En un texto en el que la prosa lee como verso (y viceversa), el escritor se mete en la piel del artista y su entorno personal, haciendo estallar la luz de sus cuadros en cada página.
Cubierta del libro Vivir con el corazón (Ed. La Huerta Grande) y retrato de Javier Santiso en El país.com.
Desde la primera página de Vivir con el corazón (La Huerta Grande, 2021), Javier Santiso desboca su prosa en un alud desenfrenado de frases e imágenes, separadas por comas. Al lector le queda, por tanto, bien claro que la intención del escritor y poeta no es crear una novela al uso; mucho menos, una biografía del famosísimo pintor preimpresionista. Al contrario, el libro de Santiso busca introducirse en los lienzos de Van Gogh y penetrar debajo de su piel. Y lo hace a través de ocho episodios, en los que disecciona su vida y obra a través de “historias minúsculas” sobre la relación del artista con otras personas a las que amó. El primer capítulo se centra en el propio pintor, indagando en el alma perdida de un hombre que visitaba su propia tumba. En realidad, se trataba de la de un hermano gemelo muerto al nacer, al que se enterró con su mismo nombre. “Ese hermano que nace y muere al mismo tiempo con un año de distancia, lleva también el mismo nombre que él”. A partir de este hecho, las páginas del ibro nos empujan de lleno en la personalidad y la vorágine de pensamientos del Van Gogh ficticio, un personaje recreado por el escritor que sentimos muy próximo al real. La avalancha de imágenes visuales y literarias, tan característica de la lírica, permite al escritor recrear un universo personal equivalente al imaginario pictórico del protagonista de la novela: un despliegue de colores, formas, paisajes, animales y figuras simbólicas, que la calidad de la escritura de Santiso hace visibles a través de la palabra impresa.
Posible retrato de Vincent van Gogh (tercera figura por la izquierda) con Paul Gaugin y Émile Bernard, entre otros. Realizada por Jule Antoine. En news.artnet.com
“Vincent siempre quiso algo más, quería hacer bailar las flores, escribir lo imposible sobre la pared verde del viento, iluminar, vivir con el corazón”. Esta frase refleja el objetivo de la novela, la primera publicada por un escritor acostumbrado a reflejar belleza y alma a través de la poesía. Santiso se reencarna en Vincent e imagina sus momentos de ansiedad y de vibración; de inspiración, pero también de confusión. Entre líneas, el escritor nos va dando inteligentes pinceladas (nunca mejor dicho) de la realidad del artista, un hombre atormentado que solo podía descargar su sufrimiento en el arte, el alcohol y los excesos. Nos cuenta cómo el alcohol presente en la absenta, la bebida bohemia por excelencia a la que era aficionado, provocaba visiones en su mente que creaban “halos de colores”. Y cómo el doctor Gachet, protagonista de uno de los retratos más famosos y cotizados de la historia del arte, le proporcionaba dedalera y santonina para controlar sus “erupciones volcánicas”. Los siguientes capítulos, escritos a través de personajes como su hermano Theo o su cartero, Joseph Roulin, siguen la misma dinámica. Tal y como comenta el escritor en una reciente entrevista a El País, “el libro surge como una riada, de manera descontrolada en el verano mágico de 2019, después de leer la ópera verbal que despliega [Pierre] Michon en 'Rimbaud el hijo' y que me dejó descolocado”. En definitiva, nos encontramos con una novela deslumbrante y arrolladora, que refleja como ninguna los colores siempre en movimiento y la luz profunda de los lienzos de Van Gogh. En palabras del escritor: “Vincent quiere más, quiere mucho más, quiere vivir con el corazón, que le operen a cielo abierto, que los columpios sigan jugando en sus ojos”.
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