La galería inaugura la primera exposición individual del artista en España, 30 años después de la retrospectiva que le dedicó el IVAM de Valencia.
Vista de la instalación de Joel Shapiro en la sede que la Galería Cayón tiene en Menorca. En galeriacayon.com
Las obras del escultor Joel Shapiro (Nueva York, 1941) retan al espectador a enfrentarse con sus propias dudas. Los juegos de escala, la supuesta ingravidez y la engañosa ligereza de sus esculturas, que parecen flotar como piezas de papiroflexia en un chorro de aire, desafían nuestra percepción de conceptos tan “fiables” como el peso o el volumen. El artista norteamericano, una de las figuras más importantes de las artes plásticas de los siglo XX y XXI, permanece en activo y vuelve a mostrar su talento y su poesía en la exposición organizada por la Galería Cayón su sede de la isla de Menorca. No es la primera vez que Shapiro desembarca en España: en 1990, el prestigioso IVAM de Valencia organizó una gran retrospectiva de su obra. Y 30 años después, la galería nos demuestra todo lo que aún le queda por contar. La muestra, inaugurada el 10 de junio y que se puede visitar hasta el 27 de agosto, incluye grandes obras escultóricas llenas de intensidad cromática, una serie de dibujos al pastel y una instalación XXL que vibra en un escenario espectacular: el que ocupaba el antiguo Cine Victoria, y que actualmente la galería utiliza para exponer obra de gran formato.
Vista de la instalación de Joel Shapiro. En galeriacayon.com
La instalación es una pieza monumental que, tal y como la describen los responsables de la exposición, está formada por “una serie de elementos geométricos de colores básicos que, imponentes por su tamaño de casi tres metros, cuelgan a diferentes alturas”. La envergadura del espacio (12 metros de suelo a techo) y su estética industrial, en la que se han conservado las vigas de hierro, las paredes con restos de pintura y papel pintado y los desperfectos que nos hablan del paso del tiempo, hace de él un enclave ideal para el arte de Joel Shapiro. Los colores y las formas parecen flotar entre los restos del antiguo cine, invitando al espectador a salir del mundo que le rodea y a explorar otros universos regidos por la abstracción y el cromatismo. De nuevo, recurrimos a las palabras de la galería: “la obra escultórica de Shapiro […] lleva al extremo alguno de los principios básicos de la escultura, como es el de la escala, para forzar la visión del espectador, al que abstrae de la posición del que disfruta de una obra diminuta, pequeña o mediana, para ser partícipe en sus instalaciones más monumentales […]. A menudo difumina la línea entre la figuración y la abstracción, explora las posibilidades de la forma escultórica e intenta desafiar el sentido de la escala y vigorizar el sentido del espacio”. No se nos ocurre un lugar mejor para disfrutar de la obra del artista y dejarnos llevar por la música silenciosa de sus obras, etéreas y con vocación de eternas.