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- Escrito por Marisa Carrero
A pesar de los problemas, el pasado 25 de octubre de 2014, reabría sus puertas el Museo Picasso de París, situado en el maravilloso palacete del Hotel Salé, en el Mareis parisino.
Todo llevaba tiempo ya prácticamente listo para la inauguración, pero, al mismo tiempo, todo parecía confabularse para que no fuera así: denuncias del personal contra la directora del proyecto, Anne Baldassari, su destitución por parte del ministerio y contraataque de esta arropada por el hijo del artista, Claude Picasso que «insinuó» que no cedería más obras ni documentos a no ser que Baldassari continuara dirigiendo este proyecto.
La ecatombe parecía cernirse sobre el museo, tras cinco años de cierre por obras. Menos mal que siempre se llega a un acuerdo: Baldassari se ocuparía de esta reapertura y el nuevo director elegido por el ministerio, Laurent Le Bon, de todos los actos futuros.
Finalmente, expertos, amantes del artista, estudiosos y público en general podían centrarse en lo verdaderamente importante, el artista, Pablo Picasso, «el español, orgullo de Francia» según las palabras de François Hollande el día de la reapertura. Finalmente, los visitantes podían pasearse por las diferentes salas del Hôtel Salé, para disfrutar de las 400 obras allí exhibidas especialmente para este acontecimiento (aunque el museo cuenta con 5.000), organizadas primero en la mente de la aún comisaria Baldassari y después en los diferentes pisos del museo, de una forma cronológica y temática a la vez, sin querer existir la una sin la otra.
Se trata de «atraversar todo Picasso», según la propia Baldassari, para recorrer íntegramente la trayectoria del artista: su monocromía de las etapas rosa y azul, el cubismo, su trabajo con los objetos o su implicación en los temas bélicos.
No encontraremos largos textos que nos expliquen lo que vemos, ni rígidos bloques temáticos sobre sus obras. Se trata más bien de «zambullirnos» en el artista, disfrutar de forma intuitiva y espontánea de sus diferentes técnicas, de sus colores, de los mensajes encerrados tras sus obras. Se puede elegir entre veinte minutos de recorrido acelerado por el subsuelo del museo, para disfrutar de su etapa cubista, sus últimas obras, sus creaciones monumentales o su fotografía, o tomarlo con más calma y pasearse por los tres pisos de esta exposición inaugural y ver así toda la vida del pintor. O también, podemos dedicarnos a la buhardilla, en la que se cobijan los gustos personales de Picasso: aquellos pintores y obras favoritas que mucho tuvieron que ver en su proceso creativo.
Y con todos estos «mimbres», el día en que el artista habría cumplido 133 años, este museo reabrió sus puertas, recuperado de la polémica sobre las luchas burocráticas y políticas y sobre la supuestamente dudosa calidad de la restauración del edificio.
Indiferente a todo esto, el elegante Hôtel Salé del siglo XVII está dispuesto a brillar como nunca y a seguir presentando nuevas ofertas y nuevas maneras de mostrar al mundo al artista malagueño. Su nuevo director, Laurent Le Bon, tiene varias ideas para este 2015, entre ellas la de observar la obra de sus herederos: «La idea no es tanto invitar a artistas de hoy, aunque también, como observar a Picasso con una mirada contemporánea».
Y así llegamos a este 2015 con un museo pleno de actividades culturales para celebrar los treinta años de su inauguración. «Uno es lo que conserva», dijo Picasso en una ocasión. Disfrutemos, por tanto, de todo lo se ha conservado en el Musée Picasso.
MUSÉE PICASSO PARIS
5 rue de Thorigny
75003 Paris
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- Escrito por Ángeles Blanco
Coreógrafo, artista visual y director, Shen Wei, nacido en China, pero afincado en Nueva York desde 1994, no separa sus influencias culturales ni los medios de expresión y aglutina danza, escultura, música, maquillaje y pintura para expresarse con su arte. La crítica destaca de su obra la innovación del acercamiento entre la cultura y sensibilidad china y la occidental: desde pequeño estudió las técnicas escénicas de la ópera, la caligrafía y pintura chinas, hasta que, siendo adolescente, entró como bailarín y coreógrafo en la primera compañía de danza contemporánea china, la Guangdong Modern Dance Company, hasta su marcha a Estados Unidos.
A partir de entonces empieza a gestar el concepto de «obra total de arte» y a diseñar su escenografía, vestuario y maquillaje, a crear obras donde el entorno visual y la danza forman un todo. Como director artístico de una compañía de baile contemporáneo desde el 2000, crea un lenguaje corporal que denomina «desarrollo natural corporal». Con el tiempo, fue incluyendo trabajos multimedia a gran escala, lo que le valió ser el artífice de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008 o grandes espectáculos como en el Park Avenue Armory, el Museo Metropolitano de Nueva York o el Teatro de la Ópera en Roma, por citar algunos. Su intensa trayectoria le ha valido recibir el premio Nijinsky al Coreógrafo revelación en 2004 y el premio MacArthur en 2007, además de otros muchos honores.
En sus propias palabras «Una vez que la danza está en escena, quiero conseguir una conexión total entre todos los sentidos… esa es la razón por la que he estado realizando más puestas en escena en museos». Justifica su visión integral del arte y el unificar distintas manifestaciones artísticas en su obra porque todas forman parte de su aprendizaje y no puede separarlas. Sin embargo, el artista conocido por sus grandiosas puestas en escena y sus espectáculos marcadamente visuales basados en el movimiento ha sido, desde siempre, pintor: antes de crear imágenes con cuerpos, las había creado sobre lienzo o papel. Ahora, puede plasmar en el lienzo la energía del movimiento.
El Museo de Arte + Diseño (MOAD), en la Torre de la Libertad, alberga Shen Wei In Black, White and Gray, la primera gran exposición de la obra pictórica del artista tras muchas pequeñas exposiciones en galerías de arte. Shen Wei se ha manifestado emocionado por el evento: «este año, por fin ha llegado el momento de decir que estoy preparado para mostrar a la gente que soy pintor». Coincidiendo con su inauguración, durante la semana de Art Basel Miami Beach, se representaron cinco espectáculos: doce bailarines de la compañía Shen Wei Dance Arts, moviéndose entre los visitantes, ayudaron a comprender la relación existente entre la danza y sus pinturas.
Ocupando una planta entera, se muestran once nuevos cuadros de grandes dimensiones (entre cinco y diez metros) en los que ha utilizado únicamente la paleta de grises. Se trata de estudios de contrastes: luz y penumbra, inquietud y tranquilidad, con una fuerza que emana de su interior más profundo. En su génesis, parece evidente la experiencia en pintura con tinta china de su infancia que termina encontrándose con la técnica de pintura al óleo occidental.
Su proceso de creación, que realiza en soledad, sintiéndose en paz y libre para imaginar y expresar, es un paradigma de su concepto global de arte: la práctica de la pintura está tan conectada con la danza, que usa su propio cuerpo para pintar. «He estado estudiando y practicando cómo mi energía y movimiento afectan a mis pinceladas, o lo que utilizo para tocar el lienzo, incluyendo mis pies, mis brazos, mis dedos, todas las partes de mi cuerpo – indica el propio Shen Wei – me gusta la energía del ser humano como una manera de conectar con el lienzo... ¡Hace que la pintura esté tan viva! Soy un bailarín, me gusta usar mi cuerpo para expresarme. ¿Por qué trabajar solo con el pincel y no con mi cuerpo?»
La inmersión física y mental de Shen Wei en el proceso creativo parece derivar de la antigua filosofía china del taoísmo: cuando los chinos crean arte, nunca es simplemente usando las manos, el cuerpo debe formar parte de ella. El artista se olvida de sí mismo y del objeto, e integra su ser y su cuerpo en su obra. En el caso se Shen Wei, es tal la concentración que él mismo afirma haber llegado a desmayarse.
Lo interesante de este artista es que, del mismo modo que no separa las influencias culturales de su arte, tampoco distingue entre los medios que utiliza para expresarse. La suerte es que, ahora que ha encontrado su voz, promete pintar más y realizar más exposiciones.
Shen Wei. In Black, White & Gray
MDC Museum of Art + Design
5 de diciembre 5 de 2014 a 1 de febrero de 2015
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- Escrito por Marisa Carrero
Son ya cincuenta años de matrimonio y de coleccionismo de arte contemporáneo los que unen a Don y Mera Rubell, y veinte desde que crearon esta prestigiosa fundación, junto a sus hijos Jason y Jennifer Rubell. La mejor forma de celebrarlo, para quien ama el arte y ha convertido su pasión en una de las más prestigiosas colecciones de arte contemporáneo del mundo, es mediante este ambicioso programa de exposiciones que tendrá lugar en su sede de Miami, desde diciembre de este año hasta mayo de 2015. Y así, las principales salas de esta sede acogen la labor de todos estos años coleccionando arte y mostrándolo al mundo, repartiendo sus muros para exponer a los muchos artistas que protagonizan este evento.
Las salas del primer piso nos presentan los trabajos de los artistas Will Boone, Aaron Curry, Lucy Dodd, Mark Flood, David Ostrowski, y Kaari Upson, quienes pasaron por la fundación a lo largo del 2014 y a quienes se les encargó muestras individuales de su trabajo, específicas para esta ocasión.
Un segundo piso nos mostrará otra nueva exposición bajo el título To Have and to Hold (Tener y mantener) que nos hará recorrer cronológicamente, a lo largo de veinte galerías, la trayectoria de la colección Rubell desde que este tocólogo y su esposa profesora decidieran iniciar una colección privada de arte allá por finales de los años 70, a través de varias piezas claves de la colección, y donde podremos disfrutar de artistas como Jean Michel-Basquiat, Mark Bradford, Cecily Brown, Marlene Dumas, Keith Haring, Jeff Koons, Glenn Ligon, Reinhard Mucha, Elizabeth Peyton, Richard Prince, Cindy Sherman, y Rosemarie Trockel.
«Los artistas son la auténtica fuente de nuestra juventud» dice Mera Rubell, y por tanto, desde este pensamiento, parece lógico que este matrimonio quisiera dar cabida también a los artistas más jóvenes, como Josh Kline, Serge Alain Nitegeka, Michail Pirgelis y Lior Shvil que mostraran sus trabajos acompañados de algunos textos de su autoría.
La Rubell Family Collection and Contemporary Arts Foundation ha conseguido reunir, en todos estos años, alrededor de 6.800 piezas de 831 artistas, en unos momentos muy diferentes a los actuales, en los que el arte contemporáneo ha llegado a convertirse en algo casi glamuroso y desde luego bastante accesible. Todo este impresionante trabajo quedará recogido también en un catálogo titulado Highlights and Artists’ Writings, Volume 1. En palabras de la propia Mera Rubell: «El arte no viene a ti, tú debes ir hacia el arte». Sigamos su consejo y disfrutemos de esta oportunidad.
Rubell Family Collection
95 NW 29 ST, Miami, FL 33127, U.S.A.
De diciembre de 2014 a mayo de 2015
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- Escrito por Marisa Carrero
Este peculiar personaje con aspecto de motero y vestido siempre de cuero negro, entró de la mano de Andy Warhol en el mundo de la decoración de interiores, allá por los años 70, y también en el del coleccionismo de arte, pues el pago por su trabajo fueron un par de dibujos suyos. Este arquitecto neoyorquino, cuya verdadera vocación fue desde siempre el diseño, arrastra cuarenta años de profesión decorando casas y tiendas de lujo por todo el mundo: «… soy el único arquitecto que puede recorrer todo el alfabeto, desde la A de Armani, la B de Bulgari, la C de Channel, la D de Dior y así hasta la Z». Cuando empezó a ganar dinero, se dedicó a comprar arte, y así logró una exquisita colección de piezas antiguas y obras de arte de todos los tiempos.
One Way: Peter Marino es la exposición que acoge el Bass Museum de Miami del 4 de diciembre al 5 de mayo. Su inauguración se hizo coincidir con la 13ª edición de la Art Basel en Miami Beach y la 10ª edición de Design Miami, la feria internacional de diseño más importante en la que, por primera vez, se hizo entrega del premio Visionario del diseño precisamente a Peter Marino, que cuenta además con el título de Caballero de las Artes y las Letras Francesa desde 2012. Para la ocasión se han seleccionado 136 piezas entre su propia colección, proyectos personales (acabados o no) y trabajos encargados para la ocasión a artistas contemporáneos amigos.
El protagonismo de Marino es indiscutible desde el momento en que se entra en la sala plagada de fotografías suyas y se pasa junto a la estatua de cera que saluda sin descanso a los visitantes, y que posa impertérrito junto a todo el que quiera hacerse una foto con el artista, aunque no sea el de carne y hueso.
Comienza la exposición con las Sombras órficas, una selección de tiras de vídeos de la película Orfeo de Jean Cocteau hecha por Hildebrandt, y la proyección en cuatro pantallas de la ópera Orfeo y Eurídice de Gluck, que se había representado en su apartamento de Manhattan en 2013, con la colaboración para la puesta en escena de Francesco Clemente y Raf Simons.
La ambientación casi sadomasoquista de algunos espacios con vitrinas llenas de instrumentos quirúrgicos, imágenes de cuchillos, máscaras de gas y diversas representaciones de cráneos (motivo recurrente en su obra y que representa la presencia constante de la muerte) contrasta con el lujo y la elegancia de sus trabajos para las firmas de moda más importantes o las más grandes mansiones de todo el mundo. Y todo esto junto a secciones dedicadas al Pop Art, al retrato icónico y a la fotografía, así como algunos de los arcones de bronce que se cuentan entre sus últimas creaciones. En la fotografía se pueden ver dos ejemplos bajo el cuadro de Andreas Gursky. Sobre este, la palabra Paradise es obra de Farhad Moshiri y está compuesta por cuchillos clavados en la pared.
Espíritu libre, personaje transgresor y sensible, de gustos eclécticos, se mueve solo por su pasión por el arte. De esta pasión provienen las obras que se han llevado a Miami, piezas de Miquel Barceló, Jeff Burton, Francesco Clemente, Manolo Yllera, Pierpaolo Ferrari, Andy Warhol, Lee Quiñones, Y. Z. Kami, Idris Khan, David LaChapelle, Andrei Molodkin, Yan Pei-Ming, Paola Pivi, Richard Prince, Richard Serra o Ansel Kiefer, entre muchos otros.
Peter Marino será siempre reconocido como un pionero de la interdisciplinariedad, que ha aglutinando arte, moda y diseño arquitectónico durante cuarenta años. Quizá como muestra de esta perdurabilidad que transmite la energía de Marino, Erwin Wurm ha creado la obra Peter Marino dentro de 100 años, donde un esqueleto vistiendo su cazadora preferida y una gorra, despide la muestra. La exposición podrá gustar o no, pero la selección de piezas no deja a nadie indiferente y es una muestra fiel de su contribución al mundo de la moda, de la arquitectura y del diseño.
One Way: Peter Marino
Bass Museum of Art Miami
December 4, 2014 – May 3, 2015
- Colección Peter Marino. Bass Museum de Miami - - Página principal: Alejandra de Argos -
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- Escrito por Marisa Carrero
«El mundo no es más que una comedia» Bernini.
Esta era la visión de la vida que tenía el artista a quien El Prado ha hecho un hueco especial en sus salas, y que llega a este museo por primera vez, en la mayor exposición dedicada a él en nuestro país.
Bernini fue el artista más grande y polifacético del Barroco. Era escultor, arquitecto, pintor, diseñador de fuentes y de fiestas. Pero lo que nunca imaginó es que también sería instrumento diplomático para la corte española. La compleja situación de la corona hizo que Felipe IV se sirviera de su arte para buscar una mayor presencia en Roma, a través de la financiación de sus obras y mediante numerosos encargos, tanto para las basílicas más simbólicas de la Ciudad Eterna, como para El Escorial o el Real Alcázar de Madrid. Y eso, precisamente, es lo que recoge esta exposición, la relación de Bernini con España y la evolución de su obra durante aquellos complicados años.
Dividida en tres secciones, El Prado nos muestra tres facetas de la obra del artista: Retratos del alma, donde veremos la habilidad y genialidad del escultor para trasladar a la piedra los estados de ánimo del alma humana; Roma teatro de las naciones, que recoge los proyectos más interesantes de Bernini en su labor propagandística de la corona española; y, finalmente, El último Bernini, que nos presenta su época más difícil, de obras inacabadas, de críticas llegadas de París, pero también, de una relación más estrecha con la corona española, especialmente con Carlos II.
A través de obras como Anima beata o Anima dannata, el artista refleja distintos estados del alma humana en los rostros de estos bustos, del mismo modo que lo hace en la escultura que realizó para Santa María de la Vittoria, El éxtasis de Santa Teresa, al tiempo que contribuye a la propaganda de la monarquía española. Y ya en sus últimos años, alejado un poco de Roma, pero más ligado a la corona de España, Bernini realiza varias esculturas ecuestres del monarca Carlos II.
Bernini fue innovador, valiente y luchador, tanto a través de sus esculturas como de sus dibujos, libros y apuntes. Lo mismo podía criticar la demolición del campanario que había diseñado para el Vaticano, mediante un dibujo, como ocurre en La verdad desvelada por el tiempo, que podía, del mismo modo, organizar una actuación teatral para embajadores y grandes hombres.
Según el comisario de la exposición, Delfín Rodríguez, «Bernini convierte Roma en el escenario de sus nuevas propuestas (…), pero a la vez adquiere un papel de director de escena en momentos políticos cambiantes, intercediendo entre los intereses de los prelados y de las naciones». Y ahí está su relación con España.
Su perfeccionismo, su valentía y su fortaleza se reúnen en El Prado a través de dibujos, planos y diversos documentos que nos acercarán a un nuevo Bernini.
Las Ánimas de Bernini. Arte en Roma para la corte española
Museo Nacional del Prado
Del 6 de noviembre de 2014 al 8 de febrero de 2015
- Las Ánimas de Bernini - - Página principal: Alejandra de Argos -