El nuevo libro del pensador francés nos plantea una cuestión inquietante: ¿es la vida que vivimos la verdadera vida?, y nos propone una reflexión sobre la “verdad” que permanece oculta bajo la rutina y la necesidad.
Cubierta de “De Vera Vita”. François Jullien. Ediciones Siruela, 2022
La cuestión de si la vida que vivimos cada uno de nosotros y nosotras es real o solo una simulación, ha inquietado a autores de todos los tiempos. Ya en el siglo XVII, Calderón de la Barca definía la vida como “una sombra, una ficción”. En su novela póstuma 'El forastero misterioso' (1916), Marc Twain se aventuraba a sugerir que todo lo que nos rodea pudiera ser solo producto de nuestra imaginación. Y en las últimas décadas, películas como las que conforman la trilogía 'Matrix' o 'El Show de Truman' apuntan también a la posibilidad de que aquello que constituye nuestro día a día no sea realmente lo que pensamos que es. El filósofo y sinólogo François Jullien, profesor de la Universidad París-Diderot y director del Instituto de Pensamiento Contemporáneo, se sumerge de lleno en esta incómoda cuestión en su último libro, ‘De Vera Vita’, publicado por Ediciones Siruela. Un texto profundo e inquisitivo en el que las preguntas se suceden, siendo cada una más incómoda que la anterior. Según pasa las páginas, el lector o lectora se enfrenta a bocajarro a cuestiones que muy probablemente alguna vez se haya planteado, para después “taparlas” bajo el manto de la inmediatez. Porque lo que Jullien nos propone se resume en una de las primeras frases del libro, y habla de una experiencia común a muchísimas personas: “Una mañana —cuando el día aún no ha impuesto su curso, no ha proyectado su fatalidad— se alza insidiosamente una sospecha: que la vida podría ser algo muy distinto a la vida que vivimos”.
Retrato de François Jullien. En Wikipedia.org
Una de las muchas cualidades del texto es que en ningún momento pretendesu autor dar normas o soluciones a la incapacidad por vivir la vida de una manera u otra. Como filósofo, se limita a hacer preguntas y a desarrollar ideas alrededor del concepto. Pero lo que no duda en hacer (algo que en estos tiempos es muy de agradecer) es arremeter contra lo que él llama el “infrapensamiento”: toda la cultura, o más bien pseudocultura, que se genera alrededor del supuesto bienestar, la resignación y la aceptación. Y lo deja bien claro: “Contra ese pensamiento perezoso, de repliegue, de repliegue del pensamiento y conjuntamente de la vida, que se conforma con banalidades de un infrapensamiento que no hace ni pensar ni vivir, debemos alzarnos a partir de ahora”. Jullien no se queda ahí, sino que avanza pregunta tras pregunta hacia un universo de cuestionamiento que no puede ni debe dejar indiferente al lector: es fundamental que, tras leer el libro, algo en quien lo lee (aunque sea en una pequeñísima proporción) cambie y se transforme. Porque como dice el autor, en una afirmación tan dura como realista, “la paradoja fundamental de la vida es que la vida no coincide con la vida, y eso desde su origen”. Y nos invita a hacer lo posible para ser conscientes de ello, aunque no podamos (o en realidad no queramos) cambiarlo. Porque como nos dice el pensador, no podemos saber cómo es la verdadera vita (vera vita), pero sí podemos saber cómo no es. Y sin lugar a dudas, no es como la que vivimos.