La trilogía de Lucio Anneo Séneca invita a reflexionar sobre la manera en la que vivimos, el tiempo que disfrutamos y el que perdemos. Este libro reúne tres tratados imprescindibles, que han marcado el pensamiento de otros grandes de la filosofía.
Cubierta del libro Sobre la brevedad de la vida, el ocio y la felicidad. Ed. Acantilado, 2013.
“No tenemos poco tiempo, sino que perdemos mucho”. Esta frase, tan escueta como demoledora, marca los tres volúmenes que conforman Sobre la brevedad de la vida, el ocio y la felicidad (Ed. Acantilado, 2013). El libro reúne tres de los tratados imprescindibles escritos por el filósofo Lucio Anneo Séneca y los edita con una magnífica traducción de Eduardo Gil Bera, en una publicación esencial que no ha perdido vigencia a lo largo de los siglos. En el libro encontramos los tratados De brevitate vitae (año 49), De vita beata (circa 58) y De otio (circa 62). En los tres, el filósofo interpela directamente al lector y resalta cuestiones que le sorprenden y le indignan. El objetivo de las obras es evidente: reprochar a los seres humanos su poco interés por vivir vidas plenas, dedicando el exiguo tiempo de que disponen a metas tan banales como la consecución de fortuna y riquezas, la protección de las posesiones o el asalto al poder. El filósofo entra en la cuestión de forma directa, desde el primer capítulo del primer volumen (dedicado a la brevedad de la vida), y lo hace con sentencias brillantes: “No dudo de la verdad de la aseveración, dicha a modo de oráculo, del máximo de los poetas: ‘Es exigua la parte de vida que vivimos’. En verdad, todo el espacio restante no es vida, sino tiempo”.
Estatua de Séneca en Córdoba, obra de Amadeo Ruiz Olmos. En wikipedia
Séneca dedica las páginas de los volúmenes a poner al lector, literalmente, ante las cuerdas. Con el objetivo de hacer “despertar” al género humano de su abandono y su molicie, en el primer volumen invita a los ancianos a reflexionar sobre cómo ha sido su vida. Cuánto de esa vida ha sido realmente día, y cuánto simplemente, “tiempo”. En este párrafo magistral, el filósofo sugiere: “Haz memoria de cuándo estuviste seguro de tu propósito, cuántos días se desarrollaron como los habías programado, cuándo dispusiste de ti mismo, cuándo permaneció tu rostro inmutable y tu ánimo indemne, qué has hecho en tan largo tiempo, cuántos saquearon tu vida sin que sintieras la pérdida, cuánto se llevó el dolor vano, la alegría estúpida, el ávido deseo, los cumplidos, y qué poco ha quedado de lo tuyo. Comprenderás que mueres antes de tiempo.” Frente a quienes se quejan de lo corta que es la vida, él rebate que no lo es; simplemente, no la aprovechamos lo suficiente. Los otros dos libros invitan a luchar contra ese concepto de brevedad, animando al lector a sacar chispas a su tiempo mediante la búsqueda del conocimiento y la quietud. Como indica Fermín Herrero en la reseña publicada en El Norte de Castilla, Séneca nos anima a buscar “el camino a la renuncia y la aceptación que, desde la quietud, alcance a discernir, a vislumbrar al menos, la verdad”.
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