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- Escrito por Elena Cué
Lo político, la ironía y la memoria en Thomas Schütte se dan cita en la gran retrospectiva que el MoMa de Nueva York despliega en sus salas. Thomas Schütte es uno de los artistas contemporáneos más complejos y seductores de nuestro tiempo por su particular visión del mundo. Su ilimitada libertad y su espíritu crítico, siempre a contracorriente, se traducen en un artista inconformista con una obra singular y en continua busqueda de nuevos espacios y narrativas.
Lo político, la ironía y la memoria en Thomas Schütte se dan cita en la gran retrospectiva que el MoMa de Nueva York despliega en sus salas. Thomas Schütte es uno de los artistas contemporáneos más complejos y seductores de nuestro tiempo por su particular visión del mundo. Su ilimitada libertad y su espíritu crítico, siempre a contracorriente, se traducen en un artista inconformista con una obra singular y en continua busqueda de nuevos espacios y narrativas.
A través de un heterogéneo cuerpo de esculturas, maquetas arquitectónicas como esbozos utópicos, decoración, estatuaria pública, instalaciones, o dibujos entendidos como un lenguaje propio, Schütte cuestiona las convenciones estéticas, lo institucional, el poder, o la sociedad de consumo, desafiando el modelo mercantil imperante en el mundo del arte.
Thomas Schütte nació en Oldenburg, Alemania en 1954 y estudió en la Academia de Arte de Düsseldorf, en la que su profesor de pintura Gerhard Richter influyó de manera decisiva en sus inicios. Fue en Documenta V, una de las ferias de arte contemporáneo más importantes del mundo, en Kassel, cuando decidió hacerse artista. Documenta fue creada en 1955 por el profesor alemán Arnold Bode para reparar y recuperar los años perdidos desde que Hitler en 1933 secuestró el arte moderno en la exposición “Arte degenerado”.
Schütte acudió a la quinta feria de Documenta (1972), comisariada por Harald Szeemann. Esta muestra fue una revolución en cuanto a géneros y formatos. Y estas nuevas poéticas y prácticas artísticas que relegaban las modalidades artísticas tradicionales, calaron en Schütte que por primera vez acudía a una exposición de arte. El fotorrealismo, el art brut, povera, acciones y situaciones, Blinky Palermo, Daniel Buren o Sol Lewitt, todo se podía encontrar ahí, y entendió, como ha manifestado, que en aquel periodo todo era posible. Estos artistas habían vivido el entorno del 68, en el que la obra de Guy Debord, “La sociedad del espectáculo” había sido de gran influencia. La estructura económica de la sociedad había trasformado “el ser” en “el tener”, para acabar en “el parecer”. El espectáculo lo abarcaba todo.
Schütte influido por el espíritu del 68, pone en cuestión el discurso artístico hegemónico en cuanto a ideología y forma. Se sitúa críticamente ante los problemas sociales, se centra en lo político, y rechaza el arte neoliberal mundializado del espectáculo. Su pesimismo existencial deriva en una espontaneidad y en un tono irónico como el que despliega en sus obras monumentales. Esculturas como “Uncle Sam” que preside una de las salas, representa el Estado como un anciano que está de pie pero que ha sido despojado de su capacidad para actuar. Schütte recurre con sus obras a la alegoría y a la ironía, en este caso, la incomprensión del Estado. Esta escultura está marcada por nuestra época, el artista menciona la falta de tiempo para su carencia de brazos o la sustitución de un pesado manto en lugar de un cuerpo trabajado, incluso el gorro oriental sustituyendo a un peinado.
Otra de las obras monumentales es “Hombre en el lodo”, escultura en bronce, la última versión de muchas de un modelo en cera que Schütte creó un año después de graduarse, y que representa una figura a la que le llega el barro hasta las rodillas. El lodo representa el obstáculo mas banal para avanzar, como metáfora de la pérdida de orientación, el colapso del Modernismo o deambular a la deriva.
La obra de Schütte denota un compromiso social y político: “concibo al artista como alguien que tiene un deber. Solo tienes que encontrar la forma adecuada” (entrevista de Thaddäus Hüppi y Andreas Siekmann). Su obra, de lo más heterogénea, está impregnada de una energía estética, poética, política y conceptual que avanza por los más diversos caminos desde sus primeras obras como AmériKa, a sus motivos decorativos, esculturas grotescas o la belleza de sus Die Frauen, figuras femeninas recostadas, desfiguradas o disueltas, que podemos encontrar en la muestra.
La dialéctica entre memoria e historia no podía faltar en un momento histórico que afectó a muchos artistas como fue la caída del muro de Berlín, llevándoles a explorar la noción de monumento de conmemoración. La memoria perdida, en este caso de un genocidio hace a Schütte reescribir narrativas heredadas a través de su trabajo.
Esto es un pequeño esbozo de un artista inabarcable por su amplia, variada y compleja obra, al cual el MoMa rinde un merecido homenaje.
- La irónica memoria de Thomas Schütte seduce en el MoMA - - Alejandra de Argos -
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- Escrito por Elena Cué
¡Estuvieron aquí! Exclamó Jean-Marie Chauvet al observar el estallido que la luz de su linterna frontal de espeleología desvelaba: un pequeño mamut de ocre rojo. Así, un domingo de diciembre de 1994, el azar y la curiosidad de tres espeleólogos franceses (Éliette Brunel, Christian Hillaire) alumbraron uno de los lugares más extraordinarios
¡Estuvieron aquí! Exclamó Jean-Marie Chauvet al observar el estallido que la luz de su linterna frontal de espeleología desvelaba: un pequeño mamut de ocre rojo. Así, un domingo de diciembre de 1994, el azar y la curiosidad de tres espeleólogos franceses (Éliette Brunel, Christian Hillaire) alumbraron uno de los lugares más extraordinarios; el mayor yacimiento de arte rupestre paleolítico con 435 figuras, el más antiguo y el mejor conservado de la prehistoria en Europa. El particular aire que surgía de una fisura en el acantilado de la quebrada del paisaje alertó a los espeleólogos de la posible presencia de cuevas más grandes. Lo peculiar de las cuevas que encontraron es la maestría artística de las pinturas realizadas en correlación con los volúmenes naturales de las rocas que sugerían formas animales y la técnica empleada por los humanos modernos (homo sapiens) como el difuminado, el sombreado, grabados, tizón y una búsqueda de la perspectiva, a la que se sumaban las profundas rasgaduras de los osos que habitaron el mismo espacio.
Jean-Marie Chauvet, Christian Hillaire y Éliette Brunel
La Cueva de Chauvet situada en el valle de Pont d’Arc, en Ardèche, en el sureste de Francia, convertida en Patrimonio Mundial de la UNESCO en el año 2014, es el testimonio de las primeras obras de arte de la humanidad. Estas soberbias pinturas y los vestigios humanos y animales encontrados en ellas datan de hace alrededor de 36.500 años, periodo Auriñaciense, cultura de los primeros periodos del Paleolítico Superior. Y un segundo periodo, más reciente, de ocupación de la Cueva en el Gravetiense.
valle de Pont d’Arc cerca de la entrada a la cueva
El prehistoriador Jean Clottes, entonces consejero científico del Ministerio de Cultura francés, después de los errores cometidos a raíz del descubrimiento de la Cueva de Lascaux, instó al Estado a no abrir al público Chauvet. Había que aislarla para protegerla y no contaminar la información que reside en los suelos y poder preservar los restos paleontológicos existentes, con nuevos modos de investigación no invasivos. Debido a ello, en 2007 se inició la construcción de una extraordinaria réplica de la cueva, la “Neocueva de Pont d’Arc”, un proyecto tecnológico, artístico y científico para poder dar a conocer la belleza de estas pinturas al público. En ellas se puede vivir la experiencia en un ambiente subterráneo, fresco, húmedo y oscuro que rememora los pasos seguidos por sus descubridores.
Ahora, con motivo del treinta aniversario del descubrimiento de la Cueva de Chauvet, el día 15 de octubre el museo de ciencia más grande de Europa, La Ciudad de las Ciencias y la Industria de Paris inaugurará la exposición “Cueva de Chauvet, la aventura científica”. Una ocasión única para aquellas personas que, a través de una experiencia inmersiva e interactiva, estén interesadas en profundizar en nuestros origenes humanos a través de los restos arqueológicos y de sus pinturas rupestres sin tener que desplazarse al lugar de origen.
El antropólogo George Bataille en su libro “Lascaux o el nacimiento del arte” escrito en 1955, y por tanto, antes del descubrimiento de Chauvet, consideraba las pinturas descubiertas en la Cueva de Lascaux, en el valle francés de Vézère, como el primer signo sensible que nos ha llegado del hombre y del arte. Bataille fija aquí el nacimiento del arte y donde comienza la comunicación de los espíritus. Este sería el reflejo, por primera vez, de la vida interior del hombre a través de la belleza de las obras de arte.
Lascaux, menos antigua que la Cueva de Chauvet, pues data de veinte mil años de antigüedad fue descubierta por unos niños al entrar en la hendidura dejada por un árbol que había sido arrancado de raíz. El análisis del reputado antropólogo y filósofo es igual de valioso para Chauvet.
Pero sin duda, tenemos más cercano el testimonio del artista Miquel Barceló, uno de las pocas personas que ha tenido el privilegio de poder visitarla. El artista además ha recreado su propio homenaje a través de dibujos y acuarelas, sobretodo de felinos de la Cueva, y que están recopilados en un libro con texto de John Berger. Barceló hoy, al requerir su mirada sobre la importancia de esta Cueva para la historia del arte, nos contesta. “El descubrimiento - invención se dice – de la Grotte Chauvet es seguramente el acontecimiento artístico más importante del siglo XX. Si no lo percibimos así es porque su lejanía en el tiempo lo hace casi sobrenatural, como si no fuera un episodio terrestre…Pensemos que hay más siglos entre Chauvet y Altamira que de Altamira a nosotros…Pero su importancia no es por su antigüedad - con Chauvet empezaron los concursos y carreras de dataciones, a menudo absurdas – , Chauvet es sobretodo una gran obra de Arte que nos conmueve como nos conmueven Piero, Barnett Newman o Masaccio. Además es un ovni que nos viene de un tiempo tan lejano que lo vuelve casi inimaginable. Sin embargo la humanidad–la HUMANIMALIDAD de estas pinturas las hacen cercanas y necesarias.
La primera vez que entré en la cueva tuve la sensación que el artista acababa de salir, que casi me había cruzado con él.
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- Escrito por Elena Cué
Todo empezó en Grecia, concretamente en Olimpia, en el valle de Alfiós, extensión occidental del Peloponeso. En este bosque sagrado, los griegos erigieron el santuario consagrado a Zeus Olímpico, en el que nacieron los valores universales y los ideales virtuosos del deporte. Los Juegos Olímpicos se fundaron en el año 776 a.C. como símbolo de la unidad griega.
Antes de que se inauguren los Juegos Olímpicos, se enciende una llama en el lugar de su origen, Olimpia, Grecia. Getty images.
Todo empezó en Grecia, concretamente en Olimpia, en el valle de Alfiós, extensión occidental del Peloponeso. En este bosque sagrado, los griegos erigieron el santuario consagrado a Zeus Olímpico, en el que nacieron los valores universales y los ideales virtuosos del deporte.
Los Juegos Olímpicos se fundaron en el año 776 a.C. como símbolo de la unidad griega. Y a partir de aquí se registraban los ganadores de los torneos, que recibían honor y gloria, cuyo emblema era una guirnalda de hojas de olivo silvestre, el kótinos. Se diferenciaba de otros juegos importantes, como eran los juegos Pítícos de Delfos, en que estaban consagrados al dios Apolo y la corona era de hojas de laurel.
Los juegos de este santuario religioso y deportivo panhelénico se organizaban, al igual que ahora, cada cuatro años. Para que todos los griegos pudieran acudir a participar o presenciar el festival atlético de Olimpia en paz, se producía una tregua. Las guerras se suspendían mientras se producían las competiciones. Y se realizaban sacrificios en honor del dios Zeus, cuyo templo ocupaba el lugar más importante en el centro del santuario.
El presidente francés Enmanuel Macrón, este pasado mayo, declaró que haría todo lo posible por lograr una tregua durante los Juegos Olímpicos de París. El presidente ruso, Vladimir Putin, respondió que excepto la antigua Grecia, pocos países la respetaron a lo largo de la historia. Añadió que al impedir que los atletas rusos participen en los JJ OO bajo su bandera, con su himno nacional, los funcionarios deportivos internacionales violan hoy los principios de la Carta Olímpica. Putin concluyó que "Para exigir algo a los demás, uno mismo debe respetar las reglas". Por su lado, el presidente de Ucrania, Vladimir Zelensky, descartó la tregua olímpica por su convencimiento de que Rusia no lo haría.
Olimpia. Foto Elena Cué
Una de las curiosidades de estas competiciones es que los griegos empezaron a competir desnudos en el año 720 a.C. No está muy claro porque comenzaron a hacerlo, pero Pausanias (s.II d.C) en el Libro I de su Descripción de Grecia relata quién fue el primero en ser coronado vencedor desnudo de la carrera del estadio: “Cerca de Corebo está enterrado Orsipo, que, cuando los atletas luchaban con taparrabos en los combates, según la antigua costumbre, venció en el estadio en Olimpia corriendo desnudo... Yo creo que él en Olimpia dejó caer a propósito el taparrabos sabiendo que un hombre desnudo corre más fácilmente que un hombre ceñido". Se cree que debido a este éxito, los corredores, posteriormente, le imitarían convirtiendose en una norma.
Hermés de Praxiteles. Museo Arqueológico de Olimpia. Foto Elena Cué
En los restos arqueológicos que podemos visitar en Olimpia, destacan, aunque desparramados probablemente por los terremotos que se sucedieron en la antigüedad, las ruinas de estilo dórico del templo de Zeus, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Este templo, construido por Libón de Élide en el siglo V a.C., albergaba una escultura de doce metros de Fidias (s V a.C), el gran escultor del clasicismo griego, que después de la diosa Atenea del Partenón, esculpió una de las Siete maravillas del mundo antiguo, una estatua crisoelefantina de Zeus. Ahora en Olimpiasólo podemos ver una reproducción en pintura, gracias a las valiosas descripciones de Pausanias, pues fue destruida en un incendio. Fidias tuvo un final desdichado, como relata Isaac Asimov en Los griegos. Los aristócratas de atenas, eternos enemigos de Pericles, atacaron a cuantos amigos suyos pudieron. Le acusaron de cometer delitos de apropiación de fondos confiados a él, y de sacrilegio por haber incluido retratos de Pericles, y de sí mismo en las figuras que esculpió sobre el escudo de Atenea. Murió en la prisión durante su segundo juicio.
Tolón de Olimpia, el Filipeon. Foto Elena Cué
Entre las bellas ofrendas realizadas a Zeus, encontramos el Tolón de Olimpia, el Filipeon, donado por el rey de Macedonia Filipo II, una construcción circular con 18 columnas jónicas en el exterior que, después de morir, fue terminada por su hijo Alejandro Magno. O la entrada al Estadio en el que se celebraban las competiciones, y en el que puedes encontrate con visitantes realizando una carrera. Imagino que queriendo imbuirse en el espiritu atlético de otro tiempo.
Frontón del templo de Zeus. Museo Arqueológico de Olimpia. Foto Elena Cué
En el Museo Arqueológico de Olimpia podemos visitar una de las obra escultóricas culminantes de la Grecia antigua, el Hermés de Praxiteles llevando a Dionisio en brazos. En este museo destacan los soberbios frontones del templo de Zeus, una decoración escultórica en unas condiciones excelentes de conservación. Pero si algo me sorprendió de forma reverencial fue el casco del estratega ateniense Milcíades (s. V aC), con la inscripción de su nombre en la parte izquierda del casco. El sentido de estar aquí es que Milcíades lo dedicó a Zeus. Este casco es muy posible que fuera el que utilizó en la decisiva batalla de Maratón, en 490 a. C, en la que los griegos lograron una gran victoria contra los persas, cambiando la historia. A su lado se exhibe un casco asirio.
Casco del estratega ateniense Milcíades (s. V aC). Foto Elena Cué
Olimpia, bien vale un viaje para todo amante de la antigua Grecia. Pasear por el majestuoso enclave sagrado entre bosque de pinos, álamos, olivos, ciclamores... mientras recorremos y miramos con atención los monumentos es un privilegio, pues este lugar fue abandonado en el s.VII después de ser destruido e incendiado y sufrir dos terremotos. Las excavaciones que se llevaron a cabo en el s XIX recuperaron los restos de los soberbios monumentos y el esplendor perdido de este lugar sagrado.
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- Escrito por Elena Cué
Uno de los lugares más sublimes por su entorno natural privilegiado y sus restos arqueológicos se encuentra en Delfos. Este paisaje espiritual alberga uno de los santuarios más bellos y políticamente más importantes de la Grecia Antigua. Se encuentra en el Peloponeso, cerca del Golfo de Corinto, en las faldas del empinado monte del Parnaso.
Santuario de Atenea Pronaia (s IV a C). Delfos. Elena Cué
Uno de los lugares más sublimes por su entorno natural privilegiado y sus restos arqueológicos se encuentra en Delfos. Este paisaje espiritual alberga uno de los santuarios más bellos y políticamente más importantes de la Grecia Antigua. Se encuentra en el Peloponeso, cerca del Golfo de Corinto, en las faldas del empinado monte del Parnaso, por donde corría el agua de la arcaica fuente Castalia, manantial sagrado, donde sacerdotes y peregrinos se purificaban antes de entrar en el Templo dedicado a Apolo. En él se encontraba el Oráculo, excelencia en prestigio y devoción, fama y riqueza. Este santuario representaba la unidad griega, la pertenencia a una cultura común.
Este paraje sagrado, declarado Patrimonio Mundial de la Unesco, era conocido como el Omphalos, "el ombligo del mundo". Según la mitología griega, Zeus quería saber cual era el centro del universo, para ello mandó a dos águilas desde los dos extremos del cosmos, y el lugar donde se encontraron fue Delfos. En el Museo Arqueológico de Delfos podemos ver la piedra que simboliza este punto.
Este santuario, antes de ser destruido por una avalancha de rocas y tierra, al final de la Edad de Broce, estaba dedicado, en tiempos micénicos, a la diosa Gea. En el s VIII a.C aparecen ya vestigios del culto a Apolo. En la mitología griega, Apolo, que aprendió las dotes adivinatorias gracias a Pan, dios de los pastores y rebaños, decidió establecer su santuario en este espléndido paraje custodiado por Pitón, un híbrido entre serpiente y dragón que Apolo mató y se hizo con el control de Delfos.
Templo de Apolo. Delfos. Foto Elena Cué
En este enclave extraordinario se construyó, al pie de la montaña con vistas al valle, flanqueada por montes, un complejo presidido por el Templo de Apolo. Además de peregrinos acudían visitantes a ver los Juegos Píticos, que junto con Olimpia, Nemea y los del istmo de Corinto, eran uno de los cuatro Juegos Panhelénicos. Se realizaban en el Estadio de Delfos, que podemos ver en el punto más alto del recinto, consagrados a Apolo y en el que los atletas recibían una corona de laurel como símbolo de honor y gloria.
Los peregrinos recorrían el camino sagrado, que es el natural para visitarlo e ir ascendiendo por la montaña. En ese paseo vamos recorriendo edificios, que se asemejan a pequeños templos llamados "tesoros". Destacando el Tesoro de Atenas. Aquí se guardaban los suntuosos ex-votos donados por las ciudades que consultaban el Oráculo. Solían conmemorar un evento importante como la victoria de una batalla.
El Oráculo era una sacerdotisa, que tenía la capacidad de comunicarse con el dios Apolo y proveer de consejos proféticos a todos aquellos helenos y bárbaros que acudían a consultarle, principalmente antes de una guerra, una alizanza o una expedicion de colonización. Estudios geológicos han descubierto que la cámara sagrada de la sacerdotisa en el Templo de Apolo está ubicada en un area de alta actividad sísmica, en la intersección de dos falla geológicas, Delfos y Kerna. Bajo la superficie de la tierra emanaban de la falla vapores tóxicos, que pueden tener efectos anestésicos y psicotrópicos y podían ser la fuente de inspiración de la sacerdotisa. Las respuestas de la Pitia sugestionada por la masticación de hojas de laurel, el incienso y los gases eran ambiguas y conducían a las más diversas interpretaciones. En los muros del pronaos del templo de Apolo, gracias a Pausanias, sabemos que se encontraban máximas de los siete sabios de la Antigua Grecia, como la proverbial inscripción "Conocete a tí mismo", sentencia que nos indica que debemos conocer el lugar que ocupamos en el mundo y cuales son nuestros límites. Otra de las máximas era "nada en demasía".
Además del templo de Apolo y el Estadio, Delfos alberga maravillas como el tholós del Santuario de Atenea Pronaia (s IV a C) del arquitecto Teodoro de Focea. Este edificio de forma circular, es una imagen icónica de Delfos. Sus tres columnas restauradas se erigen en otro lugar privilegiado, una terraza en la pendiente del complejo con vistas al valle délfico. Antaño constaba de veinte columnas dóricas exteriores y decoración interior de columnas corintias. Las metopas estaban adornadas con escenas de Centauromaquía y Amazonomaquía.
Cerca se encuentra el Gimnasio, el más antiguo de Grecia. Aquí los atletas se preparaban para los Juegos Píticos. Según el mito, aquí es donde estando de caza Ulises, fue herido por un jabalí en el pie. Esta adversidad hizo que su sirvienta Euriclea le reconociera cuando regresó a Itaca. Uno de los restos mejor conservados es el Teatro, con capacidad para más de 5000 espectadores, que se situaba por encima del Templo de Apolo y antes de que lleguemos al Estadio. Las representaciones que se hacían eran líricas y dramáticas.
Teatro. Delfos. Foto Elena Cué
No hay que olvidar visitar el prestigioso Museo Arqueológico de Delfos, en el que encontraremos obras tan excepcionales como el Auriga de Delfos, los monumentales koúros arcaicos Cleobis y Bitón, de Polimedes de Argos, la colosal esfinge de Naxios, o la Nike alada entre otros hallazgos arqueológicos de gran importancia artística. Este museo complementa la visita a uno de los lugares históricos más excepcionales.
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- Escrito por Elena Cué
Al producirse la anexión de Austria por parte de la Alemania nazi de Hitler, en 1938, el médico neurólogo, padre del psicoanálisis Sigmund Freud (1856-1938) y su familia decidieron abandonar su hogar en Viena. La persecución a la que se vieron sometidos por el Tercer Reich debido a su condición de judíos, les convenció de su necesidad de huir del país. El destino elegido fue Londres, concretamente el número 20 de Maresfield Gardens.
Sigmund Freud’s Famous Psychoanalytic Couch. Cortesía Freud Museum London
Al producirse la anexión de Austria por parte de la Alemania nazi de Hitler, en 1938, el médico neurólogo, padre del psicoanálisis Sigmund Freud (1856-1938) y su familia decidieron abandonar su hogar en Viena. La persecución a la que se vieron sometidos por el Tercer Reich debido a su condición de judíos, les convenció de su necesidad de huir del país. El destino elegido fue Londres, concretamente el número 20 de Maresfield Gardens. Freud moriría un año más tarde sumido en terribles dolores producidos por un cáncer de paladar que le mermó considerablemente sus capacidades físicas. Como relata Peter Gay en "Freud, una vida de nuestro tiempo", afrontó la muerte con dignidad y sin autocompasión. Freud había hecho un "contrato" de palabra con su último médico Max Schur para que, cuando llegara el momento, le ayudara a morir. De esta manera, le fueron inyectados a lo largo de dos días tres centigramos de morfina hasta morir el 23 de septiembre de 1939.
Esta casa, del barrio londinense de Hampstead, se convirtió, en 1986, en el Freud Museum London. Lo que atrae la atención es su capacidad de imbuirnos de la atmósfera que rodeó a este singular científico al recorrer sus estancias, tratando de descifrar en cada objeto, fotografía, cuadro o libro, los intereses de una de las personalidades intelectuales más significativas del s XX. Pero sin lugar a dudas, lo que suscita mayor interés del que fue su hogar es el célebre diván. Allí sus pacientes se tumbaban a hablar libremente expresando cualquier idea, recuerdo, emoción o sentimiento que se les ocurriera sin necesidad de ningún tipo de orden, sentido o restricción durante las sesiones del tratamiento psicoanalítico. Freud se situaba en una butaca detrás de ellos en silencio y escuchaba para posteriormente interpretar el contenido de los relatos. Este método, la asociación libre, manera en la que es descrito por Sigmund Freud, es la regla fundamental del psicoanálisis.
El Museo Freud de Londres celebra el centenario de la obra de Freud con “El yo y el ello”, una pequeña exposición interactiva. Además, se ofrece la posibilidad de tumbarse en una réplica del diván que se hizo para la película “La última sesión de Freud” (2023) protagonizada por Sir Anthony Hopkins. El centenario de la obra es una excusa para reflexionar sobre una de las teorías fundamentales de su trabajo.
Anthony Hopkins es Sigmund Freud y Matthew Goode da vida al escritor C. S. Lewis.
El psicoanálisis es un método ideado y puesto en práctica para intentar curar a enfermos psíquicos. Este ejercicio terapéutico ha proporcionado un material muy relevante a través de observaciones y de reflexiones que han dado forma a una concepción del ser humano y de la cultura de gran influencia en nuestra época. Su objetivo principal es el inconsciente. En su escrito «Una dificultad del psicoanálisis», Freud se refiere al hallazgo del inconsciente como la tercera herida narcisista, cuando elser humano advierte que no era el señor de su propia psyque.
Fotografía de Sigmund Freud circa 1921,1 de Max Halberstadt.
Pero volviendo a la exposición sobre la obra "El yo y el Ello", Freud define el ello, es decir, el inconsciente como el ámbito de los impulsos primarios de vida y de muerte, básicamente, los impulsos de autoconservación y los impulsos sexuales, que sólo quieren y buscan la satisfacción inmediata e incondicional. Lo inconsciente alude a una actividad psíquica aislada de la conciencia por fuerzas que le cierran el paso, y que es mucho más básica y más profunda que la actividad consciente. La conciencia, el yo, por tanto, no es más que la superficie del mar de fondo de lo inconsciente. Según Freud, el yo es una pequeña parte del psiquismo del individuo, concretamente la décima parte. La pulsión, en cuanto fuerza o energía que brota del cuerpo, es incognoscible, de manera directa, y sólo entra en el ámbito de lo psíquico porque produce signos, representaciones que afloran al exterior y que es lo que el analista estudia como modo de conocerlas. Desde el punto de vista filosófico, el superyo es el ámbito más interesante pues es, según Freud es la instancia psíquica normativa, independiente del yo y, en gran medida, inconsciente. Es decir, es el lugar de la moral que se manifiesta al yo exigiéndole un control, obligaciones y prohibiciones. Mientras el ello, o sea, los impulsos instintivos, son algo que procede del cuerpo, el superyó viene al individuo desde fuera, proviene de la sociedad.
"El yo y el Ello" se publicó en 1923, un año de desgracia en lo personal para Sigmund Freud. Tras el suicidio con una sobredosis de veronal, a los 23 años, de su sobrina predilecta Caecilia Graf, falleció uno de sus nietos. Además, en la primavera de ese año, conoció la noticia de que padecía un cancer de paladar.
Su obra tuvo una relevante acogida, pues ofreció de forma minuciosa un análisis de la estructura y el funcionamiento mental basada en la división tripartita de la mente en el yo, superyo y el ello.