La obra de Francisco de Goya goza de fama universal por su espectacular calidad, su modernidad y su compromiso. El maestro de Fuendetodos fue un pionero en técnica y temática; un inconformista en una sociedad en la que nunca llegó a encajar, pero que se rendió a su arte deslumbrante.
"El tiempo también pinta"
“El pintor Francisco de Goya”. 1826. Óleo de Vicente López Portaña. Museo del Prado
El Museo del Prado es una de las mejores pinacotecas del mundo. Y si hay unas salas que atraen a los visitantes como un imán, esas son las que albergan las obras de Francisco de Goya: uno de los pintores más importantes, carismáticos e iconoclastas de la historia de la pintura, a nivel mundial. Sus Pinturas Negras y sus series de grabados despiertan admiración por su sorprendente modernidad y su ruptura con los cánones; sus lienzos costumbristas, sus retratos y sus pinturas religiosas deslumbran por la luz que emiten y por la contemporaneidad de su pincelada, que las convierte casi en obras preimpresionistas. Su concepto del arte trascendió el del mero reflejo de lo que le rodeaba, interpretando su obra como algo en constante evolución: “el tiempo también pinta”, dijo en más de una ocasión.
El caso de Goya es casi único en la historia del arte, equiparable solo al de maestros como el Greco o William Turner. Es la historia de aquellos artistas que huyeron de las escuelas de su época, en pos de un arte que no sería comprendido hasta muchas décadas después. Porque las intenciones de su arte eran otras, muy distintas a las de sus coetáneos. En sus propias palabras: “sus cualidades excepcionales las malogran esos maestros amanerados, que siempre ven líneas y jamás cuerpos. Pero, ¿dónde encuentran líneas en la naturaleza? Yo no distingo más que cuerpos luminosos y cuerpos oscuros, planos que avanzan y planos que se alejan, relieves y concavidades”. Palabras que podrían suscribir muchos artistas de las vanguardias del siglo XX, escritas más de ciento cincuenta años antes.
Un aprendizaje precoz y un temprano viaje a Italia
Francisco de Goya nace en Fuendetodos (Zaragoza) el 10 de marzo de 1746. El arte corre por las venas del pequeño, hijo de un maestro dorador y una infanzona de casa noble. A mediados del siglo XVIII, Zaragoza es una ciudad rica y poderosa donde la construcción de iglesias y conventos es un negocio floreciente. Los retablos, imágenes y tablas que adornan los templos necesitan de artesanos que los nutran, motivo por el cual el padre de Francisco cuenta con un trabajo estable y decide impulsar las aspiraciones de sus hijos por el mismo camino. El futuro pintor de la Corte dará sus primeros pasos frente al papel y el lienzo de la mano de José Luzán Martínez, quien le tomará como alumno a los 13 años. La influencia de este maestro, formado con pintores napolitanos, será decisiva en la atracción que sentirá Goya por los pintores italianos. De Luzán pasa a seguir su aprendizaje con Francisco Bayeu; a los 17 años se presenta a un concurso para obtener una Pensión de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que le es negada. En 1766 se presenta a otra oposición de la Academia, viéndose de nuevo rechazado.
“El motín de Esquilache" (Ca. 1766). En Fundaciongoyaenaragon.es
Las obras atribuidas a Francisco de Goya de esa época son escasas; se conservan algunas pinturas de temática religiosa, pero sobre todas destaca el lienzo "El motín de Esquilache" (ca. 1766). Una pintura coral, que refleja un momento real de gran intensidad y relevancia social y despliega algunas de las futuras constantes de su obra: uso teatral de las luces y las sombras, pincelada suelta, colores vibrantes, movimiento y un evidente interés por el equilibrio y laa composición. En 1770 el joven artista viaja a Italia, donde nace su pasión por las máscaras, las costumbres populares y el teatro callejero: una pasión que entronca con su atracción por los rostros y las figuras grotescas. Durante el viaje, Goya decide pintar un cuadro con el título "Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes" (1770), para presentarlo al concurso promovido por la Academia de Parma. Si bien la obra obtuvo buenas críticas, la potencia y el “escaso realismo” de los colores no convenció al jurado. El estilo arriesgado, personal y vibrante del arte de Francisco de Goya destaca ya por su modernidad, frente al evidente academicismo de sus colegas.
“Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes". 1770. Fundación Selgas-Fagalde.
Primeros pasos hacia el éxito. Frescos y cartones
Detalle de la decoración de la Capilla del Palacio del Conde de Sobradiel, en Zaragoza (1.770). En Archivo Barboza Grasa – Barbozagrasa.es
A su vuelta de Italia y con solo 25 años de edad, el joven pintor asume su primer gran encargo: pintar un fresco en una de las bóvedas de la Basílica del Pilar de Zaragoza, aplicando las técnicas aprendidas durante su viaje. Esta obra le consigue más contratos: frescos para iglesias y palacios y retratos de la aristocracia aragonesa, sobre todo. Es durante esa época cuando pinta los lienzos que decoran la capilla del Palacio del Conde de Sobradiel. Su trabajo le gana una cierta fama y una posición estable, factores que consiguen que su antiguo maestro, Francisco Bayeu, le permita contraer matrimonio con su hermana Josefa. De los siete hijos del matrimonio solo el más joven, Francisco Javier Pedro, sobrevivirá hasta convertirse en adulto. El alma atormentada del artista, que más adelanta aflorará en las Pinturas Negras, los "Caprichos" y los "Disparates", se ve alimentada por este hecho.
"El cacharrero” (1779). Cartón para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara.
En 1775 tiene lugar un hecho crucial que cambiará la vida de Francisco de Goya. El primer pintor del rey Carlos III, Anton Raphael Mengs (que también triunfó pintando en otras cortes europeas), le llama para que diseñe y pinte cartones para los tapices de la Real Fábrica de Santa Bárbara. Los primeros los entrega ese mismo año: un total de nueve obras, que servirán como guía para sendos tapices cuyo destino será San Lorenzo del Escorial. Goya prosigue con su producción, y al año siguiente comienza otra serie de cartones, en este caso con imágenes para la colección de tapices del Palacio del Pardo. Entre 1778 y 1780 el artista trabaja y reside en la corte, lo que le proporciona la oportunidad de entablar amistad con el Conde de Floridablanca (entonces secretario de Estado). Esta y otras relaciones, junto su innegable talento y la originalidad de sus obras, le garantizan un trabajo estable: Goya dará entonces los primeros pasos para convertirse en el futuro Pintor de la Corte. En 1780 presenta su lienzo "Cristo en la Cruz" como aval para entrar en la Real Academia de San Fernando y es admitido por unanimidad.
"Cristo en la Cruz” (1.780). Museo del Prado.
Una carrera en alza: Jovellanos, Ceán Bermúdez y la Ilustración
En aquellos tiempos, el arte y la pintura se caracterizan por su férreo academicismo. La larga sombra neoclásica planea sobre los artistas, que deben ceñirse a corsés inamovibles y estereotipados basados en reglas con siglos de antigüedad. Francisco de Goya se rebela contra estas imposiciones y elige su propio camino, algo que caracterizará su obra y su actitud durante casi toda su vida. La década de 1780 le trae fracasos y éxitos; desde el rechazo de público y académicos a los frescos sobre la Virgen para la Basílica del Pilar, hasta la acogida sin ambages del lienzo "La predicación de San Bernardino de Siena" (1873), creado para un altar de San Francisco el Grande. Con su fama ya bien asentada, Goya se dedica a retratar a importantes familias e integrantes de las clases altas como el Duque de Osuna o el Conde de Floridablanca. De hecho, la protección de los duques de Osuna le granjea numerosos encargos.
"San Bernardino de Siena predicando ante Alfonso V de Aragón” (1.781-83) Basílica de San Francisco el Grande.
El espíritu inquieto de Goya le arrastra hacia determinados ambientes, personajes e ideas que se convertirían en fundamentales durante toda su vida. En esa época entabla amistad con Gaspar Melchor de Jovellanos y con el coleccionista de arte Juan Agustín Ceán Bermúdez. A través estas relaciones su carrera como pintor continúa en ascenso, gracias a los numerosos encargos que le consiguen. Sin embargo, estos encargos no son en absoluto lo más importante que recibe de sus amistades: ellos le abren las puertas de los círculos de intelectuales y reformistas, que en aquellos tiempos abogaban por traer la Ilustración a España. Es un descubrimiento que marcará al artista, que se identifica de inmediato con los nuevos puntos de vista sobre la educación y la política. Son momentos críticos y reveladores, que también afectan a su pintura; sus lienzos empiezan a abandonar los conceptos ideales y perfeccionistas en busca del expresionismo, representado por lo desmesurado y lo grotesco. Sin saberlo, Francisco de Goya se convierte en uno de los precursores de un movimiento que no tardaría en despertar en Europa: el romanticismo.
Enfermedad, desnudos y guerra. Tiempos de realismo
"La maja vestida"(1.800-1.807). Museo del Prado.
1792 es un año negro en la vida de Francisco de Goya. Durante un viaje por Andalucía, sufre una terrible enfermedad que le deja sordo. La sordera le acompañará hasta su muerte e inundará de negro muchos de sus pensamientos y lienzos. El pintor se vuelca en el arte y realiza una serie de cuadros de tamaño pequeño, con fuerte presencia de la tragedia y el crimen. Sin embargo, como el Ave Fénix Goya vuelve a renacer de sus cenizas y en 1795 se convierte en Director de Pintura de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Prosigue con su actividad como retratista de la nobleza; tras quedarse viuda, la Duquesa de Alba se convierte en una de sus protectoras más poderosas. El artista sigue desarrollando su atracción por lo grotesco, lo popular y la crítica social en sus grabados, lo que queda patente en los "Caprichos" (1799). En esa época pinta también sus famosísimas obras "La Maja Vestida" y "La Maja Desnuda", que posteriormente le acarreará las iras de la Inquisición.
“Los fusilamientos del 3 de mayo” (1813-14). Museo del Prado.
El estallido de la Guerra de la Independencia (1808-1814) obliga a Goya a posicionarse de lado del gobierno, si bien continúa su producción crítica con series como "Desastres de la Guerra". En 1812 fallece su mujer, Josefa, y se cree que es entonces cuando comienza una relación con Leocadia Zorrilla. Terminada la guerra, mantiene su trabajo como pintor del rey y de la nobleza, llegando a retratar a Fernando VII, un monarca al que no quería ni respetaba. A pesar de su rechazo frontal al absolutismo del “rey felón”, Goya solo muestra sus dibujos y estampas críticas con el régimen a sus amigos de mayor confianza. Su prudencia termina por no ser suficiente para protegerse: en 1815, la Inquisición abre un proceso contra él por su obra La Maja Desnuda. Incansable, prosigue con su producción de aguafuertes con dos series emblemáticas: la "Tauromaquia" y los inacabados "Disparates".
“Disparate de Carnaval”. Aguafuerte Nº 14 de la serie “Disparates” (1.815). Museo del Prado.
Últimos años. La Quinta del Sordo y muerte en Burdeos
“Saturno devorando a su hijo" (1819-23). Museo del Prado.
En 1819 Goya tiene ya 73 años. La enfermedad, la sordera y su decepción con el gobierno absolutista, sumado a los problemas con la Inquisición, han hecho mella en su cuerpo y su espíritu. Ese año adquiere una propiedad en Madrid que será conocida como La Quinta del Sordo, de la que se enamora por sus vistas y su amplio terreno. La enfermedad vuelve a atacar al anciano pintor, que vuelve a revivir para dejar su canto del cisne en las paredes de la quinta. Hablamos de las famosísimas Pinturas Negras, donde vuelve a incidir sobre los temas que siempre anidaron en lo más fondo de su arte: la muerte, la destrucción del hombre por el hombre, la degradación por el paso del tiempo y el mal que se esconde en el alma humana. En 1824, Goya se exilia voluntariamente a Burdeos en un intento de alejarse del gobierno absolutista, al que despreciaba y temía. En su exilio le acompañan su pareja, Leocadia Zorrilla, y sus dos hijos: el viejo pintor considera a Rosario como su propia hija y le instruye en el arte de la pintura.
“La lechera de Burdeos” (1827). Museo del Prado.
En 1826 logra obtener la jubilación y vive sus últimos años tranquilo y acomodado, entregado a su obra gráfica, que enriquece con series como los "Nuevos Caprichos", y otras de grabados de temática taurina. De entre su producción final destaca la pintura "La lechera de Burdeos", realizada en 1827, un año de su muerte, una obra que deslumbra por el libre uso de la pincelada, el encuadre, la composición y la temática. El lienzo despliega una sorprendente libertad creativa y pictórica, que prefigura el impresionismo de maestros como Renoir o Manet. Hay que decir también que hoy día, el cuadro despierta cierta polémica; algunos expertos dudan de la autoría del pintor español y sugieren la posibilidad de que fuera realizado en realidad por Rosario, su alumna. En 1828 Francisco de Goya muere en Burdeos, dejando a las generaciones posteriores una obra única en el mundo, plena de libertad creativa, modernidad, compromiso social y belleza.
Exposiciones
Goya en Madrid (2014-15)
Los cartones que Goya pintó para realizar tapices se consideraban hace tiempo como “obras menores”. Sin embargo, se trata de magníficas pinturas que revelan la mano indómita del maestro, prefigurando movimientos que llegarían décadas después. El Museo del Prado realizó una completa exposición de estos cartones, mostrándolos con los de otros artistas de la época junto con las pinturas y esculturas que le sirvieron como modelo e inspiración.
Goya: The Portraits (Los Retratos) (2015)
La National Gallery de Londres se rindió en 2015 a la deslumbrante obra del maestro de Fuendetodos. La exposición que organizó entonces mostró al público setenta retratos pintados por Francisco de Goya. Retratos que, en palabras de la institución, “demuestran su valiente y poco convencional punto de vista, así como su increíble habilidad a la hora de captar la psicología de sus modelos”. La muestra incluyó pinturas, dibujos y miniaturas, muchas veces nunca vistas antes en la capital británica.
Goya y la Corte Ilustrada (2017)
El Museo de Bellas Artes de Bilbao organizó esta muestra, en colaboración con el Museo del Prado y la Fundación La Caixa. La selección incluyó noventa y seis obras que reflejan la actividad del maestro de Fuendetodos, durante sus años de pintor de corte. La exposición permitió al público admirar obras tan célebres como La gallina ciega o El pelele, dentro de la primera muestra dedicada al pintor aragonés en la capital vizcaína.
Masters of Spain: Goya & Picasso (2018)
La obra de Francisco de Goya compartió espacio con otro grande del arte español, Pablo Picasso, en esta exposición organizada por el Polk Museum of Art de Florida (EEUU). En las salas del museo norteamericano se pudieron ver más de 50 obras de arte del pintor, incluyendo la famosa serie Tauromaquia. Estas piezas se expusieron en compañía de varias piezas creadas por Picasso sobre distintos soportes: desde cerámica hasta cartón. Las obras fueron cedidas en su mayoría por la institución The Art Company, situada en Pesaro (Italia).
Dibujos de Goya. “Solo la voluntad me sobra” (2019)
De nuevo, en 2019 el Museo del Prado dedicó una parte de su calendario expositivo a la obra de Francisco de Goya. En este caso, la muestra partió de los trabajos de investigación y documentación realizados para el nuevo Catálogo razonado que el museo tenía intención de publicar, a partir de un convenio firmado por el Prado y la Fundación Botín. Fue la primera vez en la que se reunieron más de 300 dibujos realizados por Goya, procedentes del propio museo y de colecciones de todo el mundo.
Libros
Goya y sus críticos. Nigel Glendinning. Ediciones Complutense, 2017.
Nigel Glendinning fue un reconocido estudioso de la obra de Francisco de Goya. Este libro, escrito en 1977 y vuelto a publicar en 2017, constituye el primer documento que estudia al artista y a su creación a través de la contextualización de su obra en la época. El autor, fallecido en 2013, fue un pionero a la hora de reflejar distintos análisis y estudios, realizados sobre la obra del pintor a lo largo de las décadas. El libro suma otros estudios posteriores del propio autor, así como textos de otros expertos. En general, este libro está considerado el estudio más completo realizado hasta la fecha sobre la obra del artista.
Francisco Goya. Vida y obras. Valeriano Bozal. TF Editores. Madrid, 2005
Valeriano Bozal es un reconocido experto en la obra de Francisco de Goya, cuya contribución podemos encontrar en libros de referencia, como la nueva edición de estudio de Nigel Glendinning (sobre estas líneas). Su libro Francisco de Goya. Vida y obras es un texto relevante, entre otras cosas por el innovador y original punto de vista que aporta sobre las pasiones y obsesiones del pintor. El estudioso comienza el libro con la frase: “Goya no nos presta sus ojos, abre los nuestros. Hacia el pasado, hacia el presente”. Articulada en dos volúmenes, es una obra imprescindible para adentrarnos en el mundo personal y en la convulsa época de un artista irrepetible.
Goya en las literaturas. Leonardo Romero Tobar. Ed. Marcial Pons, 2016
El profesor de arte Leonardo Romero Tobar ha realizado un gran trabajo con este estudio, una monografía bien organizada y comentada que arroja nueva luz sobre la obra de Francisco de Goya. El texto constituye una extensa colección de referencias bibliográficas comentadas, una magnífica contribución para cualquier estudioso sobre la obra del artista. Lejos de tratarse de una colección de citas y textos del maestro, el libro constituye una compilación de referencias que añade un interesante análisis de la obra, los intereses y el contexto del pintor.
- Francisco de Goya. Biografía, obras y exposiciones - - Alejandra de Argos -