedo el toro representaría al ser humano y el torero al destino. La forma correcta de enfrentarse al destino no es engancharlo por la taleguilla y tirarlo por los aires. Es embestir la muleta con bravura y fijeza. Y paciencia, cómo no, que lo malo de la providencia es que es lenta de cojones.
José María Cano: Apostolate Pinturas de los Apóstoles, San Diego Museum of Art con la Edad de Oro Española
José María Cano. Foto: Elena Cué