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John Currin nació en 1962 en Boulder, Colorado. Estudió en la Carnigae BFA de Carnegie Mellon University en Pittsburgh donde obtuvo un BFA y un MFA de Yale University.
Es un pintor con estilo muy realista, que muestra el desnudo y la sexualidad humana de forma provocativa, exagerando los gestos con una temática social. Admirador de los grandes maestros del arte, es conocido por expresar en su pintura figurativa la femineidad de forma satírica, provocando en cada creación una técnica pura pero muy hábil.
Imagen: Currin y su obra “The Women of Franklin Street”, disponible en http://www.newyorker.com/, 28 de enero de 2008
Gran estudioso del color, la composición y la técnica de los pintores renacentistas y los franceses en el siglo XIX, conoce el trasfondo de los diversos movimientos artísticos y los emplea a conciencia en sus obras.
Maneja un interesante diálogo entre la cultura moderna y la alta cultura, posturas que marcan su esencia creativa, mezclando la pintura con revistas de corte popular y modelos, distorsionando el cuerpo de la mujer. Son obras burguesas, que buscan enfrentar la ironía con la emotividad de los ochenta. En los retratos femeninos se observa la influencia de Cranach y del manierismo italiano.
El artista muestra el culto al cuerpo, a la hipocresía social y a la debilidad carnal como se puede ver en su obra "Acción de gracias" donde revela la libertad moral en un solo rostro de tres mujeres festejando, manifestando su insistencia en los modales vulgares del hombre actual, pero dentro de un marco de gran belleza.
Imagen: Thanksgiving (2003), disponible en http://www.penccil.com
Participó en muestras colectivas con grandes pintores en el Whitney Museum de Nueva York, también en la Whitechapel de Londres, pero su primera exposición en solitario es “Mid-Career Retrospective”, en el MCA de Chicago. Esta muestra abarca los años noventa hasta la actualidad y es la misma que luego viajaría a la Serpentine Gallery, en Londres.
John Currin ha sido criticado por su estilo tan definido como misógino, pornográfico pero también ésta ha sido la causa de que adquiera gran popularidad y éxito en sus ventas.
En el cuadro “Las ladronas del cornejo” de 2010, expuesto en Gagosian Gallery, se puede apreciar en el detalle del lazo un rojo intenso la maestría con la que incluye elementos de enorme naturalidad entre imágenes fuertemente desnaturalizadas, haciendo de este contraste parte de su seña de identidad. Cada detalle en su arte produce un efecto que roza lo grotesco y lo absurdo, pero estos estímulos visuales conducen al espectador a disfrutar de su destreza como artista.
Imagen: Dogwood Thieves, disponible en https://mindmarrow.wordpress.com, enero 25 de 2013
Otro de sus increíbles cuadros es sin duda “Las mujeres de Franklin Street” que representa a tres damas casi desnudas, con un contenido sexual muy explícito y también un claro efecto sádico en la mujer ubicada en el centro con un rostro casi inmóvil, quizás para acentuar el mensaje de que la figura femenina es un objeto.
En algunas de sus representaciones parece burlarse de la moral, pero su gran aportación es elaborar una composición pornográfica enmarcada en una obra pictórica excelente.
Se habla de Currin como un ilustrador con una mirada masculina de mal gusto, pero lo cierto es que la controversia y las especulaciones sobre su creatividad, no dejan indiferente a nadie, tampoco limitan su pintura a un mero aspecto sexual.
Su pincel es provocativo, pero combina perfectamente lo cursi con lo artístico con gran genialidad. En su pintura aplica la tradición y lo contemporáneo, mostrando la fealdad, proporciones grotescas, renunciando a su crítica social con una mezcla de sensualidad y vulgaridad cotidiana.
John Currin dice sí mismo: “Siempre me han gustado las cosas que pretendan ser absolutamente mediocres pero perfectas, como una suave canción de rock que es perfectamente memorable, que tiene increíblemente esta larga vida y persistencia, que es muy ordinaria pero excitante”.
Imagen (superior izquierda): Glasses, disponible en http://uk.complex.com/, julio 15 de 2013
Imagen (superior derecha): Karren2, disponible en http://www.junejoonjaxx.com/
Imagen (inferior izquierda) Stamford After Brunch, disponible en http://www.junejoonjaxx.com/
Imagen (inferior derecha): The Gardeners (2001), disponible en http://www.moma.org/
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- Escrito por Clelia
Era el verano de 2013 cuando el artista escocés Peter Doig regresaba a su tierra natal como un hijo pródigo. La National Galleries of Scotland realizaba una exposición retrospectiva del artista llamada No Foreign Lands (No hay tierras extrañas). Era la primera vez que exponía en su ciudad de origen. Con este título parecían querer explicar la esencia y el corazón del pintor así como su obra, ya que Peter Doig, nacido en Edimburgo en 1959, había dejado pronto su ciudad para ejercer de nómada por distintos lugares del mundo.
imagen: Peter Doig en la National Gallery de Escocia, disponible en http://www.telegraph.co.uk, Julio 2013
En 1962 se trasladó con su familia a la isla que le acogería definitivamente años más tarde, Trinidad, abandonándola a los pocos años para vivir en Canadá. Este cambio fue el origen de una serie de obras realizadas posteriormente, en los años noventa, en las que Doig presentó aquellos paisajes invernales y nevados de su infancia y juventud, como en White Creep. Más adelante, en 1979, su inquietud le llevó de nuevo a Gran Bretaña y, en Londrés, estudió Bellas Artes en la St Martin's School of Arts y en la Chelsea School of Arts. ¿Fue aquí cuando se enamoró de pintores como Edward Hopper, Paul Gauguin o Edvard Munch?
Los críticos y estudiosos no le llaman «nómada» por capricho. En los años ochenta regresa de nuevo a Canadá, concretamente a Montreal, a sus paisajes nevados, a sus enormes lagos de aguas quietas en los que flotan canoas, algunas con personas solitarias que parecen estar ajenas a todo lo que pasa a su alrededor. Fue uno de estos temas, Canoa blanca, la que años más tarde, en 2007, le convirtió en toda una celebridad al ser subastada por casi diez millones de dólares, un auténtico récord para un artista europeo vivo.
imagen: Canoa Blanca 1990-91, disponible en http://www.saatchigallery.com/, 2015
Sin embargo, para alguien que había decidido alejarse de toda la parafernalia del comercio de arte, esto suponía un serio problema a la hora de crear. Según un artículo del New York Times, el pintor decidió no vender más sus obras al coleccionista Charles Saatchi, responsable de esta venta: «Estaba muy nervioso después de la venta. (...) La gente hablaría más del precio de la obra que del propio trabajo. Además me hacía más difícil pintar. Me preguntaba, ¿por qué lo hago? ¿Estoy haciendo más ricos a los ricos?»
A pesar de estos miedos, el artista ya había sido reconocido por la crítica como uno de los grandes pintores contemporáneos del siglo XX. Fue nominado al premio Turner en 1994 y, ese mismo año, recibiría el premio Elliette von Karajan, además de convertirse, en 1995, en el comisario de la Tate Gallery de Londres.
Durante estos años, uno de sus trabajos más conocido y valorado fue la serie de pinturas basada en uno de los edificios del arquitecto suizo Le Cobursier, Unité d’Habitation, en el que trataba de reflejar su preocupación por la relación de la naturaleza con la obra del hombre. Después de fotografiarlo a placer, plasmó en grandes lienzos el fuerte contraste entre aquel sobrio edificio de hormigón y la vegetación que parecía engullirlo, en medio de trazos impresionistas azules, rojos y amarillos.
imagen: La Casa del Arquitecto en el Barranco 1991, disponible en http://www.saatchigallery.com
Esta relación con la naturaleza, con el entorno en el que vive, se hizo especialmente importante cuando decidió establecerse de nuevo en la isla de Trinidad, en 2002. En Puerto España abrió su taller de pintura y, otra vez cámara en mano, se empapó de los paisajes y de los habitantes. La cámara, las postales o los recortes de periódico se habían convertido en sus más fieles aliados a la hora de conservar en la memoria todo lo que veía y, a partir de ellos, creaba sus cuadros ya dentro del taller, no en una creación fotorrealista, sino impresionista y abstracta.
En esta etapa, retrató sobre todo una naturaleza salvaje, con gran influencia de Gauguin, en la que se cuela de vez en cuando algún personaje solitario, dibujado de forma esquemática, en medio de los fuertes colores llenos de vida del paisaje.
Imagen: Pelicano (Ciervo) (2003), disponible en http://peterdoig.mbam.qc.ca/
Cómo él mismo reconocía, trataba de homenajear a sus pintores favoritos, pero sin que sus obras fuesen simplemente exóticas o representaran un mundo idílico y primitivo, sino con una visión propia de ese mundo que lo rodeaba, un mundo que se transformaba según el momento y el observador. Muchos estudiosos han hablado del carácter onírico y misterioso de algunos de sus cuadros y de la contradicción y la paradoja que encerraban: si en un primer vistazo parecen accesibles y cercanas, después se van convirtiendo en algo mágico y misterioso.
Han sido muchas las exposiciones que se han hecho a lo largo de los años sobre la obra de Peter Doig. En 2005, siendo profesor de la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf, tuvo lugar una exposición en la Pinakothek der Moderner de Munich sobre su obra, donde destacaba, entre otras imágenes, la de un viejo roquero que miraba de frente a los visitantes, sentado en una pequeña barca, en la composición llamada One hundred years ego.
Imagen: Hace 100 años (2001), disponible en http://peterdoig.mbam.qc.ca/
Más tarde, en 2008, la Tate Gallery de Londres expuso dos décadas de creación del artista, con más de cincuenta pinturas al óleo y trabajos sobre papel y en la que mostraba a un Peter Doig pintor de sueños y de mundos alternativos, llenos de fantasía combinada con recuerdos e imágenes de su memoria. Después, tuvieron lugar las muestras del Musée d’Art moderne de la Ville de Paris y de la Contemporary Fine Arts de Berlín, hasta regresar a su ciudad natal con la exposición ya mencionada, No hay tierras extrañas, que se trasladaría después a la Montreal Museum of Fine Arts, a principios de 2014, destacando en ella sobre todo la muestra de cuarenta carteles de películas que Doig pintó para las sesiones de cine del studio filmclub, instalado en su propio taller.
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Una de las condiciones que el gobierno chino impuso al artista Ai Weiwei para concederle la libertad fue la prohibición de viajar al extranjero. Desde entonces, sus obras lo hacen por él.
También lo hizo con su padre, el prestigioso poeta chino Ai Qing, al que desterró a una granja de Manchuria en 1958, un año después del nacimiento del artista, prohibiéndole publicar sus obras. Y así pasó su infancia Ai Weiwei, sin acceso a los libros ni a la lectura. Quizás por esto, cuando su familia regresó a Pekín en 1975, el artista se zambulló en la vida cultural y reivindicativa de la ciudad. En 1978, entró en la Academia de Cine y fundó un grupo de arte vanguardista, Star, comprometido también políticamente y con el que nunca dejó de colaborar.
Este pasado configuraba una personalidad tenaz y reivindicativa y, también, una obra artística caracterizada por sus rasgos arquitectónicos y por su denuncia de las injusticias de su país: «Alguien tiene que plantar cara y hablar. Si no hablo me convierto en cómplice. Y ya está».
imagen: Las 100 millones de semillas de girasol de porcelana de Ai Weiwei, disponible en http://www.telegraph.co.uk, 2015
Sus años de juventud en Estados Unidos transcurrieron en contacto con algunos de los círculos artísticos más importantes y con movimientos como el minimalismo y el arte conceptual. Desde que llegó en 1981, experimentó con la fotografía y se empapó de artistas como Marcel Duchamp o Andy Warhol. Pero, de repente, la enfermedad de su padre le hizo regresar a Pekín en 1989. Centrado en la fotografía, el regreso a su cultura y a su pasado configuraban su personalidad artística: «Duchamp tuvo la rueda de bicicleta, Warhol la imagen de Mao, yo tengo un régimen totalitario. Es lo que está hecho para mí».
Sin querer desprenderse de la tradición, decidió utilizarla como arma de crítica social y de expresión personal. Posiblemente una de las obras que mejor representa este aspecto es Vasija de la dinastía Han con el logotipo de Coca-Cola, de 1995; un símbolo occidental marcado en un objeto propio del arte milenario chino.
imagen: Ai Weiwei – Vaso neolítico con logo de Coca-Cola, disponible en http://www.digitaljournal.com, 2015
Pero fue Internet lo que le dio un impulso increíble, convirtiéndose en su mejor arma de difusión. Cuando en 2005, la empresa china de Internet, Sina.com, le invitó a formar parte de su blog de celebridades, Weiwei descubrió infinitas posibilidades de comunicación. Nunca había usado un ordenador, pero según le comentó a la periodista Alison Klayman, directora del premiado documental Ai Weiwei: Never sorry: «Internet es lo que más me ha afectado (...) y me ha encendido».
Su difusión internacional llegó en 2008, con el diseño del estadio olímpico de los juegos de Pekín. El carácter arquitectónico de su trabajo hizo que fuera elegido como director artístico del proyecto junto a los arquitectos Herzog y Meuron. El popularmente conocido como The Bird Nest Stadium (Nido de pájaro) se convirtió en una espectacular estructura de acero de gran ligereza visual.
Después de esto, el interés por exponer sus obras fue en aumento. En 2010 realizó una de sus exposiciones más famosas en la Tate Modern de Londres. Con mucha disciplina y paciencia, llenó la sala de turbinas del museo con cien millones de pequeñas pipas de porcelana hechas y decoradas a mano por artistas expertos de la ciudad de Jingdezhen, en la obra titulada Sunflower sedds (Pipas de girasol). Para algunos críticos representó la unión del minucioso trabajo tradicional con el nuevo fenómeno económico reflejado en su mayor producto de exportación.
Después vendría otra de sus creaciones más reivindicativas. Tras el terremoto de Sichuan en 2010 en el que murieron muchos niños por el mal estado de las escuelas, Weiwei, además de encabezar un movimiento de denuncia en todo el país, realizó la obra conmemorativa Remembering, que se encuentra en el museo Haus der Kunst de Munich, en la que utilizó nueve mil mochilas de colores en una enorme construcción que abarca toda la fachada.
imagen: Instalación “Semillas de Girasol”, disponible en http://avaxnews.net/
El 3 de abril de 2011, el artista era detenido por la policía china y recluido en paradero desconocido. Esto provocó las protestas de los principales ámbitos culturales y sociales de todo el mundo y diferentes gobiernos, ONG e instituciones culturales enviaron mensajes pidiendo su liberación. Esta se produjo en junio de 2011, después de ochenta y un días de prisión en una celda mínima, reproducida en abril de este año 2014, en el museo Martin-Gropius-Bau de Berlín como parte de la exposición titulada Evidence.
Aunque durante este período el artista dejara de crear centrado más en su labor reivindicativa, los museos seguían exponiendo sus obras, por ejemplo, sus famosas Círculo de animales/Cabezas del zodiaco que han recorrido las salas de diferentes museos desde que se crearan en 2010. En España, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo era el primero en traer sus obras a nuestro país, en 2013. En esta exposición, titulada Resistencia y tradición, se mostraba el principal eje de su producción: China y la sociedad de masas, la producción desmesurada, etc., destacando la obra Descending light.
imagen: Ai Weiwei Descending Light, disponible en http://fundacionhelgadealvear.es
Todo lo organiza desde su estudio. Su gobierno no le deja viajar y el artista, en su afán de perfección, es capaz de estudiar de forma profunda y a conciencia los distintos espacios en los que va a exponer sus obras, a través de planos, fotos, imágenes digitales y, sobre todo, gracias a su bagaje como arquitecto; lo que sea necesario para sentirse presente en esas salas. Este año de 2014 sus obras se exponen en el Museo de Antropología de México, en el Blenheim Palace, en Inglaterra, o en la prisión de Alcatraz, en San Francisco, en donde el artista ha llenado de mensajes de libertad una cárcel mítica.
Es cierto que sus obras tienen valor en sí mismas sin la ayuda del marketing político que siempre lo acompaña, pero también es cierto que no se puede separar de su compromiso social. Alison Klayman ha dicho de él que «activa a otros» porque «es capaz de llegar a mucha gente y de hacer que la gente piense». Él ha dicho: «Una sociedad sin libertad para hablar es un oscuro pozo sin fondo. Y cuando está tan oscuro, todo lo demás empieza a brillar».
En nuestra web se pueden observar todos los detalles de su última muestra en la página Las 10 mejores exposiciones de Nueva York.