Alejandra de Argos por Elena Cue

The Statesman and the Artist: Sir Winston Churchill y la pintura

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El libro, editado y prologado por Sir David Cannadine, relata la apasionada relación con la pintura que mantuvo el célebre político y estadista británico.

cover statesman

Portada del libro The Statesman as Artist, de Bloomsbury. En winstonchurchill.org

 

“A medida de que el antiguo soldado se convertía en pintor, encaraba naturalmente sus encuentros con los lienzos vacíos, prístinos e intimidantes como batallas de voluntad, que debían ser vencidas a través de un sobrecogedor despliegue de colores poderosos y fuerza cromática”. Este párrafo da la medida de los textos que pueblan las páginas de The Statesman and the Artist, el libro publicado a finales de 2018 por la editorial inglesa Bloomsbury que refleja la intensa relación que Sir Winston Churchill mantuvo con la pintura. El célebre político y estadista entró en contacto con los pinceles y lienzos tras el desastre de la Batalla de Gallipolli, sucedida en el verano de 1915, que le produjo un intenso estado de depresión (bien conocido por Churchill, quien en sus escritos habla sobre dicho estado como “the black dog”, el perro negro). Fuera de la vida militar y política y con un cargo meramente representativo, buscó refugio en Hoe Farmjunto con su mujer, Clementine. Durante una visita de su hermano Jack, su cuñada Goonie invitó a Churchill a jugar con las acuarelas y el papel. Fue el comienzo de una apasionada relación, que el futuro Primer Ministro británico conservaría durante toda su vida.

 

 

Presentación del libro The Statesman and the Artist por el autor, Sir David Cannadine. Vía The International Churchill Society

 

Las páginas del fascinante libro del historiador Sir David Cannadine nos hacen viajar por la vida del célebre personaje, siempre a través de su pasión artística. Si bien Churchill no pasó de ser un artista aficionado, sus obras tenían una calidad aceptable y se inspiraban en nuevas escuelas pictóricas, como la impresionista. El estadista no se limitó a pintar: también escribió dos artículos sobre pintura, que fueron publicados en 1921 y 1922 por la revista Strand. En este caso, el político demostró sobradamente su reconocido talento para la escritura: en palabras del autor del libro, “Churchill escribió los artículos con una humildad y un candor auto-despreciativo nada comunes, aderezándolos con un brío y un sentido lúdico claramente reconocibles, y con vívidas construcciones léxicas”.  A lo largo de las décadas siguientes Winston Churchill continuó pintando paisajes y naturalezas muertas, manteniéndose siempre alejado de las corrientes más modernas que apuntaban hacia el arte abstracto. El libro rinde un sentido homenaje a la pasión de Churchill por una afición sobrevenida, que convirtió en un elemento liberador y a la que dedicó tanto tiempo y energía como a su carrera política.