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- Escrito por Pedro García Cuartango
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Siete siglos después de su paso por este mundo, la figura de Guillermo de Ockham ha ido creciendo hasta adquirir el carácter de leyenda. Ha contribuido a ello “El nombre de la rosa”, la novela de Umberto Eco, llevada al cine, en la que el fraile franciscano investiga una serie de crímenes en la abadía de Melk y se enfrenta al poder papal y al inquisidor dominico.
El franciscano Guillermo de Ockham sostuvo que no existen las ideas universales, sino la experiencia de los seres únicos e irreductibles
Siete siglos después de su paso por este mundo, la figura de Guillermo de Ockham ha ido creciendo hasta adquirir el carácter de leyenda. Ha contribuido a ello “El nombre de la rosa”, la novela de Umberto Eco, llevada al cine, en la que el fraile franciscano investiga una serie de crímenes en la abadía de Melk y se enfrenta al poder papal y al inquisidor dominico.
Ockham nació en un pequeño pueblo cercano a Londres en torno al año 1285, tomó los hábitos y estudió teología en Oxford. Fue acusado de herejía y probablemente salvó su vida gracias a la protección de Luis de Baviera. No sólo se atrevió a cuestionar el dogma de la infalibilidad del Papa, sino que además atacó a Juan XXII y a los dominicos por su afán de acumular riquezas. Murió de peste en Munich en 1339.
Guillermo de Ockham. Vidriera Iglesia de Surrey, via Wikimedia Commons
Dejo una vasta obra en latín, publicada en 17 volúmenes en los años 70 por una universidad católica de Nueva York. A pasar de la menguada difusión de sus escritos, no es exagerado decir que su influencia en el empirismo inglés fue enorme, al igual que en otros pensadores como Leibniz y Kant.
El pensamiento de Ockham supone una ruptura radical con la escolástica de Santo Tomás de Aquino, que había muerto 70 años antes del nacimiento del fraile franciscano. La idea central de la filosofía de Santo Tomás, basada en Aristóteles, reside en que la realidad es cognoscible por el entendimiento. Ockham impugna esta tesis. Pero todavía va mucho más lejos al negar que exista un derecho natural, basado en la razón. No es extraño que provocara tal rechazo en la jerarquía eclesiástica, que veía en él un peligroso heterodoxo en unos tiempos en los que quienes se apartaban del dogma eran enviados a la hoguera.
El llamado Doctor Invincibilis era un sabio que abarcaba todos los conocimientos de su época, un hombre austero y frugal que desdeñaba cualquier lujo o comodidad. Pero nunca aceptó ninguna autoridad por encima de su propio criterio, lo que le llevó a reivindicar el derecho subjetivo, es decir, la autonomía del individuo frente a una autoridad superior.
Ockham sostuvo que no existen ideas de validez universal, ya que el conocimiento es una mera abstracción a partir de la experiencia. Lo único que percibimos son las cosas concretas, la pluralidad de los seres a los que ponemos nombres. Por tanto, no es posible afirmar que hay un género humano con unos atributos que englobe a toda la especie. Lo que existe es Sócrates como ser irrepetible y único.
En este sentido, los conceptos no son más que la denominación que damos a las cosas: “Non plus quam vox est sui significati”. Lo que se puede traducir como que sólo existen signos en nuestra mente que nos permiten ordenar la realidad, pero no ninguna idea universal que nos ayude a comprender la naturaleza humana o la esencia de Dios. Dirá, por ello, que “el universo no es producido, sino que resulta de una operación abstractiva, que no es otra cosa que una especie de ficción”.
A esto se le ha llamado nominalismo, aunque Ockham no encaja en este movimiento porque cree que sí que existe una verdad superior, que reside en Dios. A ella podemos acceder mediante la fe, la única fuente de conocimiento seguro. Afirma que el Supremo es el creador del orden existente, pero podría haber creado otro porque su voluntad no está atada a ningún mandato. De forma provocativa, pero muy expresiva, señalará que el Hijo de Dios podría haberse encarnado en un asno. Luego matiza este enunciado al subrayar que Dios no puede contradecirse ni destruir el mundo que él ha creado.
Ya se observa que hay un rechazo a la metafísica dominante en la época y a la herencia de Aristóteles y Platón. Fue este fraile franciscano el que dio nombre a la famosa “Navaja de Ockham”, que, dicho de forma simplificada, consiste en que la explicación más acertada es siempre la más simple. Esta idea quedó formulada en una máxima a la que recurrió también Bertrand Russell: “Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem”. Ello significa que no hay invocar hipótesis más complejas cuando existe una causa suficiente de los fenómenos.
La concepción de la ética de Ockham se aproxima al imperativo categórico de Kant al sustentar que no existe un orden natural que justifique una norma positiva, por lo que el hombre tiene que actuar en base a los designios de Dios. Esa voluntad es interpretable y no depende de la autoridad papal ni eclesiástica. Lutero estuvo muy influido por esta noción que implicaba una relación directa entre el hombre y el Supremo Hacedor.
Ockham fue un pensador singular que cuestionó los dogmas dominantes en su tiempo y se adelantó cuatro siglos a filósofos como Locke o Hume, que siguieron el camino que este franciscano había trazado con su escepticismo sobre la escolástica medieval. Su legado sigue vivo.
Grandes Filósofos - Guillermo de Ockham
https://www.youtube.com/watch?v=ZlBtXYubyow
- Guillermo de Ockham. Las cosas son palabras - - Alejandra de Argos -
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- Escrito por Marta Sánchez
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Jenny Saville, la artista mujer viva más cotizada de la actualidad, reivindica el poder del cuerpo femenino no normativo y su belleza escultórica, así como el uso del realismo figurativo y de las técnicas tradicionales como parte de una nueva modernidad.
La artista de la corporalidad
Foto: Cortesía de la artista para la Galería Gagosian. En gagosian.com
En 2018, una obra pintada en 1992 por la entonces joven artista británica Jenny Saville saltó a los titulares de los periódicos. El lienzo, un desnudo femenino monumental titulado ‘Propped’, se vendió en Sotheby’s por 12,4 millones de dólares. La venta convirtió a Jenny Saville en la artista mujer viva más cotizada de la actualidad, título que conserva hasta la fecha. Curiosamente, el lienzo fue pintado cuando Saville comenzaba su trayectoria como pintora; a diferencia de otros artistas consagrados, que tuvieron que luchar durante años (o incluso décadas) para ser reconocidos, su talento fue descubierto muy pronto. Eso le permitió trabajar con intensidad durante años y crear un cuerpo de obra de dimensiones colosales, tanto por el tamaño de sus lienzos como por su espectacular calidad. Su nombre empezó a destacar como parte de los Young British Artists, el célebre colectivo de artistas británicos emergentes que despuntó en los años 90 del siglo XX. Sin embargo, ella siempre se desmarcó de esta definición: la razón, su interés por la pintura figurativa frente a la abstracción o el arte multidisciplinar practicados por sus coetáneos. En sus lienzos, la artista superpone capas de óleo, carbón, pastel y otros materiales, al tiempo que amontona cuerpos y rostros que se fusionan en transparencias orgánicas. Su técnica provoca una combinación de abstracción y realismo llena de potencia y de sensualidad, y que al mismo tiempo genera una sensación inquietante y perturbadora. Inspirada por maestros como Rembrandt, Rubens o Bacon, Jenny Saville reivindica el poder del cuerpo femenino no normativo y su belleza escultórica, así como el uso del realismo figurativo y de las técnicas tradicionales como parte de una nueva modernidad.
‘Propped’ (1992). En sothebys.com
De Cambridge a Glasgow. La influencia de los Maestros
Jenny Saville nace en Cambridge, Inglaterra, en 1970. Su infancia fue convencional y tranquila, si bien su familia se mudó en varias ocasiones debido al trabajo de su padre, administrador escolar. Esto hizo que la pequeña estudiara en distintos colegios hasta finalizar la educación secundaria. Aunque sus padres siempre fomentaron su independencia y sus inquietudes artísticas, en realidad fue su tío Paul Saville, artista, historiador de arte y primer Presidente del Departamento de Artes Liberales del Clare College, quien despertó en ella la pasión por el arte. Durante su infancia y su adolescencia le acompaña a visitar los museos británicos y viaja con ella a Holanda y a Italia, donde la futura artista queda deslumbrada por los Grandes Maestros y conoce también a los artistas de vanguardia. Es precisamente Paul Saville quien anima a Jenny a matricularse en el Glasgow School of Art a finales de los años 80.
'Strategy' (1994). En historia-arte.com.
La formación y la estancia en la reputada escuela influyen poderosamente en la joven artista, quien ya por entonces empieza a desarrollar un estilo muy personal y una técnica que destila maestría. Tal y como comentaría en su momento: “Cada uno de los días que subes esas escaleras te conducen a convertirte en artista”. Para pagarse la estancia en Glasgow, y al no contar con ninguna beca o ingresos propios, Saville empieza a trabajar como camarera. Durante su etapa de formación obtiene una beca de seis meses de duración para estudiar en la Universidad de Cincinnati, EEUU: la estancia no solo le ayuda a evolucionar en estilo y en técnica, sino que le permite abrir sus ojos a otras realidades. En entrevistas posteriores, la artista recuerda su asombro ante la presencia de “grandes mujeres y grandes cuerpos blancos en shorts y camisetas”. Poco después, estas escenas empezarán a formar parte de su imaginario, desbordando los límites de sus lienzos con una cualidad escultural única y poderosa.
El éxito en la juventud: la National Portrait Gallery y Saatchi
El último año lectivo de Jenny Saville en Glasgow es también el de sus primeros éxitos. La intensidad, la calidad y la originalidad de su trabajo no pasan inadvertidas a la crítica y el público: en dos ocasiones, la National Portrait Gallery escoge sus cuadros para incluirlos en sus exposiciones. En 1992, la artista participa en la exposición final de los graduados del curso; como si de un momento premonitorio se tratase, prácticamente toda su producción se vende. Y lo más importante: uno de los cuadros se publica en la portada de la revista Times Saturday Review. Es precisamente esta portada la que llama la atención del poderoso coleccionista y ejecutivo Charles Saatchi, quien ofrece a Jenny Saville la oportunidad de subvencionar su trabajo durante 18 meses para comprar y exponer después todos los cuadros realizados por ella. Serán los últimos días de precariedad para la artista, cuya propensión a pintar lienzos enormes le suponía una fuerte inversión en tiempo y material. Saville acepta la oferta: a partir de ese momento, solo se dedicará a pintar.
'Stare' (2005). En thebroad.org
En 1994, Jenny Saville participa en la exposición colectiva Young British Artists III; en 1997 es invitada a mostrar su obra en la muestra Sensation, celebrada en la Royal Academy de Londres. Con tan solo 27 años empieza a ser uno de los nombres más relevantes de la escena artística británica, junto con figuras como Damien Hirst o Tracey Emin. Sin embargo, ella nunca se considerará parte de los YBA: su trabajo, realizado sobre lienzo, con técnicas pictóricas tradicionales y de tipo esencialmente figurativo, difiere radicalmene de las trayectorias de sus compatriotas. Esto no le impide alcanzar el mismo grado de reconocimiento, tanto por parte de la crítica como por el público. Sin embargo, su trabajo no está exento de polémica; y es algo que acompañara a Saville durante toda su trayectoria. Cuando la exposición Sensation viaja al Brooklyn Museum de Nueva York, sus desnudos monumentales y transgresores levantan una intensa controversia. No será la única: a principios del siglo XXI, la potencia de su estilo hará que la banda de rock galesa Manic Street Preachers elija su obra Stare (2005) para la carátula de uno de sus álbumes, Journal for Plague Lovers. La polémica vuelve a estallar: los distribuidores musicales del Reino Unido la califican como “inapropiada”, y la sustituyen por un plano de color.
De Londres a Palermo: capas de civilización y niveles de pintura
'Olympia' (2013-14). En Arthur.io.
Jenny Saville se instala en Londres y establece allí su estudio. Sin embargo, la mayor parte de sus exposiciones las realiza en Nueva York, donde comienza una colaboración con la Galería Gagosian que mantiene en la actualidad. La artista sigue investigando sobre las posibilidades pictóricas del cuerpo humano, haciendo hincapié en cuestiones como el físico no normativo, el género fluido y la transformación. No es algo nuevo: durante la época en la que fue becada para estudiar en EEUU, consiguió trabajar junto con un cirujano plástico que le permitió acceder a su trabajo y a sus pacientes. La cirugía estética se convirtió en una de sus obsesiones, dando lugar a obras como Cindy (1993). En los años siguientes, Saville prosigue su investigación pictórica sobre estas bases y empieza a añadir capas a sus lienzos, generando un intercambio de información entre cuerpos y figuras que trasciende el figurativismo para adentrarse en el campo de la abstracción.
'In the realm of the mothers I' (2014). En reddit.com.
En 2003 y durante un viaje por Europa, la artista descubre la ciudad italiana de Palermo y cae rendida a su belleza, su personalidad y su historia. Decide mudarse a ella de forma permanente: adquiere un apartamento en un deteriorado palazzo del siglo XVIII, que utilizará como vivienda y como estudio. Este momento vital coincide con la exploración sobre la superposición de capas que realiza en sus obras: al igual que los cuerpos de sus lienzos, en Palermo se acumulan civilizaciones a lo largo de los siglos, generando sociedades y entornos únicos y distintos. La artista permanecerá en Sicilia hasta el año 2014; entonces regresa a Inglaterra y se muda a Oxford, donde vive y trabaja en la actualidad.
‘Aleppo’ (2017-18). Foto: Lucy Dawkins. En gagosian.com.
Durante los años siguientes, Jenny Saville vive una nueva experiencia: la maternidad. En esa época ella y su pareja tienen dos hijos, que ejercen una intensa influencia en el trabajo de la artista. Su punto de vista resulta revelador: “Cuando estaba embarazada de mi hijo, me encontraba trabajando en 'Stare Head'. Me resultaba increíblemente profundo estar creando carne dentro de mi cuerpo, al tiempo que intentaba hacer lo mismo sobre el lienzo”. La presencia de sus hijos resultará también crucial en su trabajo: la artista se inspira en la libertad creativa de los pequeños para llevarla a su dinámica, abriendo para sí misma la posibilidad de escoger distintos temas, técnicas y formatos en sus obras. En los años posteriores Jenny Saville sigue pintando cuerpos desnudos, pero expande su interés a temáticas como la maternidad, la historia y los mitos. Son años en los que descubre las posibilidades del carboncillo y el pastel, que le permiten crear nuevas transparencias y superposiciones. Sus obras pierden parte de su cualidad escultural para dar vida a nuevas imágenes y nuevas realidades, fluidas e interconectadas.
Virtual (2020). © Jenny Saville Courtesy Gagosian. En escapekarma.com
En los últimos tiempos, Jenny Saville ha continuado con su investigación sobre la representación pictórica del cuerpo y el rostro humano, sin abandonar preocupaciones muy presentes en su obra como son la cuestión de género, la estética no normativa y la lucha feminista. Su pasión por la obra de los grandes maestros se revela en obras inspiradas en sus lienzos y sus esculturas. Esta pasión ha hecho que algunas instituciones internacionales solicitaran su colaboración para comisariar importantes exposiciones, añadiendo al mismo tiempo algunas de sus obras en diálogo con los clásicos. En 2015, sus dibujos formaron parte de la exposición De Tiziano a Canaletto: Dibujando en Venecia, organizada por el Ashmolean Museum de la Universidad de Oxford. También ejerció como comisaria de una de las salas de la muestra Rubens y su Legado: de Van Dick a Cézanne, un evento de enorme relevancia celebrado por la Royal Academy de Londres. En esta exposición sus obras coexistieron con las de los antiguos maestros, pero también con las de otros artistas contemporáneos muy relacionados con su trayectoria, como Willem de Kooning o Francis Bacon.
Exposiciones
“Jenny Saville. Elpis”. Galería Gagosian, Nueva York (2020)
La Galería Gagosian, representante de la artista, ha realizado distintas muestras en solitario con sus obras. En el caso de Elpis, la exposición reunió varios retratos monumentales cuya impactante presencia genera reacciones de atracción, rechazo, miedo y deslumbramiento. Titulada con el nombre de la personificación de la esperanza en la antigua Grecia (aquella que se quedó en el mundo para ayudar al ser humano, después de que Pandora abriera la caja de los males), las pinturas que se eligieron para darle vida se enraízan en realidades tangibles, al tiempo que alcanza dimensiones míticas y espirituales.
“Jenny Saville”. Museo del Novecento, Florencia (2021)
En el año 2021, el museo florentino inauguró una muestra con obras de distintas épocas de la artista. La muestra se centró en generar un diálogo entre Jenny Saville y el arte del Renacimiento Italiano, en especial algunas de las obras maestras de Miguel Ángel. La escala monumental de los cuadros de Saville, su análisis profundo del cuerpo humano (y en especial del cuerpo femenino) y la querencia por aspectos como la mutilación o los estragos que causa la vida acerca la obra de la artista a la de los maestros de la época, en cuyas obras podemos identificar aspectos similares.
“Jenny Saville. Ancestors”. Galería Gagosian, Nueva York (2018)
En esta ocasión, las obras de Saville se mostraron en el espacio que la galería mantiene en la West 21st. De Nueva York. Las pinturas seleccionadas se caracterizan por representar el cuerpo humano, algo habitual en el trabajo de Saville, pero en este caso visto a través del prisma de la escultura y la pintura clásicas. Así, los enormes lienzos abarcan temas característicos de la religión cristiana y la mitología griega, siguiendo los pasos de grandes maestros renacentistas como Tiziano o Miguel Ángel.
Libros
“Jenny Saville”. Cheryl Butvan, Nicholas Cullinan. Publicado por Norton Museum of Art (2012).
En el año 2012 tuvo lugar la primera gran retrospectiva de la obra de Jenny Saville en los Estados Unidos. Organizada por el Norton Museum of Art, reunió una importante representación del trabajo de la pintora británica. Con motivo de la muestra se publicó esta completa biografía de Saville, acompañada de reproducciones de sus lienzos en alta calidad y con análisis críticos a cargo de Cheryl Butvan y Nicholas Cullinan. Los expertos comentan dos aspectos fundamentales de la obra de la artista: la presencia del feminismo en su representación del cuerpo y el tratamiento de la carne y la corporalidad a lo largo de la historia del arte.
“Jenny Saville: Oxyrhynchus”. John Elderfield. Rizzoli International Publications, 2015
El título de este libro fue también el nombre de una exposición organizada por la Galería Gagosian, responsable de varias muestras en solitario con obra de Jenny Saville. La palabra Oxyrhynchus designa a una Antigua ciudad de Egipto, fundada en el año 332 a.C., y que en la actualidad se considera uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del mundo. La artista toma como punto de partida las distintas capas que fueron creando las civilizaciones en el mismo emplazamiento, descubiertas excavación tras excavación, y las traslada a su propia obra. El resultado es una serie de lienzos donde los cuerpos se superponen y crean imágenes perturbadoras, y al mismo tiempo familiares. El libro recopila imágenes de doce nuevas obras creadas con óleo, carboncillo y pastel sobre lienzo, y las acompaña de los textos de John Elderfield.
“Jenny Saville”. Richard Calvocoressi, Mark Stevens. Ed. Rizzoli, 2018
En el año 2005, la editorial Rizzoli publicó su primera monografía sobre la obra de Jenny Saville. Quince años más tarde vio la luz este completo volumen, el más exhaustivo y documentado hasta la fecha del trabajo de la artista británica. El libro incluye un gran número de láminas con imágenes de obras nunca antes publicadas, imprescindibles para comprender el arte de Saville, junto con la casi totalidad de las pinturas y los dibujos realizados durante toda su carrera artística. Probablemente, estamos ante un volumen fundamental para conocer la obra de Jenny Saville: un magnífico primer contacto con su trabajo, y una herramienta ideal para profundizar en él.
- Jenny Saville: Biografía, Obras y Exposiciones - - Alejandra de Argos -
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- Escrito por Marina Valcárcel
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Lucian Freud acostumbraba a pasear de noche y a solas por la National Gallery. Una fotografía de 2009 le retrata en una sala de pintura italiana vacía, con la mirada metida en los cuerpos desnudos de las ninfas Diana y Acteon de Tiziano, -uno de sus cuadros preferidos-, las manos en los bolsillos, su eterno pañuelo al cuello y vestido de blanco como si fuera un espectro. Es una imagen que presagia su pintura. Solía decir: “Vengo aquí en busca de ideas y de ayuda. Más que los lienzos en si, miro cómo está resuelta la obra”. Los cuadros de la National Gallery fueron las estrellas que guiaron su camino.
Two men, 1987-1988. National Galleries of Scotland.
En el invierno en el que Londres ha despedido con todos los honores a su reina, el homenaje a Freud acapara la ciudad: además de la exposición en la National Gallery, otras siete repasan su obra. Por otro lado, en la subasta en Christie´s de la colección del cofundador de Microsoft, Paul Allen, el cuadro Large interior, W11 (after Wateau) ha establecido un récord para el pintor en 86,2 millones de dólares.
Large Interior, W11 (After Watteau), 1981-1983, Allen Family Collection.
La exposición de la National Gallery se celebra en cuatro de sus salas centrales y está estructurada en torno a tres ideas: el retrato, el estudio y «la carne». A través de ellas, comprobamos cómo la pintura de Freud evolucionó desde sus obras tempranas hasta sus conocidos lienzos a gran escala y sus monumentales desnudos. Su comisario, Daniel F. Herrmann, pensó que los cuadros debían aparecer solos, también ellos desnudos, sin los habituales textos murales para, de esta manera, permitir que hablaran por si mismos.
Naked Girl, 1966, Colección privada.
Nacido en Berlín, hijo de Ernst y Lucie Freud, Lucian era el segundo varón de los tres hijos del matrimonio y el favorito de su abuelo, Sigmund Freud.
Desde pequeño le interesó pintar y como parte de la próspera clase media alta de Weimar estuvo en contacto con la música, la literatura y el arte. Una foto de 1925 en el apartamento familiar de la Regentenstrasse muestra un cuarto con una cama de día sobre la que está colgada una reproducción de Baco y Ariadna de Tiziano. En 1933, la política antijudía del recientemente elegido partido nazi fuerza a la familia Freud a emigrar a Londres donde establecen su nueva hogar.
Evening in the Studio, 1993, The Lewis Collection.
Lucian Freud no solo fue un pintor británico fue, además y sobre todo, un pintor londinense. En sus cuadros captaba la luz de Londres y la manera en la que ésta daba forma a la piel, al pelo y a las hojas de las plantas.
Buttercups, 1968. Colección privada.
Sus primeras obras experimentaron con el surrealismo y el realismo, pero su estilo maduro se basó en una tradición que recuerda más a Rembrandt y a Corot. Sin embargo, la mirada de Freud pertenecía al siglo XX y la mayoría de sus modelos posan desnudos, en posturas explícitas y habitaciones vacías.
Desde sus inicios como pintor y en plena época de la abstracción, Freud hizo una cruzada en favor del arte figurativo. Los cuadros de la década de 1940 que cuelgan en la primera sala, los retratos de Kitty Garman y Caroline Blackwood, sus primeras mujeres, son de factura lisa y líneas angulosas y revelan su fascinación por el dibujo de Cranach, Holbein o Ingres. También demuestran una observación exhaustiva, como a través de una lente de aumento, algo que le permitía reflejar cada detalle, desde el iris de un ojo hasta el pelo de un perro o de un albornoz.
Girl in Bed, 1953, Colección privada.
Hacia 1950 se produce un cambio radical: Freud pasa del dibujo a la pintura. En la muestra, uno de los ejemplos de esta transformación es: Retrato doble (1985-1986), óleo que representa a una mujer vestida de azul marino tumbada junto a un perro. La imagen está recortada, acercándonos ambos cuerpos de forma inusual. El hocico del perro se apoya en la mano abierta de la mujer. La pata delantera y el antebrazo se despliegan hacia el espectador en una rima fascinante. El pintor actúa como un coreógrafo ordenando a sus personajes, mientras las pinceladas moldean una pintura tan llena de texturas que despierta el sentido del tacto.
Double Portrait, 1985-1986. Colección privada.
En Inglaterra se prohibió el uso de blanco de plomo que Freud utilizaba desde 1975. La principal característica de este pigmento es su capacidad para refractar la luz, que lo hace brillar como a una perla. Al enterarse de esta prohibición, Freud mandó comprar todas las existencias que encontró.
Otra singularidad de su pintura puede apreciarse en Retrato de Francis Bacon. Comenzaba sus lienzos en el centro para ir creciendo hacia los bordes y esta original forma de proceder le obligaba a ampliar las telas según la evolución de su composición.
Francis Bacon (Unfinished), 1956-1957, Ananda Foundation N.V.
Después de la muerte de Isabel II, su retrato, algo más grande que una postal, es el centro de una sala titulada “Poder”. A su lado, y a modo de una galería de retratos, están los del barón Thyssen, Jacob Rothschild, Frank Auerbach, David Hockney y William Acquavella. A pesar de las críticas que recibió el retrato de la Reina, Herrmann lo considera un cuadro importante que sitúa a Freud en la tradición de los pintores de corte.
The Brigadier, 2003-2004, Colección privada.
El punto culminante de la muestra es la sala llamada "Flesh” (la carne) con sus monumentales desnudos. Ni Rubens, Tiziano, Sorolla o Bacon pintaron la piel así. Freud utilizaba una pincelada muy empastada y sin mezclar y así se regodeaba en sus formas, textura y color. Ver los cuadros al natural en el museo y no en una reproducción permite entender hasta qué punto la pintura de Freud debe contemplarse de cerca para poder apreciar todas sus cualidades cromáticas y el número infinito de brochazos. Más que óleo parece arena de colores sutilmente proyectada sobre el lienzo. Freud construía superficies que parecen sustancias. Es bien sabido que sometía a sus modelos a posados de varias horas y que estos se prolongaban durante meses. El resultado de esa concentración obsesiva son esas pieles como cordilleras o cortezas. Las manos del barón Thyssen en su retrato son un estudio del paso del tiempo, de la masculinidad, del poder y de la compostura.
David Dawson, su asistente durante 20 años, fotografió al pintor a lo largo del tiempo en el estudio. En una imagen de 2005, que podría ser uno de sus autorretratos, Freud trabaja en su taller con las paredes y puertas tapizadas de manchas de pintura casi orgánicas, como millares de gusanos de colores. Imaginamos el olor del óleo y la trementina. Es una toma del artista en pleno proceso de creación, la confrontación del pintor y su modelo. Dawson le fotografió desde abajo, Freud está con el torso descubierto y el pelo revuelto a sus 83 años. Lleva colgados de su cinturón los trapos que solía usar para limpiar los pinceles tras cada pincelada ajustada y exacta sobre el lienzo. Estos trapos eran una herramienta de trabajo y, a veces también, un escenario. En ocasiones, centenares de ellos apilados en montañas sobre el suelo, formando una extraña presencia, eran utilizados como fondo para algunas obras. Es el caso de Standing by the Rags (1988-1989).
Freud promovió la vuelta del pintor al estudio. El taller era un punto de tensión entre la intimidad interior y la vida exterior. Además de sus autorretratos, la mayoría de sus cuadros eran de personas cercanas: hijos, amantes o amigos. Pero el pintor escogió a dos modelos que no pertenecían a su círculo, tal vez por sus cuerpos descomunales: el actor porno Leight Bowery y Sue Tilley a la que dedicó obras icónicas como Durmiendo junto al tapiz (1996). En Retrato de Bowery desnudo, Freud está levantando un cuerpo enorme e iluminado en el que el hombre queda reducido a la expresión más directa, más brutal de su sexualidad.
Sleeping by the Lion Carpet, 1996, The Lewis Collection.
De Vermeer a Rembrandt y de Goya a Warhol, el autorretrato es un reto para los artistas. Pintarse y mirarse al tiempo implica encontrar la distancia adecuada entre uno y su imagen, entre uno y su reflejo. En Freud la dimensión psicoanalítica del autorretrato es evidente. Para ello buscaba el encuadre, el punto de vista, el lugar del espejo, el color, la pincelada. Pero lo que más destaca es la elocuente sinceridad que emerge en estas obras. En Pintor trabajando (1993), el artista desnudo solo tiene una paleta en una mano y una espátula en la otra.
Painter Working, Reflection, 1993, The Newhouse Collection.
Entre las exposiciones que hoy homenajean a Lucian Freud en Londres destaca la del Museo Freud, en el número 20 de Maresfield Gardens. Fue la casa a la que el abuelo de Lucian, Sigmund Freud, se trasladó tras huir de Viena. El cuarto principal es su despacho, donde solía sentarse con Isaiah Berlin para hablar sobre judaísmo. Entre sus estanterías de libros está el diván para el psicoanálisis y sobre él cuelga un cuadro de Lucian, es su madre en una cama con los brazos abiertos.
La relación entre Lucian y su madre no fue fácil, pero tras la muerte de su padre Ernst, Freud desarrolló un trato mucho más cercano con ella. La historiadora del arte Lucie Freud pasaba más tiempo con su hijo de lo que lo había hecho nunca. A lo largo de los años posó para varios cuadros. Freud la pintaba mientras ella iba envejeciendo, se volvía débil, su cabeza iba extraviándose y su pelo se teñía de gris.
The Painters Mother, Dead, 1989, The Cleveland Museum of Art, Delia E. Holden Fund.
Cerca del final de la exposición de la National Gallery hay un espacio que se abre discretamente tras una sala. Es un cuarto pequeño, prácticamente oscuro, que lleva rotulado en las paredes la palabra DEATH. Allí están los dibujos que Lucian hizo de su madre al final de su vida. Son pequeños, sobrios, sobre papel y en su mayoría a carboncillo. La devoción que Freud sentía por Holbein se percibe abiertamente en el trazo del rictus, en la manera de pintar las arrugas de su piel y de la ropa. También en la transmisión de un sentimiento tan fuerte, tan directo. El último retrato que Freud dibujó de su madre es un pequeño carboncillo: Madre del pintor muerta (1989). Había obtenido el permiso del hospital para dibujarla en su lecho de muerte.
Lucian Freud murió en 2011, a los 88 años.
Lucian Freud, nuevas perspectivas
National Gallery
Trafalgar Square, Londres
Comisario: Daniel F. Herrmann
Hasta el 22 de enero de 2023
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- Escrito por Iker Martínez Fernández
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A quien conocemos hoy como Marco Aurelio nació el 6º día de las calendas de mayo del año 121 de nuestra era. Pertenecía a la gens Annia, una familia de la nobleza romana cuyos antepasados habían ocupado en varias ocasiones el consulado, la máxima magistratura de Roma. Su padre, Annio Vero, murió siendo pretor cuando Marco era niño, por lo que su abuelo, del mismo nombre, se hizo cargo de su educación.
El caso Marco Aurelio
A quien conocemos hoy como Marco Aurelio nació el 6º día de las calendas de mayo del año 121 de nuestra era. Pertenecía a la gens Annia, una familia de la nobleza romana cuyos antepasados habían ocupado en varias ocasiones el consulado, la máxima magistratura de Roma. Su padre, Annio Vero, murió siendo pretor cuando Marco era niño, por lo que su abuelo, del mismo nombre, se hizo cargo de su educación.
El futuro heredero del Imperio se interesó por la filosofía siendo aún un niño gracias a algunos profesores que le introdujeron en la lectura de los filósofos estoicos y peripatéticos. En el libro I de la única obra suya que escribió, las Meditaciones, se muestra agradecido especialmente con Junio Rústico, filósofo estoico que le regaló un ejemplar de las Disertaciones de Epicteto (Med. 1. 7), y con Claudio Severo, peripatético que le enseñó «que el gobierno debe basarse en la libertad de expresión y la igualdad ante la ley y que el gobierno del principado debe respetar sobre todo la libertad de sus súbditos» (Med. 1. 14). Junto a la filosofía, cultivó también las habilidades retóricas con el sofista Herodes Ático y con el rétor latino Marco Cornelio Frontón, cuya relación conocemos muy bien tras el descubrimiento de la correspondencia entre ambos a principios del siglo XIX.
A los doce años comenzó a vestirse como los filósofos: usaba el manto griego, más tosco que el romano, y solía acostarse en el suelo, hábito este que hubo de cambiar, ante la insistencia de su madre, por un lecho cubierto con pieles. Desde muy pronto el emperador Adriano se había mostrado interesado por este niño sencillo y apegado a los estudios. La simpatía que sintió por él fue tal que persuadió a su sucesor, Antonino Pío, para que lo adoptara y le ofreciera a su hija Faustina como esposa.
Durante el principado de Antonino Pío (138-161), colaboró con su padrastro en algunas labores de gobierno, ocupando en varias ocasiones el consulado. Sin embargo, su carácter no se interesó por la formación militar y apenas salió de Italia. Profundamente piadoso, su administración se caracterizó por la recuperación de las antiguas tradiciones de los romanos. A su vez, fue consciente de la importancia de facilitar a los esclavos la máxima cantidad posible de oportunidades para conseguir la libertad y favoreció las instituciones de ayuda a huérfanos.
En 166 d. C., cinco años después de convertirse en emperador, se produjo la invasión de la zona oriental del imperio por los partos. Desde ese momento y hasta el final de su vida, Marco Aurelio hubo de convertirse en el caudillo militar que había evitado ser. La pacificación de las fronteras orientales fue un éxito, pero el regreso de las tropas a Roma trajo consigo una epidemia de peste devastadora. En 175, Avidio Casio, que ocupaba el cargo de gobernador de Siria, se declaró emperador de la parte oriental del Imperio. Dion Casio, historiador romano del s. II d.C., nos transmite que Faustina alentó la rebelión. Tras unos meses inciertos, el rebelde fue asesinado por un centurión y su cabeza presentada al emperador como prueba de su muerte. Marco Aurelio rechazó verla y se ocupó de que la correspondencia del gobernador sublevado fuese quemada al instante, quizá para no dejar pruebas de la implicación de su esposa en la rebelión.
Marco Aurelio ofreciendo sacrificio en el templo de Jupiter en agradecimiento por los exitos contra las tribus germanicas
Marco Aurelio falleció en algún lugar cercano a la frontera norte del Imperio el 17 de marzo de 180 a. C. a la edad de 59 años. Desconocemos la causa de su muerte, sobre la que se ha especulado mucho, incluso en el cine. De acuerdo con uno de sus más ilustres biógrafos, Anthony Birley, lo más verosímil es que cayera víctima de la peste, pero no puede descartarse el envenenamiento infligido por un cercano partidario de su hijo y sucesor, Cómodo. Sea como fuere, nuestro filósofo no gozaba de buena salud, la cual podría haberse visto agravada por los largos periodos de guerra en el norte.
Marco Aurelio ha sido un personaje simpático para la historiografía hasta hace algunos años y, en general, puede decirse que la tentación de ver en él la realización práctica del ideal platónico de gobernante filósofo ha sido imposible de refrenar. Sin embargo, la tendencia ha cambiado, quizá de manera extrema, en los últimos años. En 1954, dos psiquiatras franceses, Robert Dailly y Henri Van Effenterre, analizaron los rasgos psicológicos de Marco Aurelio en lo que denominaron Le cas Marc Aurèle: essai de psichosomatique historique (El caso Marco Aurelio: un ensayo de psicosomática histórica). Para los dos analistas, el emperador fue un hombre débil, indeciso, con una imperiosa necesidad de rodearse de hombres fuertes y seguros de sí mismos. Otros autores, como T. W. Africa, han defendido que las Meditaciones se encuentran impregnadas de ideas que el emperador escribió bajo los efectos del opio. En su biografía, publicada en 2008 bajo el título Marco Aurelio. La miseria de la filosofía, Augusto Fraschetti nos muestra un emperador ambicioso y despiadado, obsesionado con el exterminio de los cristianos y filosóficamente hipócrita. Para el historiador de la filosofía cuyo objetivo es interpretar con rigor los textos filosóficos, su posición como emperador quizá pueda ayudarnos a comprender algunas de las tensiones existentes entre el discurso filosófico y el ejercicio del poder. Por ello, expuestos someramente los acontecimientos más significativos de su vida, conviene detenerse ahora en el contexto filosófico en el que Marco Aurelio creció y alcanzó su madurez intelectual.
El estoicismo romano entre los ss. II a. C. y II d. C.
Una de las primeras preguntas que debemos formular al introducirnos en la obra de Marco Aurelio es qué tipo de filosofía nos encontramos en sus páginas. Tradicionalmente, la historiografía ha señalado con mucho acierto a nuestro autor como representante del estoicismo imperial romano. Sin embargo, esta apreciación resulta tan cierta como insuficiente. La razón de esto es que la etiqueta «estoicismo» resulta confusa a la altura del s. II d. C. porque no permite apreciar las transformaciones habidas en esta filosofía derivadas de las inevitables transferencias entre las distintas corrientes filosóficas de la época. Por otro lado, parecería que el estoicismo era una teoría homogénea, cuando se trata de una filosofía que en Roma tuvo distintos usos e interpretaciones. Entre ellos, un uso político que influyó fuertemente en nuestro emperador. En la concreción de estos dos aspectos es donde vamos a hallar las especificidades de un texto tan peculiar como el de las Meditaciones.
Al entrar en contacto con Roma como consecuencia del proceso de helenización producido en el siglo II a. C. (Rawson, 1985, 3-18), la filosofía estoica resultaba una buena candidata entre las distintas propuestas griegas por ofrecer algunos vínculos con el carácter profundamente puritano y piadoso de la sociedad romana. Este hecho no evitó, sin embargo, que el ajuste del estoicismo con las tradiciones romanas fuera en un primer momento conflictivo. Esto se debe a que en su origen la filosofía estoica había sufrido una fuerte influencia del estilo y la concepción del mundo cínicos. Su fundador, Zenón de Citio, había sido discípulo de Crates, un filósofo que, a su vez, se declaraba continuador de las enseñanzas del cínico Diógenes de Sínope. Aunque Zenón recibió también las enseñanzas de Polemón, escolarca de la academia platónica, acusó la influencia de su maestro cínico sobre todo en el plano de la filosofía moral y política. La extrema forma de vida cínica, que concebía al ser humano como un animal más entre los existentes, se despreocupaba por las convenciones sociales y hacía gala de una libertad de expresión corporal y de palabra que ninguna otra escuela quiso o supo imitar. Los cínicos eran, además, estrictos moralistas que apelaban a los hombres y mujeres de su tiempo para vivir una vida acorde con la naturaleza y despreocupada de las convenciones sociales. En una obra que trataba de dar respuesta a la República de Platón, Zenón planteaba una ciudad de sabios en la que los valores estoicos, muy impregnados de estos elementos cínicos, constituían el ideal de vida buena. Si bien es cierto que los sucesores de Zenón, fundamentalmente Crisipo de Solos, concedieron menos importancia a estos aspectos, es al entrar en contacto con la cultura romana cuando se producirá una modificación sustancial del ideario ético estoico.
El primer contacto del estoicismo griego con las elites gobernantes romanas es un fenómeno tan interesante como desconocido. Carecemos de textos que confirmen o desmientan muchas de nuestras intuiciones. Su primer impulso fue de recelo hacia la filosofía y la retórica griegas, pues parecían estar abiertas a cuestionar muchos principios y tradiciones que los romanos consideraban fundamentales para el mantenimiento del equilibrio político de la República. La reacción del Senado tras la embajada del 155 a. C. es prueba de esta desconfianza (García Fernández 2001, Mas 2020). Pese a ello, la cultura griega caló de manera muy profunda entre las familias patricias, que comenzaron a frecuentar Atenas y otros lugares de Grecia como un periodo más de su proceso formativo. En el siglo II a. C. algunos filósofos griegos fueron admitidos en los círculos de la clase dirigente romana. Uno de los más importantes fue Panecio de Rodas, escolarca estoico que vivió durante años en Roma en contacto estrecho con el llamado Círculo de los Escipiones. La versión paneciana del estoicismo, que conocemos fundamentalmente por Cicerón, nos presenta una ética despojada totalmente de elementos cínicos. Una ética que fundamenta filosóficamente las viejas tradiciones romanas (los mores maiorum), convertidas en criterio para la determinación de todo comportamiento virtuoso. Donde Zenón hablaba de una república de sabios, Panecio hablará de un gobierno mixto, esto es, de la versión de la República patrocinada por el Círculo de los Escipiones, y donde los estoicos hablaban de los deberes para con el logos providente (los katorthomata), el filósofo de Rodas hablará de los deberes medios (los kathekonta), esto es, los deberes sociales que todo ciudadano romano ha de cumplir con la patria y con sus conciudadanos. Es en este momento cuando la ética estoica alcanza ese rigorismo conservador y piadoso que observamos en el discurso de Marco Porcio Catón, el Joven, en el libro III del Del supremo bien y del supremo mal de Cicerón.
Marco Aurelio escribiendo filosofía a su hijo
La de Catón es una figura esencial para el estoicismo romano posterior. Nieto de Marco Porcio Catón, el Censor, referente del tradicionalismo romano, vinculó su posición estoica con la defensa de los mores maiorum y las instituciones republicanas. A partir de entonces, en la literatura y la filosofía romanas, Catón pasó a ser la versión más acabada del modelo de sabio estoico nunca antes encarnado, ni siquiera en la figura del fundador de la escuela. Fue a través de este modelo como durante el s. I d. C., ya en época imperial, el estoicismo se erigió en la filosofía que atesoraba la nostalgia por los valores republicanos perdidos. Prueba de ello son las obras de autores muy cercanos al estoicismo como Tácito o Lucano. El modelo de sabio no fue nunca en Roma el habitante de la Politeia de Zenón, sino un romano virtuoso que, como Catón, había dado su vida por las libertades y tradiciones romanas. En la práctica, estas ideas se hallaban vinculadas con la defensa de las atribuciones del Senado. Por ello, no debe extrañarnos que estoicos declarados protagonizaran revueltas y conspiraciones contra algunos emperadores poco virtuosos y de tendencias tránicas. Personajes como Trasea Peto, Helvidio Prisco o los mismos Séneca y Lucano jugaron de una u otra forma este papel de defensa de las libertades republicanas en época de Nerón o Domiciano. Recogían el testigo de la lucha contra la tiranía, que en el imaginario estoico habían recibido del ejemplo de Catón, pero también de Bruto o de Casio, todos ellos resistentes ante la tiranía de César. Aunque los estoicos de época imperial a los que he hecho referencia perdieron su vida por liderar o participar en este tipo de conspiraciones, sus ideas sobre las libertades y virtudes tradicionales romanas fueron asumidas, al menos en parte y con matices distintos, por Nerva y sus sucesores. De manera que Marco Aurelio, al entrar en contacto con la tradición estoica, recibió también una determinada tradición política que sus inmediatos antecesores, si no aprobaban, habían en parte tolerado.
Evidentemente, ningún emperador romano podía ni quería instaurar los poderes que el Senado había ostentado en tiempos de la República, tampoco Marco Aurelio. Pero es interesante comprobar cómo el estoicismo, además de una doctrina filosófica, implicaba para él una conexión con cierta tradición política alejada de pretensiones tiránicas. La comparación de Nerón con una bestia en Med. 3. 16 confirma esta idea.
Junto a esta vertiente política, conviene destacar un segundo elemento que va a resultar decisivo para clarificar qué entendemos por estoicismo a la altura del siglo II d. C. Durante los dos siglos anteriores, la filosofía estoica no solo había ofrecido inspiración a un determinado ideal político, sino que había mostrado, por su ductilidad, un extraordinario influjo en otros ámbitos de la cultura como la literatura, el arte o el derecho. Este ascendiente se encontraba ya en época de Marco Aurelio en claro declive. El estoicismo del s. II se encuentra impregnado de elementos procedentes de la recepción romana de otras filosofías, no solo la platónico-aristotélica, que es constitutiva de la versión paneciana del estoicismo, sino de otras corrientes místicas y religiosas como el pitagorismo, el gnosticismo, el hermetismo o el cristianismo (Pohlenz, 2022, 459 y ss.).
Es imposible analizar en este momento con precisión todas estas corrientes filosóficas y religiosas cuyas intersecciones, préstamos y controversias fueron abundantísimas. Como ha señalado E. R. Dodds (1975, 28), cuando Marco Aurelio define la vida como un punto en el tiempo infinito o el filo de un cuchillo entre dos eternidades y el estruendo de las armas como una riña de cachorros por un hueso está expresando una idea general que encontramos en el magma filosófico-religioso de su época: el tópico que esboza la condición humana como una representación, como algo irreal similar a las recepciones llenas de la pompa y el boato de la corte. Las discusiones gnósticas y pitagóricas acerca de la materia como origen del mal y la imperfección del mundo que recibimos por medio de los sentidos frente a un mundo ideal trascendente, que tanto repercutirán en la filosofía cristiana, tienen en el s. II d. C. un amplio desarrollo teórico.
Las «Meditaciones»
Meditaciones, Soliloquios o A sí mismo han sido las formas en que los numerosos traductores de Marco Aurelio han vertido al castellano el manuscrito que este nos legó bajo el título Τὰ εἰς ἑαυτόν. Sabemos que el texto fue elaborado durante los últimos años de su vida, a menudo en los periodos más intensos de la Guerra de los Marcomanos y, estilísticamente, es un claro ejemplo de lo que en griego suele llamarse hypomnema, una serie de notas personales temáticamente variadas y sin orden cronológico. Pero, sin duda, lo más peculiar de las Meditaciones, que es el título más generalizado, es que se encuentran escritas en forma de un diálogo cuyo interlocutor es él mismo.
La obra está ordenada en doce libros divididos en kephalai o epígrafes breves. Cada uno de ellos contiene una reflexión sobre temas muy diversos, como veremos a continuación. A pesar de su cuidado estilo, el texto contiene múltiples repeticiones y abordajes excesivamente reiterativos que en general pueden hacer de su lectura una experiencia tediosa, aspecto este que no reduce su enorme interés para el pensamiento romano.
Pierre Hadot, uno de los analistas más interesantes de esta obra, concibe las Meditaciones como ejercicios espirituales elaborados por escrito. Para este estudioso, el estoicismo romano consistiría en una sabiduría práctica destinada a guiar a los individuos hacia una forma de vida cuyo horizonte es el ideal de sabio. Entre esos ejercicios, que conocemos gracias a Filón de Alejandría, se encuentran las meletai (meditaciones) y la enkrateia o dominio de uno mismo (Hadot, 2006, 27). La tesis de Hadot resulta muy interesante y, en su momento, abrió una fructífera línea de investigación que ponía el foco en el carácter práctico de una filosofía cuyo interés para los estudiosos modernos había sido fundamentalmente teórico. Ahora bien, es evidente que ejercitarse como estoico no fue la única motivación para redactar las Meditaciones. Como trataré de mostrar, estamos ante un texto extremadamente complejo y con muchos niveles de lectura.
Marco Aurelio redactando las meditaciones
Entendamos o no las Meditaciones como ejercicios espirituales, lo que no se puede negar es que, pese a su tendencia a la reflexión abstracta, conciben la filosofía como un instrumento para conservar la tranquilidad en un mundo frecuentemente hostil. Así lo expresa nuestro autor cuando afirma:
¿Qué queda pues para acompañarnos?: una sola cosa, la filosofía. Es decir, mantener a nuestro genio interior (δαίμων) sin que sufra afrenta ni daño alguno, por encima de placeres y dolores […] Y, sobre todo, que aguarde la muerte con entereza de ánimo, porque la muerte no supone sino la disolución de los elementos que constituyen un ser vivo. Si para estos elementos no resulta terrible estar en continuo cambio, ¿por qué hemos de temer el cambio y la disolución de todo? Todo ello está regido por la naturaleza; y nada es malo si es conforme a la naturaleza (Med. 2. 17).
La filosofía tiene por objeto preservar el genio interior, que actúa como nuestro soberano. «Una mente libre de pasiones» -dice nuestro autor- «es una verdadera ciudadela: nadie tiene una fortificación más sólida donde refugiarse y permanecer libre por siempre» (Med. 8. 48). La filosofía nos recuerda que, ante todo, nos debemos fidelidad a nosotros mismos, a nuestro hegemonikon, la parte del nous (que es la palabra que Marco Aurelio utiliza para referirse al logos) portadora del pensamiento que nos guía siempre conforme a nuestra constitución y nos preserva de los males exteriores: «Pues aunque hemos nacido por causa de los demás, nuestra conciencia interior posee su propia y peculiar soberanía» (Med. 8. 56). La vía para conseguir este objetivo pasa por las tres acciones a las que se refiere el texto citado:
a) Negar el asentimiento a los placeres y los dolores.
b) Someter la propia actuación a la legislación de la naturaleza.
c) Considerar la muerte como una transformación más de los elementos de los que estamos compuestos en orden a aguardarla con entereza de ánimo.
¿Qué significa negar el asentimiento a placeres y dolores? La Estoa enseñaba a distinguir entre los hechos que suceden y su interpretación. Observemos un hecho dado, por ejemplo, una casa ardiendo. El hecho en sí mismo no tiene por qué perturbarme, pues puede haber sido provocado por una explosión controlada. Ahora bien, imaginemos que esa casa es nuestra casa y que el fuego se ha producido de manera incontrolada y negligente. Lo más probable es que nuestra reacción al ver la casa en llamas sea muy distinta, a pesar de que se trata del mismo hecho. El estoico no niega el hecho en sí, sino esa determinada interpretación que permite nacer en el alma una pasión. Para él, asentir significa que el hegemonikon da paso a una interpretación, en este caso un sentimiento de miedo y tristeza, ante la visión de las llamas. Asentir o no a una interpretación implica por tanto un ejercicio de voluntad: el estoico recibirá una fuerte impresión tras una primera visión del hecho, pero inmediatamente se repondrá y decidirá impedir el acceso a aquella interpretación que haga surgir en él una pasión. De esta manera, no verá su hogar ardiendo, sino sencillamente algo tan natural y cotidiano como piedras, madera, tela y plástico formando una gran hoguera.
Marco Aurelio reflexiona en muchas ocasiones sobre la conveniencia o no de prestar asentimiento a ciertas interpretaciones habitualmente válidas entre los humanos. Antes de hacerlo, conviene preguntarse sobre el carácter de los hechos, esto es, sobre qué significa realmente conforme a su naturaleza. Solo así estaremos en disposición de discernir si tales interpretaciones son correctas o erróneas:
Así como tenemos cierta idea aproximada de lo que son las carnes, los pescados y otros alimentos semejantes y sabemos que esto es un pescado, un ave o un cerdo; y también que el vino falerno es mosto fermentado, y la toga pretexta es lana de oveja teñida de púrpura; y que la relación sexual es una fricción del bajo vientre a la que acompaña la eyaculación de una secreción y cierto movimiento espasmódico; ¡y lo bien que alcanzan estos conceptos a definir sus objetos y penetrar en ellos hasta hacernos ver lo que son!; pues de igual modo hay que actuar a lo largo de la vida: cuando te parezca que las cosas merecen la pena, desnúdalas y observa su valor así desnudas, y despójalas de la descripción de que tanto se jactan (Med. 6. 13).
El lector actual de las Meditaciones hallará dificultades en descubrir en cada caso concreto cuál sea la interpretación correcta según la naturaleza de cada cosa. Marco Aurelio contestaría que no es fácil saberlo, pero que precisamente para eso sirve la filosofía. A través de ella, como hemos visto, aprendemos a conocer precisamente nuestra naturaleza propiamente humana, distinta de la de los dioses y los animales. Solo los asuntos que afectan a la naturaleza del ser humano nos competen, y los demás, esto es, aquellos que no afectan ni perfeccionan dicha naturaleza, deben causarnos indiferencia. Pero ¿cuáles son estos asuntos? Para Marco Aurelio, aquellos que nos permiten alcanzar el fin, que no es otro que el bien.
La tradición del estoicismo romano a la que he hecho antes referencia concretó el supremo bien del hombre en un sentido moral, de manera que, ya desde tiempos de Cicerón, este bien al que nuestro emperador se refiere ha de entenderse en sentido práctico como honestas o integridad moral. El ser humano cumple su fin -que es lo mismo que afirmar que actúa conforme a su naturaleza- comportándose de manera virtuosa. El criterio para discernir esto es cognitivo y requiere someter nuestra actuación siempre a la razón (Med. 3. 9, 4. 29).
Siguiendo a Platón, los estoicos romanos concretaron el comportamiento honesto en cuatro virtudes específicas: la sabiduría, la prudencia, la valentía y la justicia. Marco Aurelio hace referencia a ellas, pero no de una manera sistemática. La definición moral del supremo bien del ser humano nos lleva a rechazar no solo los comportamientos moralmente reprobables como la mentira, la vanidad o la injusticia, sino que nos ofrece útiles indicaciones sobre la importancia que deben tener aquellas situaciones o comportamientos que, sin resultar contrarios a la virtud, en nada contribuyen a la perfección moral, tales como la fama, el estatus social o la riqueza. En la medida en que resultan indiferentes para la realización del supremo bien humano debemos observarlos con total impasibilidad.
Con la misma actitud hemos de afrontar todas las transformaciones que se suceden en la vida humana. Cada uno de nosotros formamos parte de un engranaje dirigido por el logos providente. Asimismo, cada movimiento del universo conlleva un reajuste de estas piezas y una pequeña, a veces imperceptible, modificación. Para el ser humano, la más importante se produce al nacer y al morir, pero es la muerte la que normalmente nos aflige, pues somos conscientes de la finitud de nuestra existencia. Esta interpretación de un hecho inevitable como es la muerte resulta para nuestro filósofo contraria a nuestra naturaleza finita. ¿Por qué afligirnos ante la idea de la muerte si la vida es por naturaleza limitada? ¿No estamos con ello caminando en sentido contrario a la virtud? Para Marco Aurelio la propia muerte es un indiferente: algo que nos ocurrirá como ha ocurrido a todos los humanos que nos antecedieron y ocurrirá a todos los que nos sucedan.
Parece un mensaje duro e insensible, pero Marco Aurelio no deja espacio a ninguna clase de debilidad emocional: todo lo que sucede -afirma en muchos pasajes de las Meditaciones, como 4. 3, 6. 10, 7. 32, 8. 17- puede explicarse como un fruto de la fortuna o de un complejo plan del logos. Frente a la querencia epicúrea por el fortuito choque de átomos, Marco Aurelio opina que la explicación providencial resulta mucho más convincente. Nada es casual, sino que somos como actores que interpretamos un papel en esta representación planificada por la divinidad racional. Él es muy consciente del suyo: liderar al pueblo romano para conservar e, incluso, aumentar su grandeza.
Ahora bien, ¿es posible compatibilizar lo hasta aquí expuesto con el ejercicio del poder imperial? Para responder a esta pregunta, que guarda relación con la vieja cuestión, ya planteada en la República de Platón, sobre la compatibilidad entre la dogmática filosófica y el ejercicio efectivo del poder, es necesario leer las Meditaciones con mucha atención, pues en ellas las cuestiones políticas no se abordan de manera frontal. Este hecho ha llevado a no pocos estudiosos a rechazar cualquier atisbo de reflexión política en sus páginas. Sin embargo, teniendo en cuenta que quien las escribió era el emperador de Roma, y sabía y aceptaba el papel que la Razón providente le había adjudicado, sería extraño no hallar en ellas fragmentos que contuvieran alusiones políticas o sobre los que pudiera hacerse una lectura en clave política. Y, en efecto, los hay, pues Marco Aurelio reflexiona en ellas sobre la virtud de la justicia o el papel del ser humano en tanto que ciudadano. Así, partiendo de un planteamiento típicamente estoico, afirma:
Si la inteligencia nos es común a todos, también lo es la razón, que nos hace racionales. Siendo esto así, será común esa razón que nos dice lo que debemos hacer y lo que no. En consecuencia, también la ley es común y, por ello, somos ciudadanos. Por tanto, somos miembros de una misma comunidad ciudadana; y en tal caso todo el mundo es como una ciudad (Med. 4. 4).
Marco Aurelio distribuyendo pan a la gente. Joseph-Marie Vien en museo de Picardie
Las múltiples referencias a la comunidad del género humano que contienen las Meditaciones se han entendido tradicionalmente como expresión del ideal cosmopolita estoico y, en efecto, muchas de ellas poseen este sentido. En otras ocasiones, sin embargo, la interpretación exclusivamente cosmopolita parece poco realista y, desde luego, contradictoria con la actuación de nuestro filósofo en tanto que emperador. Como muy bien ha señalado Fraschetti, ¿acaso los bárbaros contra los que hizo la guerra no eran ciudadanos de esa comunidad universal? Por ello, aunque frecuentemente las consideraciones generales sobre la comunidad de ciudadanos han de entenderse referidas, como en el texto anterior, al género humano en su conjunto, no faltan las que aluden a Roma como la entidad política más grande y fundamental. Así, cuando afirma: «Y lo conveniente es lo que se ajusta a la constitución y naturaleza de cada uno: mi naturaleza es racional y cívica; mi ciudad y mi patria -como Antonino que soy- es Roma; como hombre, el mundo. Lo que es bueno para estas ciudades es para mí el único bien» (Med. 6. 44), Marco Aurelio es muy consciente de su estatuto jurídico romano y de las obligaciones que conlleva para con sus conciudadanos. Y cuando se dice a sí mismo: «tras hacer algo útil a la comunidad, cambia a hacer algo útil a la comunidad» (Med. 6. 7), así como cuando rechaza como impiedad la doctrina epicúrea según la cual los dioses no intervienen en los asuntos humanos (Med. 6. 44), escribe como emperador que sirve a su ciudad y preserva los rituales religiosos romanos.
Frecuentemente se queja de que sus obligaciones como gobernante le impiden centrarse en llevar una vida filosófica y le obligan a afrontar con buen ánimo las convenciones sociales, y no deja de repetirse que su papel es o bien enseñar a los hombres la virtud pese a las dificultades que esto entraña, o bien sencillamente soportarlos. En Med. 6. 14, utilizando el procedimiento estoico de la scala naturae, hallamos una curiosa clasificación de los seres humanos en cuatro categorías de acuerdo con el mérito que conceden a las cosas que les rodean. En primer lugar, tenemos al vulgo o a la gente corriente, que aprecia los objetos más comunes como la madera, las piedras, las viñas o los olivos; un segundo tipo de personas aprecian los seres animados como el ganado y los rebaños; aquellos que son más refinados forman un tercer grupo que se caracteriza por interesarse por los seres racionales en tanto que poseen habilidades técnicas que les proporcionan beneficios económicos. Por último, tenemos a aquel que honra el alma racional, universal y social, esto es, política, que procura mantener su alma atenta a la razón y al bien común, ayudando a sus semejantes a alcanzar este objetivo. Este último es el sabio, que en Marco Aurelio es quien dirige la comunidad. En otras palabras: él mismo.
Este vínculo tenaz que se establece entre el ideal del sabio y el servicio a la comunidad revela hasta qué punto el estoicismo de Marco Aurelio se encuentra impregnado de elementos de otras filosofías, fundamentalmente el platonismo medio y el aristotelismo. Cuando en Med. 5. 16 leemos: «hace tiempo que ha quedado demostrado que hemos nacido para vivir en comunidad», los ecos aristotélicos parecen imponerse a los ideales de la política estoica, fundamentada en un modelo de sabio centrado en su yo interior y, en último término, solipsista. La estricta coherencia de la filosofía estoica, basada en una racionalidad radical, flaquea en los parágrafos en los que Marco Aurelio se refiere a la comunidad. Y, así, podemos leer:
Por una u otra razón, cualquier hombre está estrechamente emparentado conmigo, de modo que a todos debemos hacerles el bien y soportarlos. Pero tan pronto como un individuo obstaculiza los actos que me son propios, desde ese mismo instante, se convierte en alguien completamente indiferente para mí, igual que el sol, el viento o cualquier bestia (Med. 5. 20).
Qué hacer cuando nuestros intereses entran en conflicto con los de otros ciudadanos es una cuestión que las Meditaciones no aborda. Nuestro emperador filósofo se limita a encadenar aforismos o reflexiones que parecen a este respecto contradictorios. Por un lado, dice querer el bien para la comunidad en los términos ya indicados. Por otro, pretende preservar la naturaleza propia de las acciones de los demás hombres, edificando una «ciudadela interior» en la que su hegemonikon disfrute de la máxima libertad. A cualquiera de nosotros nos resultaría conflictivo aplicar ambos principios a nuestra vida diaria; más aún debía de serlo para un emperador. Por ello, cuando declara que «si mi ciudad no resulta perjudicada, tampoco yo sufro daño alguno» (Med. 5. 22) o «si esto no es una maldad mía, ni resultado de una maldad personal, ni tampoco supone un daño para la comunidad ¿por qué tengo que preocuparme?» (Med. 5. 35), es fácil comprender que la mano que escribe estas palabras no es solo la del filósofo estoico, sino la del gobernante que interpreta y decide qué es bueno o malo en cada momento para sus semejantes.
Las referencias igualitarias de tono cosmopolita que encontramos en las Meditaciones no solo han de matizarse por las consideraciones anteriores, sino por las apelaciones al mérito de las cosas. Para Marco Aurelio, la inteligencia universal (nous koinikos) ha creado las partes que integran el cosmos según el criterio del mérito o valor (axia): «examina tu interior: no dejes que se te escape la cualidad peculiar ni el mérito de nada» (Med. 6. 3).
La correcta conciencia del valor de cada cosa o cada hecho es, en consecuencia, el elemento que distingue al sabio, pues supone dar importancia en su vida solo a aquello que contribuye a la virtud. De manera que, aunque no explícitamente, Marco Aurelio, en coherencia con la filosofía estoica, jerarquiza a los humanos, todos ellos ciudadanos de una ciudad abstracta, en dos grupos: los sabios y todos los demás. Cómo se materializó este principio en la práctica política de su principado es algo que no nos corresponde examinar aquí. Sí podemos afirmar que las Meditaciones parecen dibujar a Marco Aurelio como un gobernante cuyo ideal no es la República de Platón, sino un gobierno moderado y una política realista, lo que resultaría muy característico tanto del ideal político estoico como de la cosmovisión tradicional romana, deudora de la filosofía griega (no solo estoica, sino también, como hemos visto, platónica y aristotélica fundamentalmente) y de la vieja aequitas romana.
Últimas palabras del emperador Marco Aurelio. Delacroix en el museo Beaux-Arts de Lyon
Bibliografía básica:
Birley, A. Marco Aurelio. Gredos: Barcelona, 2019.
Dodds, E. R. Paganos y cristianos en una época de angustia. Ediciones Cristiandad: Madrid, 2010.
Fraschetti, A. Marco Aurelio. La miseria de la filosofía. Marcial Pons: Madrid, 2014.
García Fernández, E. «Doctrina transmarina: La recepción de la filosofía griega en la Roma Republicana», en L. Vega, E. Rada, S. Mas (eds.) Del pensar y su memoria. Ensayos en homenaje al profesor Emilio Llledó. Tirant Lo Blacnch: Valencia, 2001, pp. 299-312.
Hadot, P. La ciudadela interior. Alpha Decay: Barcelona, 2013.
Marco Aurelio, Meditaciones. Trad. de Antonio Guzmán Guerra. Alianza Ed.: Madrid 1985.
Mas Torres, S. «La embajada del 155 a. C.: Carnéades, Cicerón y Lactancio sobre la justicia y la injusticia», Anales del Seminario de Historia de la Filosofía, nº 37 (3), pp. 357-368.
Pohlenz, M. La Stoa. Historia de un movimiento spiritual. Taurus: Barcelona, 2022.
Rawson, E. Intellectual Life in Late Roman Republic. John Hopkins Universiity Press: Baltimore, 1985.
- Marco Aurelio: Biografía, Pensamiento y Obras - - Alejandra de Argos -
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- Escrito por Marina Valcárcel
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Debía ser un espectáculo deslumbrante el momento en el que el agua del Nilo invadía el campo del Egipto Antiguo. El suelo desaparecía, las zanjas se llenaban, los pueblos emergían como si fueran pequeñas islas y la crecida del río fijaba el ritmo el tiempo. Hay unos 1000 kilómetros entre Assuán y el Mediterráneo y en más de las tres cuartas partes de esta distancia, el Alto Egipto es un surco horadado en el desierto. El resto lo constituye el delta, llamado así porque los griegos reconocían en su forma triangular la cuarta letra de su alfabeto.
Dintel del templo del rey Amenemhat III (detalle), Egipto, Dinastía XII, 1855-1908 a.C. British Museum.
Debía ser un espectáculo deslumbrante el momento en el que el agua del Nilo invadía el campo del Egipto Antiguo. El suelo desaparecía, las zanjas se llenaban, los pueblos emergían como si fueran pequeñas islas y la crecida del río fijaba el ritmo el tiempo. Hay unos 1000 kilómetros entre Assuán y el Mediterráneo y en más de las tres cuartas partes de esta distancia, el Alto Egipto es un surco horadado en el desierto. El resto lo constituye el delta, llamado así porque los griegos reconocían en su forma triangular la cuarta letra de su alfabeto.
Hace unos 5.200 años alguno de los hombres que vivían entre las plantas de papiro y las palmeras de las orillas del Nilo debió sentir la necesidad de dejar todo aquello reflejado por escrito y cinceló en alguna piedra el primer jeroglífico de la historia. Los más antiguos que conocemos datan del año 3.250 a.C. y junto a la escritura cuneiforme son las primeras formas de escritura del hombre. ¿Cuántos miles de años llevaría el ser humano hablando sin sentir la necesidad de escribir?
Dintel del templo del rey Amenemhat III. Egipto, Dinastía XII , 1855-1908 a.C. British Museum.
Londres vive estos días entre el revuelo del nombramiento de Rishi Sunak como Primer Ministro y la coronación de Carlos III en la Abadía de Westminster. Sin embargo, un silencio sepulcral reina en las salas del British Museum. Es la exposición “Jeroglíficos, descifrando el Antiguo Egipto”, un alarde museístico que con 240 objetos de colecciones nacionales e internacionales celebra los doscientos años del desciframiento de la piedra de Rosetta.
Salas de la exposición Jeroglíficos descifrando el Antiguo Egipto, British Museum, Londres.
La muestra, con sus paredes en negro pintadas con jeroglíficos y una iluminación muy tenue, favorece la sensación de estar en el interior de una pirámide. Al fondo, en la última sala, se proyectan en 360 grados escenas de las orillas del Nilo: sus falúas y palmeras, sus templos y obeliscos, sus pirámides y el vuelo de los pájaros. Detrás, todo el mar del desierto.
Fragmento del Libro de los Muertos de Nedjmet, Egipto, dinastía XXI, c. 1069 a.C. British Museum, Londres.
Sarcófago de Hapmen, El Cairo, dinastía XXVI, c. 600 a.C. British Museum, Londres
Las vitrinas de la exposición muestran objetos fascinantes, desde notas personales de Champollion y de Young, hasta cuatro vasos canopos que conservaban los órganos del difunto, el vendaje de la Momia de Aberuait o El Libro de los Muertos de la Reina Nedjmet con 3.000 años de antigüedad. El papiro crecía con abundancia en las orillas húmedas del Nilo. Esta planta cuyo nombre procede de una palabra griega que significa “real”, erige su cabeza con forma de sombrilla sobre un tallo que puede llegar a los seis metros de altura. Con sus troncos se hacían barcos, con su fibra, cuerdas, esteras, velas, cestos y sandalias; y con su médula, el papiro sobre el que escribir.
Momia de Bakentenhor, dinastía XXII , 945-715 a.C. Great North Museum: Hancock, AREGYPT605
Sin embargo, el centro de la exposición es la piedra de Rosetta, marcada mágicamente por un haz de luz como si fuera una kryptonita. Este fragmento de antigua estela es sinónimo de los jeroglíficos que en el Antiguo Egipto cubrían estatuas, monumentos y papiros. Esta escritura de aspecto pictórico estaba íntimamente ligada a la cultura egipcia: nunca se utilizó en otros lugares, aunque fue imitada en los reinos del antiguo Sudán y parece haber inspirado la escritura protosinaítica, un posible ancestro lejano del alfabeto moderno.
Piedra de Rosetta, 196 a.C., periodo Ptolemaico, British Museum, Londres.
El libro de Champolion, Panteón egipcio, abre sus páginas con una descripción de Amón: es un dios con forma humana que suele aparecer sentado en un trono. Su piel es azul y su barba se interpreta como un apéndice negro que caracteriza a las divinidades masculinas. Cuando en los féretros aparece ese mismo apéndice indica que se trata de una momia de hombre. El dios sujeta en la mano izquierda un cetro que se remata con una cabeza de pájaro, es el cetro común a todas las divinidades masculinas del panteón egipcio. En la mano derecha lleva la cruz ansada, rematada en su parte superior con una forma de lazo, asa o ansa, símbolo de la vida divina. La cabeza del dios esta decorada con un tocado real rematado por dos grandes plumas de colores. De la parte posterior de su peinado cae un lazo largo azul… Es una estética tan poderosa que suscita una reflexión: el siglo XIX es el de los revivals, es decir, el del uso de estilos visuales que conscientemente se hacían eco de una era arquitectónica previa; es el caso de Pompeya y estilo pompeyano, del gótico y el Gothic Revival o del Neoclasicismo. ¿Cuál es pues el motivo por el que un gusto tan refinado como el del Egipto faraónico no se tomara como modelo y llenara la decoración de futuros palacios, trajes, cómodas y vajillas?
Estatua de un escriba anónimo. Egipto, Dinastía V, 2494-2345 a.C. Museo del Louvre.
La historia de la piedra de Rosetta tiene una fuerza inexplicable. En diciembre de 1797, el Sultán Tipu de Mysore pidió ayuda a Napoleón para sofocar la creciente amenaza del poder británico en India. Fue entonces, cuando en el margen de un libro sobre las guerras turcas, Napoleón escribió: “A través de Egipto invadiremos India”. Fortalecido por las victorias en Italia pero frustrado por sus intentos de invadir Inglaterra, Napoleón desembarcó en Egipto el 1 de julio de 1798 con una ejercito de 40.000 hombres. Iba acompañado por una Comisión de Artes y Ciencias que reunía las mentes francesas más brillantes y que, en el espíritu de la Ilustración reinante, iba a inspeccionar y a cartografiar el antiguo y el moderno Egipto.
A mediados de julio de 1799, ante el ataque inminente de las fuerzas navales otomanas, deseando vengar la campaña de Napoleón en Siria, los franceses reforzaron sus defensas de costa. En Rashid (Rosetta), una ciudad sobre la rama occidental del delta del Nilo, se decidió la demolición del fuerte y entre los cimientos apareció un bloque de piedra de granodiorita, fragmento de una antigua estela egipcia con un decreto publicado en Menfis en el año 196 a.C. en nombre del faraón Ptolomeo V. El decreto aparecía en tres escrituras distintas: jeroglíficos egipcios en la parte superior, griego en la inferior y entre las dos una inscripción desconocida que inicialmente se creyó en siríaco.
Su importancia para el desciframiento de los jeroglíficos fue reconocida de inmediato. Se extrajo de entre el polvo, se limpió y se tradujo parte de la zona en griego. Después navegó remontando el curso del Nilo hasta el Instituto de El Cairo donde su descubrimiento se anunció el 19 de agosto de 1799. Allí la primera y más indispensable labor fue hacer unas copias exactas de los textos. Dos jóvenes orientalistas reconocieron la inscripción central como demótico, una escritura cursiva del idioma egipcio que habían visto antes en papiros y vendas de momias.
La copia a mano habría supuesto además de errores, meses de trabajo. Se decidió limpiar la piedra dejando agua en las hendiduras, se cubrió su superficie con tinta y se calcó en hojas de papel húmedo. Así, el 24 de enero de 1800, quedaba hecha una copia invertida en negro sobre blanco que podía leerse con un espejo o a través de la luz. En París, 22 años después, Jean-François Champollion presentó sus descubrimientos sobre los jeroglíficos a la Académie des Inscriptions et Belles-Lettres. Dos semanas antes, tras agotadoras investigaciones que habían afectado gravemente a su salud, había conseguido descifrar los nombres de Cleopatra, Ramsés y Tutmosis y, por lo tanto, la escritura de los antiguos egipcios.
Medalla de Thomas Young, Londres, mitad del siglo XX, British Museum, Londres.
La comprensión de los jeroglíficos se fue perdiendo a medida que la cultura del Antiguo Egipto iba siendo barrida por oleadas de conquistas y ocupaciones. La invasión árabe del siglo VII trajo el Islam y con él la lengua árabe y una sucesión de gobernantes que culminó en el dominio de los mamelucos.
Hoy es la pieza más visitada del British Museum. Los aniversarios del hallazgo de la tumba de Tutankamón y del desciframiento de la Piedra de Rosetta agitan estos días uno de los debates más importantes que se van a plantear: esto es la restitución de obras de arte y piezas arqueológicas a sus países de origen. Los litigios han dado paso a algunos acuerdos, pero cada caso es distinto y para los museos occidentales algunas piezas emblemáticas son intocables y serán siempre patrimonio de la Humanidad.
La reflexión del egiptólogo Silvio Curto sigue iluminándonos: “Lo que se construye en la época faraónica es el concepto de la dignidad suprema de la persona humana que deberá ser retomada y perfeccionada a lo largo de la Historia, de Sócrates a Kant.”
Jeroglíficos, descifrando el Antiguo Egipto
British Museum, Londres
Comisaria: Ilona Regulski
Hasta el 18 de febrero 2024
- Jeroglíficos, luz sobre el Antiguo Egipto - - Alejandra de Argos -
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- Escrito por Marta Sánchez
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El arte de Yoshitomo Nara, probablemente el artista japonés más cotizado en la actualidad, no es de consumo rápido. Es un arte que requiere un tiempo para establecer el diálogo que su creador nos propone. Es probablemente el artista japonés más célebre y cotizado del momento. En 2019, la casa Sotheby’s vendió en Hong Kong su obra ‘Knife Behind Back’ (2000) por una cifra récord
Un reflejo del interior del alma
Foto: Yoshitomo Nara. Foto: Ryochi Kawajiri en artnews.com.
“El artista confronta la verdadera esencia de las personas y las cosas […], y como resultado crea obras que funcionan como espejos que devuelven el reflejo de su propio corazón a los espectadores”. Esta poética descripción es la mejor forma de aproximarse por primera vez a la obra de Yoshitomo Nara (Hirosaki, Japón, 1959), probablemente el artista japonés más célebre y cotizado del momento. En 2019, la casa Sotheby’s vendió en Hong Kong su obra ‘Knife Behind Back’ (2000) por una cifra récord en el país: 25 millones de dólares. Pero lejos de ser el “fenómeno comercial” que criticaron algunos ámbitos, el arte de Nara rebosa de sentimiento, trabajo y espiritualidad. Su comprensión y asimilación de las tendencias de los tiempos, junto con una inteligente gestión de las influencias recibidas a lo largo de su vida y de las tradiciones de distintas culturas, han dado lugar a un cuerpo de obra coherente y poderoso que apunta directamente al alma de quien lo contempla. Porque precisamente, la contemplación es una parte esencial del propósito artístico de Nara: sus obras no son de consumo rápido, sino que requieren un tiempo para establecer el diálogo que el artista nos propone. Conceptos como el aislamiento o la soledad, la introspección de la infancia, la rebeldía y la ironía atraviesan su trabajo; son conceptos que Nara solo puede expresar a través de la imagen. Tal y como él mismo dice: “Si lo puedo explicar con palabras, no creo en la necesidad de transformarlo en pintura”.
Momento de la subasta de la obra ‘Knife Behind Back’ en Hong Kong. Foto: Sotheby’s Press Office HK. En cobosocial.com
Infancia y adolescencia: la soledad y la música
‘Wonderful House Nº 5' (1984). © Yoshitomo Nara. En yoshitomonara.org
Yoshitomo Nara nace en 1959 la ciudad de Hirosaki, perteneciente a la prefectura de Aomori (Japón). Es el más pequeño de tres hermanos, pero son diez años los que le separan de ellos. Su infancia es más parecida a la de un hijo único de padres trabajadores, lo que hace que pase muchas horas en soledad. Como él mismo ha revelado en alguna ocasión, busca y encuentra el confort en la compañía de los animales, con quienes siente que puede comunicarse sin palabras. Esta necesidad de comunicar en el silencio es algo que mantendrá durante toda su carrera artística, y que da a su obra una cualidad distintiva. Los cómics, los libros ilustrados y la animación serán su segundo refugio: la cultura popular norteamericana y japonesa, esta última en forma de anime, forjarán parte de su identidad como artista y como persona.
‘Mother’ (1987). © Yoshitomo Nara. En yoshitomonara.org
La música será el tercer elemento que moldee la personalidad del joven creador, atraído desde su adolescencia por el entorno del punk rock; las carátulas de los discos serán algunas de sus primeras referencias artísticas. “Donde yo crecí no había museos, así que mi primer contacto con el arte fue a través de las portadas de los discos”. Durante sus años de infancia y adolescencia, dibuja y esculpe figuras en arcilla de forma constante; si bien su intención era estudiar literatura, siguiendo el consejo de un amigo decide matricularse en la Universidad de Bellas Artes y Música de la Prefectura de Aichi. En 1985 se gradúa en Bellas Artes y dos años después obtiene la titulación de Máster.
De Japón a Alemania. Arte que nace del aislamiento
En 1988, Nara decide marcharse de su Japón natal y buscar fortuna en Alemania. Recala en la Academia Estatal de Arte de Dusseldorf, donde pasa seis años como pupilo del pintor alemán A. R. Penck. Durante esos años se dedica a dar clases de arte para sobrevivir, pero el entonces joven artista aún ve difícil poder vivir de sus creaciones. Al mismo tiempo, en Alemania experimenta un regreso a la soledad y la introspección de su infancia: la barrera del idioma, el clima frío y lluvioso y la ausencia de sol le recuerdan a su tierra natal, y vuelve a recogerse dentro de su propio yo. “Literalmente, allí estaba solo. Me recordaba a mi solitaria infancia. Sentía el frío y la oscuridad de la ciudad, como en mi tierra natal, y la atmósfera reforzó mi tendencia a separarme del mundo exterior”, recordaría años después.
'People on the cloud' (1989). En liveauctioneers.com
Al mismo tiempo, Nara desarrolla un interés pronunciado por el Neo-Expresionismo alemán y empieza a adoptar algunas características de esta escuela, como las poderosas líneas de recorte y los intensos colores. Son elementos que se pueden ver en las obras que realiza durante esos años, como ‘People on the cloud’ (1989). Lejos de añorar Japón, Nara decide permanecer en Alemania. En 1993 se muda a Colonia y monta su propio estudio: ya tiene decidido que quiere vivir de su arte, tal y como les recomienda que hagan a sus alumnos. La sensación de aislamiento que le acompaña continúa reforzándose, pero en lugar de luchar contra ella la utiliza para evolucionar. El año de su llegada a Colonia recibe el encargo de dibujar un cartel publicitario para la película infantil sueca 'Lotta se va de casa', basada en un libro de Astrid Lingren: por primera vez, logra mostrar su arte al gran público.
Un estudio en Tokio: el movimiento Superflat
‘Hundehütte für 5 Hunde’ (1991) .© Yoshitomo Nara. En yoshitomonara.org
Yoshitomo Nara sigue intentando vivir de su arte; poco a poco, va alcanzando objetivos. A finales de los 90 realiza varias colaboraciones con figuras de la literatura y la música; durante ese periodo regresa puntualmente a Los Ángeles para trabajar como profesor invitado en la Universidad de California. Por fin, en el año 2000 vuelve definitivamente a Japón y decide dar un impulso a su carrera como pintor, alquilando un gran estudio de dos plantas en Tokio que también utiliza como vivienda. Al año siguiente, el artista Takeshi Murakami dará nombre al movimiento artístico que empezaba a despuntar en el país: Superflat. Nombres como el propio Murakami, Chiho Aoshima y Yoshitomo Nara comienzan a resonar a nivel mundial, como líderes de una escuela artística inspirada en la tradición japonesa y el consumismo desaforado. claramente emparentada con movimientos como el Pop Art americano.
‘El nadador’ (1991). © Yoshitomo Nara. En yoshitomonara.org
El nombre Superflat, súper plano, hace referencia a la estética clásica del manga y el anime: sus grandes planos de color, líneas de recorte y rostros de grandes ojos con expresiones marcadas dan forma a una escuela que tendrá una enorme influencia en el resto del mundo, y dentro de la cual Nara no tardará en destacar. El artista empieza a inspirarse en las máscaras del teatro tradicional japonés y en los grabados ukiyo-e del período Edo. Su obra, además, adquiere una interesante cualidad pictórica que la distancia del resto de los artistas del movimiento, manteniendo las líneas dibujadas a mano y las superposiciones de color características de toda su trayectoria.
‘Rockandroll will never die’ (2001). © Yoshitomo Nara. En yoshitomonara.org
Después de Fukushima: una nueva visión del arte
El año 2011 supone un punto de inflexión para Yoshitomo Nara. El motivo es un acontecimiento trágico en forma de catástrofe natural: el terremoto y el tsunami de Fukushima, que afectaron de manera particularmente intensa a la prefectura de Aomori, donde el artista pasó su infancia y adolescencia. El impacto del suceso en la persona y la obra de Nara es demoledor. El artista empieza a plantearse el arte como algo sin sentido y sin eficacia real. “Después de todo, nadie necesita arte en una situación extrema”, comentaría en su momento. Durante los meses posteriores, la reconstrucción paulatina de la zona y el esfuerzo de sus habitantes para recuperar sus vidas cambian de nuevo su punto de vista; las distintas visitas que realiza a la zona afectada y la decisión de realizar una residencia en la zona son claves para la renovación de su impulso creativo. En 2013, el padre de Yoshitomo Nara fallece; junto con su nueva visión del hecho artístico, este acontecimiento hace que se plantee una nueva forma de crear. Recupera la “conversación consigo mismo” que inspiró sus primeros trabajos y empieza a plantearse el arte como un proceso, más que como un fin. Sus pinturas ganan en profundidad, forjándose a través de capas y de significados. Es el caso de obras como ‘Midnight Surprise’ (2017), que ha sido comparada con los lienzos de Mark Rothko por su técnica y su esencia espiritual.
‘Midnight Surprise’ (2017). © Yoshitomo Nara. En yoshitomonara.org
A partir de 2014, Nara comienza a investigar sus raíces y el pasado familiar. Viaja por Japón buscando su herencia y toma fotografías para documentar sus trayectos. Localiza “tierras de nadie” que despiertan su interés, como las minas de Sakhalin (antiguamente parte de Japón y actualmente pertenecientes a Rusia), donde trabajó su abuelo: “Me interesan muchísimo los lugares que no son ni una cosa, ni otra. Que se encuentran entre ambas”. Además de realizar grandes esculturas, instalaciones, pinturas e ilustraciones, el artista se embarca también en proyectos expositivos; en 2017 organiza una exposición para reivindicar la figura del ilustrador Takeshi Motai, cuyo arte ejerce una poderosa influencia en su propia obra. Actualmente, Yoshitomo Nara vive y trabaja a caballo entre sus estudios de Japón y Alemania, donde continúa desarrollando un camino artístico y espiritual alejado de las demandas del mercado. Siempre, acompañado de música como la de Neil Young, que encuentra “llena de espiritualidad y fuerza”. Como su arte.
Exposiciones
'Yoshitomo Nara: Nobody’s Fool'. Asia Society Museum, Nueva York (2010-11)
La primera gran retrospectiva de Nara en la ciudad de Nueva York tuvo lugar entre los años 2010 y 2011. A cargo del Asia Society Museum, permitió a los visitantes descubrir la obra de un artista que ya por entonces destacaba entre los de su generación. La muestra reunió más de un centenar de obra, seleccionadas entre las realizadas a principios de los años 80 y las últimas de su producción.
Yoshitomo Nara. 'Greetings from a place in my heart' Dairy Art Centre, Londres (2014)
En 2014, la obra de Yoshitomo Nara desembarcó en la ciudad de Londres a través de la gran exposición en solitario “Saludos desde un lugar de mi corazón”. Fue la muestra más ambiciosa y exhaustiva sobre la obra del artista, programada hasta la fecha en el Reino Unido. El público pudo realizar un recorrido entre las piezas más icónicas de Nara y sus obras menos conocidas, además de entrar en contacto con sus últimos trabajos. En el vídeo, la escritora e historiadora de arte Aindrea Emelife presenta y analiza la exposición.
'Life Is Only One!: Yoshitomo Nara'. Hong Kong Jockey Club (2015
La primera gran exposición en solitario de Yoshitomo Nara en Hong Kong toma el nombre de una de sus obras, ‘Life is only one!’ Una declaración de intenciones por parte del artista, que a través de la selección de obras invitaba a los visitantes a comenzar un diálogo con su obra y su propio universo. La exposición incluyó pinturas, bocetos, fotografías, esculturas e instalaciones multimedia, trazando un recorrido amplio y exhaustivo por la obra reciente de Nara.
'Yoshitomo Nara // Retrospective Highlights'. Los Angeles County Museum of Art LACMA (2021-22)
Esta exposición es, hasta la fecha, la más ambiciosa muestra en solitario de la obra de Yoshitomo Nara. Organizada por el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles (LACMA), tiene vocación viajera: una vez finalizada, las obras del artista se podrán admirar en el Yuz Museum de Shangai, el Museo Guggenheim de Bilbao y el Kunsthal Rotterdam de Ámsterdam. Compuesta por 100 pinturas, esculturas e instalaciones, además de 700 trabajos sobre papel, la exposición es la ocasión perfecta para adentrarse en el mundo del artista y descubrir los nuevos caminos que abre dentro de la figuración actual.
Libros
‘Yoshitomo Nara’. Yeewan Koon, Yoshitomo Nara. Phaidon Press Limited, 2020
La obra de Nara es objeto de un necesario análisis en este magnífico volumen, donde se realiza un recorrido de toda la obra de Nara desde sus inicios hasta sus últimos trabajos. Los textos corren a cargo del historiador de arte Yeewan Koon, acompañados de escritos de la mano del propio Nara y fotografías personales del artista. Es el tratado más exhaustivo sobre su trabajo de los últimos diez años: una publicación presentada en orden cronológico, imprescindible para descubrir y comprender la obra del artista.
‘The Lonesome Puppy’. Yoshitomo Nara. Ed. Chronicle Books, 2008.
Yoshitomo Nara no considera los libros ilustrados infantiles como meros vehículos de entretenimiento para los más pequeños. Su libro ‘The Lonesome Puppy’ (‘El perrito que quería hacer amigos’, en la edición en español) es, por el contrario, una obra de arte a través de la cual el artista trabaja en la forma de gestionar las emociones más difíciles de controlar: la tristeza, la alegría, el sentimiento de pertenencias… Emociones que, por otra parte, están siempre presente en sus obras. El libro combina relato e ilustraciones, ambos obra de Nara, quien declaró que su intención era también crear un libro ilustrado similar a los que le confortaron a él en su infancia. Una obra deliciosa, perfecta para iluminar los momentos de lectura de los niños y para devolver a los adultos una mirada infantil con la que contemplar el mundo.
- Yoshitomo nara: Biografía, Obras y Exposiciones - - Alejandra de Argos -
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La obra de Georg Baselitz se revela hoy como una herramienta crucial para reconciliar al arte alemán con la identidad nacional, tras el desastre de la II Guerra Mundia. Al mismo tiempo, su trabajo en distintas disciplinas demuestra que siempre hay vida fuera de los movimientos artísticos “oficiales".
Arte que nace de la incertidumbre
Foto: Georg Baselitz en la Fondation Beyeler, 2018. Foto: Matthias Willi.
“Siempre empiezo con una idea. Pero a medida que trabajo, la pintura se hace con el poder. Entonces empieza la lucha entre la idea preconcebida… Y la pintura, que lucha por su vida”. . Lucha. Conflicto. Polémica. Monumentalidad. La figura y la obra de Georg Baselitz (Alemania, 1938) parecen marcadas por un constante enfrentamiento de fuerzas. Y en ocasiones, por el deseo o la necesidad de impactar. Baselitz nace en una época terrible y convulsa, en un país lanzado de cabeza hacia una guerra de proporciones devastadoras. Durante las primeras décadas del siglo XX, Alemania había vivido una década de esplendor artístico y cultural que pone a la nación a la cabeza de las vanguardias: son los años del expresionismo, el dadaísmo o la Bauhaus, movimientos que ni siquiera la I Guerra Mundial pudo detener. Baselitz vive su infancia y juventud en un país derrotado, que durante los años del nazismo ha visto como el arte más innovador era demonizado; los artistas, exiliados y perseguidos. Por otra parte, en la Alemania Oriental (su zona natal) las escuelas de arte abandonan los principios constructivistas para abrazar el realismo socialista. Frente al retroceso que suponen estos acontecimientos, la obra de Baselitz se reveló después como una herramienta crucial para reconciliar al arte alemán con la identidad nacional, que al tiempo demostró que hay vida fuera de los movimientos artísticos “oficiales”. Sus dibujos, pinturas y esculturas siguen un camino alternativo y personal, que parte de principios expresionistas para desarrollar una trayectoria única. Polémico como pocos, sus opiniones (muchas veces desafortunadas) no deberían empañar una obra de enorme calidad y relevancia que despierta auténticas pasiones.
'El coro del puente' (1983). En hirshhorn.si.edu
Berlín Oriental y Berlín Occidental: primeros años
A principios del año 1938 nace Hans-Georg Kern en el Estado de Sajonia, una zona ubicada en lo que más tarde se convertirá en la Alemania Oriental. Más adelante cambiará su apellido por Baselitz, sobrenombre extraído de su localidad natal, Deutschbaselitz. Su padre era profesor en una escuela, y la familia vivía en un piso situado sobre las aulas. Es en la biblioteca del edificio donde el futuro artista entra en contacto con el arte; concretamente, despiertan su atención los dibujos a lápiz realizados por artistas del siglo XIX. Inspirado por estas obras, durante sus años de colegio va entrenando su mano en el dibujo; pero no será hasta los años de adolescencia, en el instituto, cuando empieza a pintar. En 1950 la familia se muda a Kamens; es en esos días cuando Baselitz empieza a mostrar un claro interés por la pintura. Más adelante, sus futuras obras reflejarán recuerdos y vivencias de su juventud; es el caso de su primera obra invertida, ‘Der Wald auf dem Kopf’ (‘El bosque cabeza abajo’), inspirada en una copia en tamaño original del cuadro ‘Interludio durante una caza en el Bosque de Wermerdorf’, del pintor Ferdinand von Rayski.
‘El corazón’ (1964). En michaelwerner.com
Los primeros trabajos de Baselitz sobre el lienzo están claramente inspirados en los paisajistas del movimiento Neue Sachlichkeit o Nueva Objetividad, una escuela que rechazaba el Expresionismo imperante y se acercaba al realismo (con matices). A pesar de su interés y su talento, su solicitud de ingreso en la Academia de Arte de Dresde es rechazada. En 1956 se matricula en la Academia de Artes Visuales y Aplicadas de Weissensee, situada en Berlín Oriental, donde se forma bajo la tutela del pintor Herbert Behrens-Hangler. Su época en la escuela no dura mucho: tras dos trimestres asistiendo a clases es expulsado del centro. El motivo de su expulsión es su “inmadurez sociopolítica”, un motivo común para artistas que rechazaban abrazar el Realismo Socialista impuesto por el gobierno soviético. Georg Baselitz no duda en trasladarse al Berlín Occidental y matricularse en la Academia de Artes Visuales de Charlottenburg, donde entra en contacto con artistas de vanguardia de la talla de Malevich o Kandinsky.
‘El bosque cabeza abajo’ (1969). Museum Ludwig. En artribune.com
Héroes, expresionismo y anamorfosis
A finales de la década de los 50, Georg Kern decide cambiar su apellido por Baselitz en homenaje a su tierra natal. Son años de intensa creatividad, potenciada por los estímulos recibidos en la Academia y por el contacto con otros artistas. En sus obras de esa época ya se intuye su estilo personal, así como una serie de temáticas e intereses que permanecerán a lo largo de su trayectoria. Es cuando empieza a trabajar en retratos de personajes imaginarios, inspirados en los soldados que tras la II Guerra Mundial permanecieron destinados en su localidad. Las imágenes muestran trazos gruesos, llenos de energía, que convierten a los retratados en extrañas criaturas de aire caricaturesco. Así, Baselitz comienza su alejamiento de las corrientes realistas y abstractas más puras, trazando un camino propio que coexiste con ambas. Ya en los 60 continúa trabajando en sus primeras figuras de “héroes”, empleando un método que los expresionistas americanos llevarían hasta sus últimas consecuencias: la anamorfosis o representación monstruosas de las imágenes.
‘El hombre desnudo’ (1963). En hirshhorn.si.edu
Corre el año 1963 cuando se inaugural la primera exposición de Georg Baselitz. Sus lienzos no solo rompen con el ideal estético del arte, el realismo o las escuelas de vanguardia: también son claramente transgresores desde el punto de vista de la moral de la época. La muestra incluye obras como ‘Der Nackte Mann’ (El hombre desnudo), que son calificadas y denunciadas directamente como pornográficas. Lejos de retractarse, el artista prosigue en su investigación y experimenta con distintos temas e intereses; su pintura se aleja cada vez más de la representación de la realidad, algo que queda patente en su primera obra invertida: la ya citada ‘El bosque cabeza abajo’ (1969). Su interés queda ya centrado en “producir”, no en “reproducir”. En 1975, ya convertido en artista de referencia, se muda a Derneburg desde Berlín para trabajar como profesor de pintura en la Academia Estatal de Artes Visuales de Karlsruhe. Al mismo tiempo, continúa trabajando en obras que reflejan la situación de su país, Alemania, tras la guerra y el vértigo emocional y social desencadenado por esta. Sus herramientas: figuras grotescas o abandonadas, imágenes distorsionadas, colores poderosos y trazos bruscos y gruesos.
‘Dormitorio’ (1975). En bordercrossingsmag.com
El cambio de siglo. Esculturas y reinterpretaciones
‘Modelo para una escultura’ (1979-80). En washingtonspeaks.blogspot.com
Las figuras de los lienzos de Baselitz parecen querer escapar e invadir el espacio que les rodea. Su potencia de color y de trazo estalla y arrasa al espectador. El artista, consciente de esta vocación latente en su arte, en 1979 decide dar un paso más y empieza a realizar esculturas talladas en madera de gran envergadura. Las obras están en la misma línea que sus pinturas: son toscas, grandes, invasivas, provocadoras y potentes. Para crearlas, Baselitz emplea herramientas poco propias del arte: el uso de sierras y hachas le permite realizar piezas de carácter monumental, donde la marca del filo o los dientes queda visible. Su obra se aleja un paso más del Expresionismo y se acerca al art brut, una escuela con la que siempre se ha sentido identificado. Las piezas no renuncian al carácter polémico y político que impregna gran parte de su obra pictórica: cuando acude a representar a Alemania en la Bienal de Venecia de 1980, incluye en la selección de obras la pieza 'Modelo para una escultura'. La figura, de madera tallada, parece levantar el brazo reproduciendo el saludo nazi. En el año 2011, el Museo de Arte Moderno de la Villa de París dedicará una gran exposición a las esculturas en madera de Baselitz, con piezas tan importantes como sus célebres 'Mujeres de Dresde', inspiradas en las víctimas de los bombardeos de la II Guerra Mundial en Alemania.
'Mujeres de Dresde' (1989-90). En fondationbeleyer.ch
Los años 90 y el fin del siglo XX encuentran al artista en plena producción. A las pinturas y las esculturas se les unen proyectos escenográficos, como el realizado para la representación de 'Punch y Judy' en el Dutch Opera de Ámsterdam. También se celebran grandes muestras retrospectivas en reconocimiento de su carrera, como la organizada en el Guggenheim de Nueva York en el año 1995. Pero si hay algo en lo que Baselitz empieza a trabajar con fuerza es, sin duda, en la reinterpretación de su propia obra a través de la pintura: durante el nuevo milenio empieza a trabajar en sus series 'Remix', reinterpretaciones de obras suyas realizadas en los años 60 y 70. En una entrevista a un diario online español, el artista señalaba: “Escogí obras de diferentes épocas: una de los sesenta, otras de los setenta... Las tengo todavía en la cabeza. Y las he pintado de nuevo como las habría hecho yo hoy. Desde la posición del presente. Cambian totalmente, pero siguen siendo las mismas".
‘Freund 66 (Remix)’ (2008). En royalacademy.org.uk
Actualmente, Georg Baselitz sigue viviendo y trabajando en Alemania. Su obra ha ejercido y ejerce una potente influencia en corrientes como el Neo-Expresionismo, de las cuales él continúa manteniéndose al margen. Los grandes museos y galerías de todo el mundo (entre ellos, el Museo Guggenheim Bilbao y el Centro Pompidou de París) siguen programando retrospectivas de su obra o exposiciones de nuevas piezas, que a día de hoy atraen a cientos de miles de visitantes.
Exposiciones
Georg Baselitz: Remix Paintings. Gagosian, NY (2007)
“Cuando remezclas la música popular, cambias el ritmo o el sonido... Lo que yo hago es algo totalmente distinto. Llevo mucho tiempo pensando cómo llamar a lo que hago. Me gusta la palabra remix porque procede de la cultura joven. De lo que nunca pude escapar es de Alemania, y de ser alemán”. De estas declaraciones de Georg Baselitx se extrajo el nombre de la exposición organizada en 2007 por la Galería Gagosian de Nueva York, formada por una serie de pinturas creadas en los años inmediatamente anteriores por el artista. En ellas reinterpreta las facetas y obras más provocadoras de su trayectoria, realizando nuevas versiones e interpretaciones desde la experiencia aportada por los años y los cambios históricos.
Georg Baselitz: Farewell Bill. Gagosian, NY (2014)
De nuevo, en el año 2014 la galería Gagosian volvió a exponer una serie de pinturas 'remix' de Baselitz. En las nuevas obras, el artista decidió emplear la figuración como vehículo para la expresión artística máxima: el resultado es una serie de autorretratos, un nuevo enfoque en su persistente subversión el objeto o modelo reflejado. La serie 'Farewell Bill 'supuso una clara ruptura con sus anteriores pinturas ‘remix’, realizadas en la primera década de los 2000: un magnífico despliegue de, nuevas y vibrantes imágenes, en las que el pintor buscó la reafirmación a través del acto de pintar.
Georg Baselitz. Los Heroes. Guggenheim Bilbao (2017 )
En 2017 el Museo Guggenheim Bilbao acogió esta exposición, organizada por el propio museo junto con el Moderna Museet de Estocolmo y el Palazzo delle Esposizioni de Roma y que se pudo ver en las sedes de las tres exposiciones. La selección incluía pinturas con representaciones de “héroes” vulnerables, losers y fracasados reinterpretados por Georg Baselitz entre 1965 y 1966. Un total de 60 lienzos, dibujos y bocetos con figuras a gran escala, que desprendían energía y desafiaban la contemplación del espectador.
Darkness Goldness. White Cube. Londres (2020)
El tema elegido por Georg Baselitz para esta serie de pinturas, la mano humana, le sirve al artista para investigar sobre la silueta icónica de las manos y su simbolismo en las distintas culturas. Mediante varios lienzos, dibujos y esculturas en relieve, la serie establece un diálogo a tres bandas que recorre la historia de la interpretación de la mano, desde la época prehistórica a la actualidad. Las obras de Baselitz se inspiran en el arte rupestre o las representaciones anatómicas, pero también en los cuadros de Albrecht Dürer y Egon Schiele, quienes centraron su atención en distintas ocasiones en la mano humana.
Georg Baselitz: la retrospective. Centro Pompidou, París (2021-22)
La primera gran exposición de Georg Baselitz en el Pompidou de París se inauguró a finales del año 2021. La muestra reunió una enorme selección de obras realizadas a lo largo de seis décadas de trayectoria artística. Desde los primeros dibujos, hasta los 'Héroes' que se pudieron admirar en el Museo Guggenheim Bilbao; desde el 'Pandemonium' de los 60, hasta las obras con técnicas mixtas en constante evolución de los últimos años. La exposición supuso una magnífica oportunidad para conocer a fondo la obra de un artista inclasificable, poderosamente influyente y siempre ajeno a modas o tendencias.
Georg Baselitz: Archinto. Museo di Palazzo Grimani, Venecia (2012-22)
El Museo del Palazzo Grimani se convirtió para la ocasión en una sede excepcional donde reunir las últimas pinturas y esculturas de Georg Baselitz. Doce de las obras fueron realizadas expresamente por el artista para la Sala del Portego, donde una vez permanecieron expuestos varios retratos de la familia Grimani. La muestra supuso para Baselitz la oportunidad de homenajear a la ciudad de Venecia y a su rica tradición artística, conservada por el artista a través de las técnicas pictóricas tradicionales, y desafiada al mismo tiempo por su trazo expresionista y libre.
Libros
'Deconstructing Memory'. Richard Calvocoressi. Ed. Thames and Hudson Ltd, 2021
El libro ‘Deconstruyendo la Memoria’ traza un seguimiento de la evolución del estilo de Georg Baselitz, desde sus primeros trabajos hasta las últimas creaciones. El escritor, comisario y ensayista de arte Richad Calvocoressi realiza en sus páginas una estructuración magistral de la narrativa cronológica, que ayuda al lector a valorar el trabajo del artista a través de los eventos más importantes de su vida. Muy especialmente, de los acontecimientos históricos que vivió en persona mientras desarrollaba una carrera artística realmente única. Un libro imprescindible para conocer al artista y su obra, con más de 400 reproducciones de alta calidad.
'Georg Baselitz'. Hans Werner Holzwarth. Edición limitada, numerada y firmada por el artista. Editorial Taschen, 2022
Otra monografía completa y espectacular, en este caso una edición de lujo creada por la editorial Taschen y firmada por el artista. Además de las más de 400 imágenes de sus obras, las páginas del libro reproducen planos de las instalaciones creadas por Baselitz en los últimos tiempos. Las ilustraciones se acompañan de una serie de escritos que abordan los temas desde distintos puntos de vista, por parte de una cuidada selección de expertos y críticos de arte. Un libro que también es una obra de arte y una pieza de colección, pensado para amantes del hecho artístico y de la obra de Georg Baselitz.
'Georg Baselitz: The Heroes'. Max Hollein. Editorial Hirmer Verlag, 2016
Los años de formación artística de Georg Baselitz transcurrieron en Alemania Occidental, donde la potencia de su trabajo se centró en cuestionar la compleja identidad nacional de su país. Entre 1965 y 1966 creó una serie de obras hoy consideradas maestras, dentro de sus series 'Héroes' y 'Nuevos Tipos'. El libro Georg Baselitz: The Heroes reproduce las pinturas pertenecientes a la primera serie, a todo color y con todo lujo de detalle, acompañadas de textos que profundizan en el estilo y el contexto histórico. La serie constituye un compendio demoledor de figuras agotadas, contradictorias y atormentadas, vestidas con harapos y con una enorme energía: una poderosa formulación de la postura del artista en relación con la sociedad.
- Georg Baselitz: Biografía, Obras y Exposiciones - - Alejandra de Argos -