Alejandra de Argos por Elena Cue

Adiós a la última obra de Olafur Eliasson

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La instalación del artista danés y el geólogo Minik Rosing, formada por veinticuatro bloques de hielo traídos del mar de Groenlandia, se derritió lentamente en pleno corazón de Londres coincidiendo con la cumbre del clima COP24 (Polonia)

 

oliafur ice watch

Instalación Ice Watch en Londres. Olafur Eliasson y Minik Rossing. En Artist for Climate.

 

De arte efímero y socialmente inquisitivo podríamos calificar la obra Ice Watch, creada por el artista contemporáneo Oliafur Eliasson para concienciar a la sociedad sobre el peligro que suponen para el planeta el cambio climático y el aumento de la temperatura de los mares. La pieza, un conjunto de bloques de hielo extraídos de forma sostenible de las aguas de Groenlandia y colocados en dos puntos clave de la ciudad de Londres, fue inaugurada en Londres el 11 de diciembre. La elección de la fecha no es gratuita: la idea era hacer coincidir el comienzo del deshielo con la COP24, la cumbre sobre el clima que celebrada en Polonia del 3 al 14 de diciembre. Para la extracción y el traslado de las masas de agua congelada, Eliasson contó con la colaboración del geólogo danés Minik Rosing.

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 Ice Watch: arte efímero para concienciar sobre el cambio climático

 

Frente a quienes cuestionaron el traslado de hielo de Groenlandia a Londres por razones medioambientales, Rosing señaló que “cada segundo, Groenlandia pierde 10.000 bloques de hielo exactamente iguales a estos. El agua que generan se va acercando a Londres, a Nueva York, a cientos de ciudades, un poco más cada día”. El primer Ice Watch fue instalado en Copenhague en el año 2014, mientras que la ciudad París vio su propia versión en 2015. El propósito de Eliasson es mostrar cómo se funde el hielo en tiempo real, de forma tangible: “hacer más explícitos los datos científicos para poderlos sentir de primera mano”. Mientras los políticos debatían en la cumbre de Polonia, los bloques del artista se iban fundiendo poco a poco para finalmente desaparecer. Una metáfora elegante, plástica y certera de la insensibilidad del ser humano frente a la huella que deja en el planeta.