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- Escrito por Marina Valcárcel
La tierra era una soledad caótica y las tinieblas cubrían el abismo, mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas. (Gen 1, 2-3)
CaixaForum Madrid exhibe hasta el 4 de mayo, 245 instantáneas de la serie Génesis de Sebastião Salgado (Minas Gerais, Brasil, 1944). Es el testimonio de uno de los fotógrafos más relevantes de hoy, -premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1998, estuvo en la agencias Sygma, Gamma y Magnum antes de fundar su propia agencia, Amazonas Images-. Con esta exposición retrata los confines de la tierra a través de los ocho años que duraron sus 32 viajes, justo antes de cumplir los setenta años.
Del primer contacto con las fotografías de Salgado nos capta su contundente poder estético. Además, y muy poco a poco, nos van inoculando, con un ritmo parecido a las pisadas de sus elefantes, un mensaje no menos potente: Esto que estas viendo es el 46 por cien del planeta que aún se mantiene virgen, y que está ahí, como el primer día del Génesis.
Decidimos entonces ahondar en el pensamiento y en la biografía de este artista ciertamente convencidos de que alguien como Sebastião Salgado debe tener mucho que decir sobre una zona de la vida y del corazón que sólo se ofrece a quienes tienen una determinada manera de mirar el mundo. Un ritmo, una coherencia, una pasión. Y descubrimos que es su viaje interior el que nos interesa.
Salgado es un hombre de mirada muy clara y habla pausada; su inglés tiene un atractivo deje portugués brasileño y su voz lenta no proviene de dudas en el lenguaje sino de que es un hombre que ha visto mucho y, sobre todo, un hombre que ha mirado bien. Elige sus respuestas y sabe contarlas.
ICEBERG MAR DE WEDDELL. PENÍNSULA ANTÁRTICA. 2005
Como todo buen fotógrafo tiene un pacto con la lentitud. "Yo camino mucho, realizo parte de mis reportajes a pie porque en ese tiempo miro y siento la vida, la naturaleza. Lentamente. Si no se produce un cortocircuito. La esencia muchas veces está en las curvas, en las vueltas que das, no en la línea recta". Por eso compara a los fotógrafos con los cazadores. Ambos viven en la espera, inmersos en procesos auténticos. "Hay que experimentar el placer de esperar".
Hasta el proyecto Génesis, Salgado sólo se había dedicado a fotografiar a la especie humana, y de ella, como de todas las especies animales, tiene una mirada distinta, más amplia, más real y de la que, de verdad, nos gustaría aprender. " He comprobado que, a veces, allí donde la vida crea, se prepara la muerte. En Kazajistán, las mismas industrias producían el fosfato utilizado como fertilizante agrícola y como napalm, un arma muy eficaz en la guerra. En Bangladesh, a partir del mismo tejido ancestral del yute, se fabrican los sacos para los cereales y los famosos sacos que se rellenan de arena con los que los combatientes construyen sus trincheras. Bajo el impacto de las balas, el saco de yute se cierra sin dejar salir la arena que protege a los soldados".
BALLENA FRANCA AUSTRAL. PENÍNSULA VALDÉS. ARGENTINA. 2004
Escuchando y entendiendo su biografía, comprendemos que Salgado es uno de esos personajes que nos gustaría que conformaran la primera visión del mundo y del hombre que tienen nuestros hijos. A la edad en la que les domina el ansia de saber y buscan las respuestas en los cuentos y las imágenes, sería bonito poder sentarles en el suelo y dejarles escuchar mirando desde su pequeñez a un sabio en cuyos ojos de cazador lento de imágenes se leen historias auténticas: "En Etiopía hice 850 kilómetros a pie. Descubrí que toda la tierra fértil de las orillas del Nilo salió de allí. Hice un viaje a una comunidad cristiana, donde estuvieron los primeros judíos de Egipto. Fue como viajar al Antiguo Testamento. Aquel fue mucho más que un viaje de 850 kilómetros, fue un viaje de 6.000 años a mi interior".
De mi tierra a la Tierra (La Fábrica), es su libro de memorias. En él cuenta cómo el proyecto de Génesis empieza en las Islas Galápagos, tras las huellas de Darwin, guiándose por El viaje del Beagle. Allí aprendió que el hombre no es la primera especie dotada de racionalidad. Y narra algunas escenas desconcertantes. En los alcatraces comunes, a la hora de aparearse, es la hembra la que elige al macho. Ellos se presentan ante ella, bailan, abren las alas, enseñan su cuerpo. Cuando ella decide seguir a alguno de ellos, salen volando juntos, dan una vuelta de unos quince minutos y después aterrizan. Así uno tras otro, la hembra deja que le hagan la corte y después escoge a uno. Durante esa estación, sólo ese será su compañero y con quién habrá decidido concebir a sus crías.
ALBATROS DE CEJA NEGRA EN EL ARCHIPIÉLAGO DE LAS ISLAS WILLIS. GEORGIA DEL SUR. 2009.
El primer libro de la Biblia recibe en hebreo el nombre de su palabra inicial: Beresit ("en un principio"). Génesis es el nombre que la versión griega dio al libro, atendiendo a su contenido "el origen" del mundo y del hombre. Salgado no cree en Dios pero con Génesis quiso mostrar "la dignidad, la belleza de la vida en todas sus facetas. Y el hecho de que todos compartimos el mismo origen". Entonces vuelve a su época en Galápagos para contarnos cómo un día observando una iguana, se fijó en sus patas delanteras. Su imaginación le llevo a compararlas con la mano de un guerrero de la Edad Media enfundado en su cota de malla y comprendió la similitud entre las especies. El encuentro con la iguana confirmó el título que quería dar a su proyecto: Génesis.
A nosotros viendo esta foto, mientras recorremos las salas frente al Jardín Botánico, y recurriendo de nuevo a la mentalidad de nuestros niños, nos ocurrió lo mismo ¡¿Es la mano del Rey Arturo, o más bien la de Ironman?!
IGUANA MARINA, GALÁPAGOS, ECUADOR, 2004
Salgado nació en una granja del interior de Brasil, allí aprendió a ver y a amar las luces, se crió con cielos cargados de nubes y tormentas a través de los cuales se filtraba la luz. Pasó su infancia entre enormes extensiones de terreno, arroyos, temporadas de lluvia y largas trashumancias a caballo
entre miles de bueyes.
A los 20 años se enamoró de la otra mitad de su vida, Lélia. Juntos llegaron a París en 1970 huyendo de la situación política de Brasil. En su primer verano europeo y en un Dos CV, condujeron hasta Ginebra para comprar a mejor precio su primer material fotográfico. Lélia debía fotografiar edificios para sus clases en la facultad de Arquitectura. Ninguno de los dos sabía nada de fotografía pero enseguida a ambos les apasionó. Así fue como la fotografía se convirtió en su forma de vida. Gracias al trabajo de Salgado como economista en la Organización Mundial del Café conoció África, se enamoró de ese continente y de fotografiarlo y, poco a poco, empezó a dejar su trabajo y a considerar ser fotógrafo.
MUJERES DEL POBLADO ZO'É. PARÁ. BRASIL. 2004
Como siempre junto a Lélia, emprendieron su otro gran proyecto: O Instituto Terra. La costa brasileña desde su origen estaba cubierta por la selva atlántica -unos 3.500 kilómetros hacia el interior del continente- y la tierra de los padres de Salgado pertenecía a este ecosistema. Tras la amnistía política, el matrimonio decidió volver a su país y al llegar a su tierra se encontraron con el drama de la deforestación: los famosos perobás (variedad del roble) y otras especies de árboles habían sido talados, las tierras fértiles antiguamente cubiertas de pasto habían sido arrasadas y el agua, sin nada que la retuviera, corría a sus anchas encharcando todo. "Lélia me dijo un día, Sebastião, vamos a replantar árboles" y sin tener conocimientos botánicos, ni muchos recursos económicos, sintiéndose completamente urbanitas y, sin ni siquiera vivir ahí, decidieron lanzarse a la aventura. Al cabo de seis meses se enfrentaron a la replantación de 2,5 millones de árboles de variedades de la selva autóctona y crearon el primer Parque Nacional de Brasil en una tierra totalmente devastada. Desde entonces la tierra de sus padres está protegida. Con los árboles llegaron los animales, la tierra de su infancia se convirtió en un paraíso casi más hermoso que el que él recordaba. Este espectáculo de la recreación del ciclo de la vida fue el que decidió a Salgado a plasmar con su cámara la belleza natural de los lugares del planeta a los que la mano del hombre todavía no había llegado. "Génesis es mi carta de amor a la naturaleza".
O INSTITUTO TERRA, MINAS GERAIS, BRASIL, en 2001, cuando empezó a funcionar la replantación de la selva atlántica de Brasil, y en 2013 habiendo logrado su objetivo.
"La fotografía es mi vida, es mi forma de vivir con coherencia"
En la mitad de Génesis, Salgado pasó de la fotografía analógica a la digital. Entre 2004 y 2008 utilizó cámaras Pentax 6458 y se pasó al formato medio, el 4,5 x 6.
Domina la monocromía con extrema destreza y ofrece una nueva dimensión de la fotografía en blanco y negro; las variedades tonales de sus obras, el contraste entre luz y oscuridad, nos recuerdan al Barroco y a las obras de grandes maestros del claroscuro como Rembrandt y Georges de La Tour.
En el blanco y negro busca mayor impacto. Cuando trabajaba en color, la belleza de los azules y los rojos le parecía que anulaban la emoción de lo fotografiado. Le desconcentraban. Con el blanco y negro y todas sus gamas de grises, Salgado nos fuerza a concentrarnos en las miradas, las actitudes, en la densidad de las personas: "Cuando miramos una imagen en blanco y negro, nos penetra, la digerimos y, de forma inconsciente, la coloreamos". Para el fotógrafo el momento de apretar el disparador es único y mágico. La fotografía es la interpretación de una obra en la que confluyen varios elementos que se vinculan: las personas, el viento, los árboles, la luz, los fondos... Pero para lograr ver la fotografía, el fotógrafo debe integrarse completamente en lo que le rodea. Es emocionante leer cómo Salgado describe esos momentos de éxtasis ante el disparador: "Sabes que vas a presenciar algo inesperado. Cuando te fundes con el paisaje, con la situación, la construcción de la imagen acaba emergiendo ante tus ojos. Pero para lograr verla, debes formar parte del fenómeno. Entonces todos los elementos se ponen a actuar para ti... A mi me encanta quedarme así, durante horas, acechando, encuadrando, trabajando la luz a fondo... Hay que amar lo que se hace".
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Queremos concluir con un homenaje a dos genios a través de sus imágenes.
Sebastião Salgado, Ciega a causa de las tormentas de arena, Mali, 1985. Pablo Picasso, Celestina.
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- Escrito por Daniel Fábrega.
Stoller Casa Cocoon, Florida 1950's / Montse Zamorano, Casa AriasMiguez, Madrid 2013. |
“Cada vez es menos factible reflexionar sobre nuestra experiencia siguiendo la distinción entre imágenes y cosas, entre copias y originales”
― Susan Sontag, On Photography
Una gran parte de nuestra generación es conocedora de los hitos de la arquitectura moderna americana de mediados del siglo XX, no por haberlos visitado personalmente, sino por haber absorbido las icónicas imágenes de fotógrafos como Ezra Stoller o Julius Shulman.
Stoller Casa Cohen, Florida 1950 / Montse Zamorano, Casa AriasMiguez, Madrid 2013. |
La prosperidad económica y el optimismo colectivo que se vivió en los años de posguerra en Estados Unidos, hizo de la vivienda unifamiliar un experimento social con rasgos de ferviente devoción en un porvenir perfecto e infinito. La vida doméstica se convirtió en una forma de arte diario, un arte construido y comercializado con eficiencia, una especie de terapia nacional para el mitigar el trauma de una época bélica reciente.
Durante este periodo de fertilidad industrial, tanto Stoller como Shulman, dieron pie a algunas de las imágenes de arquitectura doméstica moderna más relevantes en décadas, y a un legado visual que transcendería la mera utilidad de sus encargos, elevándose a un nivel de simbolismo de una época.
Shulman Casa Twin-Palms Palm Springs California / Montse Zamorano, Casa AriasMiguez, Madrid 2013. |
Tras haber cursado estudios superiores de arquitectura en Madrid y Chicago, y habiendo basado su tesis pre-doctoral en un estudio comparativo de la obra de los dos grandes fotógrafos americanos Ezra Stoller y Julius Shulman, la fotógrafo Montse Zamorano (Madrid 1985) ha canalizado su pasión por la arquitectura fotografiando la obra de estudios de arquitectura de la talla de Foster & Partners, Álvaro Siza, o incluso como de maestros como Le Corbusier, o Louis Kahn.
Como continuación a su labor investigadora de la obra de los dos grandes fotógrafos americanos del siglo XX, Zamorano se ha embarcado en un proyecto fotográfico en busca de las raíces de la naturaleza visual de un periodo de la arquitectura moderna norteamericana, en donde no sólo se retrataba un periodo de la arquitectura, sino una visión de una forma de vida tanto humana, como humanista.
Stoller Casa Deering, Florida 1958 / Montse Zamorano, Casa AriasMiguez, Madrid 2013. |
Tomando como base un proyecto de vivienda unifamiliar en la urbanización “El Bosque” a las afueras de Madrid, y en colaboración con sus autores, el estudio de arquitectura de origen estadounidense Buildworks, Zamorano traza las líneas maestras de una nueva revisión a la hora de componer y retratar la modernidad actual en el marco de la arquitectura doméstica española.
Partiendo del entendimiento de que la arquitectura es una experiencia espacial, las imágenes de Zamorano para esta vivienda desencadenan un discurso visual de gran elocuencia compositiva, organizando los elementos integrantes de manera que su suma supera la sencillez de las formas arquitectónicas retratadas. A modo de los fotógrafos americanos, Zamorano retrata el espacio y su profundidad, a menudo haciendo uso de elementos difusos o fraccionados en primer plano, como la silueta de un vehículo aparcado, la rama de una encina asomando, o una copa de vino en pleno disfrute. Sus fotografías incorporan una obvia apreciación por la pureza de la estructura arquitectónica, pero paralelamente transmiten una aparente preferencia por los aspectos más humanos de sus usos, imágenes en sí, creadas sin drama o deseo de intrusión.
Stoller Tienda en Cambridge, Boston 1969 / Montse Zamorano, Casa AriasMiguez, Madrid 2013. |
No existen grandes esfuerzos escenográficos ni artificialidad en estas composiciones, más bien un ejercicio de tesón y perfeccionismo. Zamorano presenta una escena diaria dentro de un marco arquitectónico que opta por mostrar la fluidez entre el exterior y el interior, los trazos de su ejecución, el alistonado del hormigón armado, la luminosidad del revestimiento cerámico, la emotividad de un cielo otoñal, la omnipresencia de una vegetación perteneciente al lugar desde hace generaciones y respetada en la obra arquitectónica.
Shulman Casa Koenig, Los Angeles 1960 / Montse Zamorano, Casa AriasMiguez, Madrid 2013. |
La utilización del blanco y negro como herramienta documental en estas fotografías, es inherente a esa herencia estilística de Stoller o Shulman aportando grandes dosis de abstracción a la toma final. Al suprimir el uso de color, Zamorano apremia las aristas de la arquitectura moderna sin teatralidad ni distracciones de su mera composición, imprimiendo a la propia utilidad de la imagen un aura de belleza hipnótica, atemporal e inmortal.
Para más información sobre la fotógrafo: www.montsezamorano.com
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- Escrito por Marina Valcárcel
Paula, con sus ojos cerrados, su trenza baja, deshecha y sus proporciones de tronco solo podía salir del corazón de un tilo... Parece no pertenecer a ningún tiempo en la historia, ni a una tierra de origen: podría ser del Mediterráneo, lo mismo que ser hermana de las figuras hechas por las tribus polinesias.
Esta escultura del artista Jaume Plensa (Barcelona, 1955) nos ha llamado poderosamente la atención en la 33 edición de ARCO que acaba de clausurarse y que nació envuelta en la guerra de las cifras. El último informe publicado por Artprice constata que las ventas en nuestro país se han desplomado más de un 60%. Además, el Gobierno decidió adelantar la rebaja del IVA artístico antes de que se celebrase ARCO para insuflarle aire y evitar que se ahogue.
En medio de toda esa polémica encontramos a Paula, aparentemente dormida y extrañamente sola y distante en stand de la Galería Lelong. Nos pareció un imán de paz, de introspección, de espiritualidad y sobre todo de autenticidad en medio de un mar de ruido, mercado, fluctuaciones, cámaras y, a veces, cierta vacuidad.
Paula es una de las representaciones de niñas de Plensa basadas en modelos reales. Tiene unos nueve años y los ojos ampliamente cerrados en señal de una energía interior que está, de alguna, manera iluminándonos. Parece que piensa en el pasado y también en el futuro. Es intemporal. Y, por tanto, genera una sensación de fragilidad mezclada con toneladas de potencia que nos hacen viajar a un mundo interior.
De rasgos más bien latinos, Paula, también recuerda a una niña oriental, es, al final, la concreción de la figura humana en las razas pero sobre todo en la belleza: El tótem. Y nos transporta de inmediato a las figuras de los Moais aquellas imponentes estatuas que debían situarse con sus rostros hacia el interior de la Isla de Pascua y que tras encajarles unos ojos de coral o roca volcánica roja se convertían en la representación de un ancestro.
Para Plensa el cuerpo humano es el eje central de su obra, quizás, porque el cuerpo y sobre todo la cabeza, la cara, son los contenedores del cerebro y, también del alma. "No hay que confundir el cerebro con lo cerebral. El cerebro es el lugar más salvaje de nuestro cuerpo. Dejémoslo actuar", dice el artista.
Sus caras se alargan en búsqueda de la espiritualidad y, por lo tanto, la regresión a El Greco es inmediata. Son "como la llama que nace de la tierra" dice Plensa como sí nos hablara también el pintor de finales del Renacimiento toledano.
Paula es una obra tremendamente bella y precisa. Rotundamente poética. Hay mucho de austeridad y concreción en Plensa “Busco la austeridad en el mensaje. Has de hacer una botella tan pura como puedas para que proteja el mensaje en el viaje, pero sin perder de vista que lo importante es el mensaje que contiene”.
En esta búsqueda de la austeridad, o lo que nos parece más bien, un afán de pureza, Plensa trabaja con materiales que, en seguida, relacionamos con la la luz, con lo blanco, casi con el silencio y la calma. El alabastro, el mármol, el hierro fundido pintado de blanco al que incorpora luz.
Paula, sin embargo, está hecha de un material muy poco habitual en su producción: la madera, más caliente y orgánica. Y escoge el tilo.
La madera de tilo tiene un color muy claro, reposado, un amarillo pálido, que nos hace pensar en ese árbol de gran porte y hojas de poder calmante. Recorrimos con la mano sus nudos y la superficie extraordinariamente lisa y fina de ese corazón de un tilo centenario. Y pensamos de nuevo en esa reflexión de Plensa: "... Soy mediterráneo y tengo los ojos en los dedos, necesito tocar y he intentado integrar conceptos intangibles como luz, poesía, sonido, mundo interior, en algo palpable, físico, que puedas acariciar. Me gusta la interacción con mi obra. Hay en mi trabajo la voluntad de dirigir la obra al ser humano".
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- Escrito por Alejandra de Argos.
La Galería Caylus de Madrid, exhibe por primera vez una exposición de fotografía de un español, "Luz oxidada" de Fernando Manso (Madrid, 1961). De eso trata esta historia, del efecto de la luz y el óxido, versos en la realidad de su autor como hilo conductor de esta serie de fotografías.
Fernando Manso lanza a la eternidad instantes que ha captado cuando las condiciones requeridas por él han llegado a confluir. Conseguir ese instante pretendido, le ha costado en algún caso, que se haya extendido largamente en el tiempo hasta obtener el ansiado momento.
Otras, requieren la intervención suya al sumar a esa visión, elementos que constituyen la composición que quiere llevar a cabo para sentir esa armonía que quiere transmitir.
Esa acción inmediata que es la fotografía se ve afectada por la técnica utilizada por Manso, según me explicaba una copia es nítida, realista y la otra, abandonada a la intemperie es dañada por la acción de la naturaleza creando una nueva realidad de gran belleza.
Lo más importante de la fotografía, más allá de la cámara, en este caso una cámara de placas y fuelle, es el ojo. En muchas de ellas además se añade la creatividad de la composición.
Me ha encantado esta exposición, tan poética como su nombre. La paz y soledad de sus paisajes de bosques de velo blanco; la fría belleza del vidrio y metal del Palacio de cristal; el romanticismo de sus monumentos de piedra, moho y luz otros de niebla y magia; bodegones de óxido y nostalgia, mucha nostalgia suspendida en el aire.
Fernando Manso, fotógrafo de la belleza y las sensaciones comenzó su carrera hace dos décadas. El gran atractivo a mi modo de ver es la línea tan fina que en su obra separa la fotografía de la pintura. Ha editado cinco libros y sus fotos han viajado en exposiciones por el mundo. Recomiendo esta visita y realizar un viaje con este gran pintor de belleza.
FERNANDO MANSO
"LUZ OXIDADA”
martes, 11 febrero 2014 - viernes, 4 abril 2014
Calle de Lagasca, 28 28001 MadridSpain
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- Escrito por Alejandra de Argos
"Gazing Balls" es el nombre que recibe el último trabajo realizado por el artista estadounidense Jeff Koons (1955), expuesto en la flamante galería de arte que David Zwiner tiene en Chelsea, Nueva York.
Produce gran impacto adentrarse en la galería de blancas paredes y descubrir un asombroso espectáculo visual. Inmensas esculturas Greco Romanas te rodean en un diálogo apasionante; Hércules, Afrodita, Narciso, Dionisio… Todos ellos arrebatados de su contexto natural, en una coexistencia con la modernidad, en la que el tiempo acaba por ocultarse. Las esculturas, realizadas en escayola blanca y pura, y cada una de ellas sosteniendo una bola azul eléctrica, suscitan un estado de equilibrio muy singular. El contraste creado por el azul sobre blanco, provoca una visualización muy contemporánea, incrementada con el efecto que producen las obras a gran escala.
Las bolas de cristal, pintadas desde su interior, son un recuerdo de la infancia que vivió el artista en York, Pensilvania, donde la gente de clase media acostumbraba a ponerlas en sus jardines. Antaño de espejo, adoraban el poder de su estética que lo refleja todo. Paulatinamente acabó convirtiendose en símbolo de estatus.
Jeff Koons, escultor figurativo, crea una especie de collage entre la cultura pop y la historia del arte. Sobre ello ha dicho:
“He pensado en Gazing balls durante décadas. He querido demostrar la afirmación, generosidad, el sentido del lugar, y el gozo de los sentidos que simboliza la Gazing balls. La serie de Gazing balls se basa en la transcendencia. La realización de la mortalidad es pensamiento abstracto y desde ahí, se puede obtener un concepto del mundo externo, la familia, la comunidad, y un diálogo más extenso con la humanidad más allá del presente. La serie de Gazing balls se basa en la mirada del filósofo, empezando por la transcendencia a través de los sentidos, pero dirigiendo la visión ( la mirada del filósofo) hacia lo eterno a través de forma pura e ideas.”
Koons ha sido catalogado por The New York Magazine como el artista americano más importante desde Warhol. Es una figura muy destacada de nuestro tiempo, ya que tiene una extraordinaria habilidad para reflejar los valores y deseos de toda una época. Artista Neo-Pop refleja con ironía la sociedad de consumo que le ha tocado vivir y la explota a través de sus instalaciones, esculturas, fotografías y pinturas.
La visión de los artistas contemporáneos proyecta el reflejo de nuestra era; caracterizada por sociedades acomodaticias, atacadas por el consumismo, la inmediatez, las nuevas tecnologías, utilitarismo, etc… nos enfrenta a nuestra realidad para provocar una reflexión muy necesaria.