- Detalles
- Escrito por Marisa Carrero
- Visto: 52796
El pintor y fotógrafo Richard Prince representó, junto a Cindy Sherman, una nueva forma revolucionaria de ver y hacer fotografía, allá por los años sesenta, gracias en gran parte a las nuevas tendencias como el vídeo y el cine, pero siempre envuelto en la polémica y la crítica: «Con cada generación, el arte se reinventa (…). Prince tiene la capacidad de transgredir, de mostrar una falta de respeto hacia los límites», en opinión de Almine Ruiz-Picasso, miembro del Patronato de la Fundación del MPM y copresidenta de FABA. Richard Prince nació en la llamada Zona del Canal de Panamá, en 1949, cuando esta aún era colonia de Estados Unidos, aunque, al poco tiempo, su familia se trasladó a Boston. En 1973, Prince decide ingresar en el Instituto de Arte de San Francisco, pero, al no tener mucho éxito, decide trasladarse a trabajar a Nueva York mientras piensa qué hacer con su vida.
El pintor y fotógrafo Richard Prince representó, junto a Cindy Sherman, una nueva forma revolucionaria de ver y hacer fotografía, allá por los años sesenta, gracias en gran parte a las nuevas tendencias como el vídeo y el cine, pero siempre envuelto en la polémica y la crítica: «Con cada generación, el arte se reinventa (…). Prince tiene la capacidad de transgredir, de mostrar una falta de respeto hacia los límites», en opinión de Almine Ruiz-Picasso, miembro del Patronato de la Fundación del MPM y copresidenta de FABA.
Richard Prince nació en la llamada Zona del Canal de Panamá, en 1949, cuando esta aún era colonia de Estados Unidos, aunque, al poco tiempo, su familia se trasladó a Boston. En 1973, Prince decide ingresar en el Instituto de Arte de San Francisco, pero, al no tener mucho éxito, decide trasladarse a trabajar a Nueva York mientras piensa qué hacer con su vida. En este tiempo, y siguiendo el concepto pop de la «apropiación» y la «descontextualización», va perfilando su estilo artístico usando imágenes anónimas del mundo publicitario para crear sus obras.
En 1975, el artista creó una serie de collages hechos a base de fotografías que iba tomando de distintos anuncios y otros medios, revolucionando absolutamente la idea de autoría y cuestionando el papel tradicional del artista, pero también dando lugar a un gran debate dentro del mundo del arte.
Su trabajo en la hemeroteca de Time-Life, manejando recortes de revistas, le hizo pensar en las posibilidades de trabajar con tantas imágenes, combinadas, yuxtapuestas, manipuladas, etc. Así surgen sus primeros trabajos Untitled (Cigarettes) (1978-1979) y Untitled (Three women looking in the same direction) (1980) formados por imágenes publicitarias que el propio artista ha combinado a su antojo volviendo a fotografiarlas nuevamente y creando una mirada deliberadamente artificial. Con una de ellas, Untitled Cowboy, se originó un auténtico debate en el mundillo del arte cuando, años después, en 2005, consiguió alcanzar la cifra de un millón de dólares en una subasta organizada por la casa Christie's de Nueva York.
Imagen: Richard Prince, disponible en http://marshallmatlock.com/
Imagen: Untitled (Man´s hand with cigarette), 1980, disponible en http://www3.mcachicago.org/,
Muchos han sido los críticos que han querido definir o etiquetar esta forma de hacer fotografía. Lo han llamado Appropriation, Artist´s Book, Simulation, etc. Pero lo de menos es cómo se llame sino cómo lo conciben sus creadores. Para Prince y otros artistas similares como Cindy Sherman o Barbara Kruger se trataba de presentar las imágenes de la cultura de masas fuera de su contexto y de su finalidad. Así, y dentro del movimiento New Wave, el artista siguió realizando sus creaciones en la refotografía usando catálogos comerciales, fotos anónimas, algunas fotos personales, que él volvía a fotografiar para sus creaciones.
La polémica estaba servida. ¿Cual era su valor artístico si se apropiaba de las fotos de otros? ¿Qué pasaba con el derecho de autor de esas fotografías o con el copyright? De hecho, en 1977, Prince estuvo metido en una importante querella con el diario New York Times por el uso de algunas de sus fotografías ya publicadas.
Imagen: Untitled (three women looking in the same direction), disponible en https://rfc.museum
Imagen: Untitled (four women looking in the same direction), disponible en http://www.theslideprojector.com/
Y no fue la única. En 1983, se enfrentó, en otra batalla judicial con la madre de la actriz Brooke Shields, al utilizar una fotografía del autor Garry Gross donde la actriz de diez años aparecía de pie en una bañera, tremendamente maquillada y en una clara alusión a la precocidad sexual. La exhibición de esta imagen, denominada Spiritual America, trataba de reflejar, en opinión de la crítica Nancy Spector, que: «cualquier pura espiritualidad americana está ya siempre contaminada, impura; es una mezcla de patriotismo, capitalismo y cultura popular».
En los años ochenta, la atracción de Prince por los marginados, las tribus urbanas, los «sin techo», en definitiva, los pertenecientes al llamado dark side (lado oscuro) produjo toda una serie de obras basadas en imágenes yuxtapuestas a las que él llamó gangs (bandas) centradas en motivos concretos de la cultura pop. Un ejemplo es su obra Enterteiners (Animadores) en la que unió diferentes diapositivas de 35 mm cada una, procedentes de varios anuncios y revistas y creó con ellas un negativo mayor desde el cual realizó la impresión final.
Imagen: Brooke Shields, disponible en http://www.pasunautre.com/, 25 de junio de 2012
Lo mismo ocurría con su serie Jokes, en torno al año 1986, donde partiendo de imágenes y textos ya existentes que redibujó como serigrafías, plasmó su visión acerca de las fantasías y las frustraciones sexuales de la clase media estadounidense, utilizando el humor y la caricatura, dada su afición e interés por los cómics.
Sus «apropiaciones» continuaron en otras series de fotografías como Cowboys and Grilfriends, en las que Prince toma símbolos básicos de Estados Unidos para darles otro significado completamente diferente. En la serie Cowboys, los vaqueros tomados de los anuncios de Marlboro pasaron a ser algo arcaico, colonialista y machista, nada que ver con esa visión romántica anterior. La serie Girlfriends se basaba en las fotos que los moteros enviaban de sus novias, subidas en la Harley Davidson de rigor, a las revistas de motos. Fuera de este contexto, estas fotos solo eran otra muestra más del uso del erotismo y del cuerpo femenino como reclamo publicitario.
Imagen: Untitled Cowboy, disponible en http://www.americansuburbx.com/, 26 de abril de 2011
Imagen: Untitled (Girlfriend), 2008, disponible en https://www.gagosian.com
Después de vivir en Nueva York durante 25 años, Richard Prince decidió trasladar su residencia al norte del estado y crear allí una especie de minimuseo, el Second House. En él recogió algunas de sus obras, tanto fotografías como esculturas y pinturas, entre las que destacaba su serie de Car Hood decorando los alrededores de la casa. Este museo permaneció abierto durante seis años (desde 2001 al 2007) y su colección fue regalada por el artista al museo Guggenheim de Nueva York. Desgraciadamente, un rayo provocó un grave incendió en el edificio que causó importantes daños.
En este lugar, creó también la conocida serie de pinturas Nurse Paintings (2003) inspirada en las novelas románticas de los años cincuenta, de temática médica. Para realizar este trabajo, el artista se dedicó a fotocopiar las portadas de muchos de estos cómics y a transformarlas después en pinturas, con cierto aire de misterio y terror al mismo tiempo. La influencia de esta obra suya llevó al artista a una colaboración con Marks Jacobs para un desfile de Louis Vuitton (2008) inspirado en ellas.
Imagen: Sonic Nurse, disponible en http://fr.phaidon.com/
Si esta serie representaba toda una simbología femenina, la exposición que llevó a cabo en septiembre de 2008, en la Galería Serpentine, representaba la simbología opuesta, es decir, la masculina, a través de una serie de esculturas de automóviles hechas de distintos materiales y decoradas con el particular estilo de Prince. La exposición recibía a los visitantes con la imagen de un enorme coche de plástico decorado con una mujer pintada en su capó.
Imagen (izquiereda): Continuation 3, disponible en http://suehubbard.com/
A lo largo de su carrera, Richard Prince no ha dejado de provocar, de ir contracorriente, apropiándose de los trabajos de otros para darles su propia visión y enfrentándose a numerosas demandas por este motivo. Una de ellas fue la que falló un juzgado de Manhattan, en 2012, en contra del artista al considerarlo culpable de apropiación indebida de unas fotos publicadas en un libro del fotógrafo francés Patrick Cariou, sobre los rastafaris. Él se dedicó a trabajar con aquellas que más le gustaban para elaborar su collage personal, refotografiarlo todo y ponerle su firma; una obra que llegó a venderse por dos millones y medio de dólares. Para algunos, se limitó a coger el trabajo que Cariou había preparado durante años, recortarlo y manipularlo, mientras la Gagosian Gallery de Nueva York recaudaba más de diez millones de dólares con su exhibición.
Imagen (izquierda): patrick cariou fights richard prince and gagosian over copyright, disponible en http://www.americansuburbx.com/, 24 de Julio de 2015
Imagen (Derecha): Cheese & Crackers, disponible en http://www.americansuburbx.com/,
En otras ocasiones han sido los propios museos los que le han invitado a apropiarse de la obra de otros autores, como ocurrió en el Museo Picasso de Málaga en el invierno de 2012. Admirador incondicional de Picasso, dijo de él: “Picasso era un dibujante extraordinario. La forma en que dibuja la figura con esa indescriptible libertad que aplica a la forma sigue siendo asombrosa para mí». «No es que estén inspiradas directamente en Picasso, pero sí en el espíritu de Picasso». En esta ocasión, el artista pudo servirse de más de cien obras del pintor malagueño para crear su propia exposición, Prince/Picasso, en la que se pueden reconocer algunas figuras femeninas y otros iconos de la pintura picassiana.
Tras las últimas exposiciones del artista en la Skarstedt Gallery de Londres, o en Le case d'Arte, de Milán, en 2013, sus obras se pueden ver, durante este año 2014, en la Kunsthaus Bregenz, en Bregenz (Austria) hasta el mes de octubre. En nuestro país, una de sus últimas muestras tiene lugar en El Centro Cultural Caja Granada hasta el próximo 11 de enero de 2015, en una exposición basada en la colección fotográfica de Telefónica, una de las más prestigiosas del mundo, compartiendo espacio con otros famosos fotógrafos como Gursky o Marina Abramovic. En ella, el artista estará representado por su serie Cowboys and Girlfriends.
Sea cual sea la posición que adoptemos, es innegable que Richard Prince ha conseguido colocarse en los más altos puestos del mundo artístico contemporáneo, entre otras cosas, gracias a su forma irónica de entender la realidad cotidiana y de representarla. Él ha utilizado los iconos populares surgidos de los medios de comunicación, así como la figura de la mujer y la sexualidad para expresarse, usando muchas veces el humor y combinando pintura, fotografía y palabra.
Para definir el arte y la figura de este artista, muchos han utilizado el término Appropriation art (Apropiacionismo: uso de objetos o imágenes de otros artistas para crear un trabajo nuevo). Para conocer la opinión del autor, basta con leer sus propias palabras: «Pide, toma prestado, roba. Por todos los medios posibles». «No esperes la luz verde. Esto de creer en el todo gratis ha estado ahí durante mucho tiempo. La pregunta ahora es “¿quién te has creído que eres?”… Y la respuesta es “quien me dé la gana de ser”. El objetivo es asaltar la cultura. Y la manera que tengo de hacerlo es dejar ondear mi bandera freak…».
Imagen: nuts, disponible en https://farticulate.wordpress.com, 15 de noviembre de 2010
{youtube}R0X4-2g1zPI|600|450{/youtube}
- Richard Prince: Biografía, Obras y Exposiciones - - Página principal: Alejandra de Argos -
- Detalles
- Escrito por Maira Herrero
- Visto: 21771
El coleccionismo está ligado desde la antigüedad al interés del hombre por todos aquellos objetos especiales ya fuera por su significado, por su rareza o su belleza. Pero el coleccionismo privado, que es el que hoy nos ocupa, no apareció en la cultura occidental hasta finales del siglo XIX con la aparición en los salones parisinos de una nueva concepción del arte, que daba paso a un público que hasta entonces no había podido acceder a lo que sería a partir de este momento y hasta nuestros días el mercado del arte. El crítico, el marchante, el artista, el espectador, el historiador y, naturalmente el coleccionista formaran una nueva constelación de figuras necesarias para comprender el mundo artístico desde una perspectiva diferente.
Pablo Picasso. Mujer sentada con sombrero.
¡Que dicha la del coleccionista, la del hombre con tiempo!
Walter Benjamin
Joan Miró. Mujeres, pájaros y estrellas
El coleccionismo está ligado desde la antigüedad al interés del hombre por todos aquellos objetos especiales ya fuera por su significado, por su rareza o su belleza. Pero el coleccionismo privado, que es el que hoy nos ocupa, no apareció en la cultura occidental hasta finales del siglo XIX con la aparición en los salones parisinos de una nueva concepción del arte, que daba paso a un público que hasta entonces no había podido acceder a lo que sería a partir de este momento y hasta nuestros días el mercado del arte. El crítico, el marchante, el artista, el espectador, el historiador y, naturalmente el coleccionista formaran una nueva constelación de figuras necesarias para comprender el mundo artístico desde una perspectiva diferente.
Escuela madrileña. Vista de la Torre de la Parada, ca.1670
El arte, una vez más, se convierte en una pieza esencial en esa nueva configuración de la sociedad contemporánea que pone fin al orden artístico anterior que hasta entonces se encontraban en manos de la Iglesia, la nobleza y la monarquía. Las colecciones reales pasarán a formar parte del Estado y aparecerán los grandes museos nacionales. A partir de este momento los coleccionistas particulares ayudarán a enriquecer estas nuevas instituciones, convirtiéndose en personajes centrales del mundo del arte y de la cultura.
Alonso Cano. Virgen de la Misericordia
En 1846, Balzac incorpora en El primo Pons, un personaje cuyo único afán es el coleccionismo de objetos de arte, desde este momento el coleccionista y el coleccionismo será una constante en la literatura, Marcel Proust, Susan Sontag, Georges Perec, o recientemente, Edmund de Wall, dirigen su atención a estos personajes que han contribuido a la conservación del patrimonio artístico por motivos de muy distinta índole, y que se ponen de manifiesto cuando estudiamos las historias de los grandes coleccionistas de arte. En el ámbito académico numerosos especialistas han escrito sobre esta cuestión, Julius von Scholosser, Francis Haskell, Walter Benjamin, Ernst Bloch…, y son muchos los puntos de vista desde donde abordarlo.
Luis Meléndez. Bodegón con perdices, dientes de ajo, jarra y articulos de cocina.
Pero hoy queremos fijar nuestra mirada en la exposición que hace unos días se inauguró en el Centro del Ayuntamiento de Madrid, con más de 160 piezas de un fondo mucho mayor, el de la Colección Abelló. Esta muestra es una gran oportunidad para reflexionar sobre el significado del coleccionismo y la visión que tienen sus propietarios sobre la historia del arte desde el siglo XV hasta nuestros días, y aquello que subyace tras cada una de las obras.
Van Dongen. Niña con vestido rojo.
En los últimos años hemos podido ver, a menudo, piezas de la colección Abelló en muchas de las grandes exposiciones de arte y algunas de ellas exhibidas de manera permanente, por ejemplo, La nadadora de Picasso y Construcción con línea diagonal de Tàpies en el Centro de Arte Reina Sofía o La virgen con el niño, San Juan y ángeles, de Lucas Cranach, en el Museo del Prado. Pero nadie podía imaginar la calidad e importancia artística de las piezas expuestas, resultado de una búsqueda incansable y un refinado gusto.
Francisco de Goya. Retrato de Juana Galarza de Goicoechea. Retrato de Martín Miguel de Goicoechea
Nada ha quedado al azar, y son muchas las lectura de la muestra. La exposición arranca con un Greco como homenaje al pintor en su centenario para seguir con el conjunto de vistas de Madrid, el diálogo entre maestros antiguos y modernos, la pintura de bodegones, los retratos de Goya del matrimonio Goicoechea, (uno de estos retratos, el de Juana Galarza estuvo expuesto en la exposición Goya, La imagen de la mujer, en el Museo del Prado, 2002), las vistas de Venecia de Canaletto y Francesco Guardi y así, sería imposible reflejar todo el contenido por calidad y cantidad, hasta llegar a las salas finales donde se concentran una parte importante de los grandes maestros de finales del XIX y la primera mitad del siglo XX, con obras de Edgar Degas, Gustav Klimt, Ramón Casas, Joaquín Sorolla, Henri Matisse, Isidro Nonell, Juan Gris, Paul Klee, Kees van Dongen, Marc Chagall, Emil Nolde, Grosz, Pablo Picasso, Salvador Dalí, Joan Miró, Mark Rothko, además de una notable representación del grupo El Paso con cuadros de Millares y Rivera. Entre todos los grandes artistas mencionados de la colección Abelló, la obra sobre papel juega un papel primordial en el recorrido de la muestra para entender la evolución del dibujo a lo largo de más de seis siglos, desde el delicadísimo Estudio para un retablo de Pedro Berruguete, y los magníficos dibujos de José de Ribera y Alonso Cano hasta llegar a los maestros modernos encabezados por Goya precursor de una nueva manera de entender el arte que completan Degas (otro gran coleccionista), Vincent van Gogh, y las vanguardias del siglo XX. Como punto final del recorrido, el gran Tríptico de Francis Bacon, fechado en 1983, los Tres estudios para un retrato de Peter Beard y el Estudio para un retrato de 1978, del mismo artista. Ejemplos muy representativos del trabajo del pintor no solo por el contenido, siempre hay una reflexión sobre el hombre, su cuerpo y su entorno, sino también por el propio personaje que eligió como modelo, en uno de los trípticos, otro gran artista, el fotógrafo americano Beard, famoso por sus diarios africanos con sus fotos, dibujos y textos.
Francis Bacon. Tres estudios para un retrato de Peter Beard
Un valor añadido a la colección que nos ocupa es el estudio que los propietarios han hecho de la historia de cada una de las piezas desde el momento que los artistas las realizaron hasta la actualidad, con sus restauraciones, cambios de propietarios y contextos culturales, así como la fortuna crítica que han tenido con el paso del tiempo.
Degas. La salida del Baño, dibujo y pastel
La colección Abelló viene, por tanto, a subsanar algunas carencias de nuestro patrimonio artístico, como es el caso de las obras del pintor italiano Amadeo Modigliani, por su escasa presencia en museos españoles. Buena muestra de ello es El Violonchelista pintado en 1909, en cuyo reverso aparece el Retrato de Constantin Brancusi, y los dos papeles que acompañan a sendas obras, reflejo del interés que el pintor sintió siempre por el rostro y el cuerpo humano.
Modigliani. El violonchelista. Retrato de Constantin Brancusi.
Tras una detenida visita lo que el espectador percibe es una mirada generosa, apasionada y orgullosa del trabajo azaroso que hay detrás de una colección de la envergadura de la que nos ocupa, al margen del contenido que el comisario de la muestra, Felipe Garín ha querido darle. La visibilidad de la colección Abelló ayuda a entender la conexión tan importante que tiene el coleccionista con la historia política, económica y cultural con el país que le acoge y su patrimonio artístico. No olvidemos que los coleccionistas privados son una base muy importante para fomentar la sensibilidad del público respecto al valor de la cultura en la sociedad actual.
Francis Bacon. Tríptico de 1983
Colección Abelló
Hasta el 1 de marzo de 2015
CentroCentro Cibeles de Cultura y Ciudadanía
Plaza de Cibeles, 1, 28014 Madrid
- Colección Abelló. Palacio de Cibeles - - Página principal: Alejandra de Argos -
- Detalles
- Escrito por Kosme de Barañano
- Visto: 19503
Una amplia retrospectiva en la casa Rusca de Locarno ( Suiza) repasa las etapas creativas de este artista clave en la definición del lenguaje escultórico contemporáneo. La obra del escultor Jacques Lipchitz (Druskieniki, Lituania,1891-Capri, Italia, 1973) ha sido comentada a lo largo de los siglos XX y XXI por los principales estudiosos del arte y está presente en casi todos los museos del mundo, del Metropolitan de Nueva York al Israel Museum de Jerusalén, de la Tate Gallery de Londres al Boijmans Van Beuningen Museum de Rotterdam, mientras que su obra pública ocupa significativos espacios en ciudades como Filadelfia, Nueva York, Roma o París. Lipchitz fue un artista clave en el movimiento cubista y en el panorama artístico de la vanguardia del siglo XX.
Autor Colaborador: Kosme de Barañano, |
Una amplia retrospectiva en la casa Rusca de Locarno ( Suiza) repasa las etapas creativas de este artista clave en la definición del lenguaje escultórico contemporáneo.
La obra del escultor Jacques Lipchitz (Druskieniki, Lituania,1891-Capri, Italia, 1973) ha sido comentada a lo largo de los siglos XX y XXI por los principales estudiosos del arte y está presente en casi todos los museos del mundo, del Metropolitan de Nueva York al Israel Museum de Jerusalén, de la Tate Gallery de Londres al Boijmans Van Beuningen Museum de Rotterdam, mientras que su obra pública ocupa significativos espacios en ciudades como Filadelfia, Nueva York, Roma o París. Lipchitz fue un artista clave en el movimiento cubista y en el panorama artístico de la vanguardia del siglo XX. Formuló las bases del vocabulario cubista en la escultura y desarrolló el concepto de transparencia. Pero para Lipchitz el cubismo no fue solo un estilo sino una filosofía de cómo mirar el espacio para conformarlo después a su propia manera, para componer su propio lenguaje, su propia música espacial.
Mujer y niño, también conocida como Rescue. Derecha, Jacques Lipchitz en su estudio en París en 1920.
Este gran artista, que tuvo que emigrar en 1909 de Lituania a Francia y de aquí en 1941 a los Estados Unidos, donde ya había expuesto con éxito en 1935 y donde en 1923 había realizado cinco relieves para el exterior de la Barnes Foundation, llevó siempre consigo sus ideas y su talento. Su obra no solo habla de exilios sino también de las desgracias (a mediados de los cincuenta su estudio de Nueva York ardió completamente) y, sobre todo, de las recuperaciones del ser humano, con referencias tanto a la mitología griega como al Antiguo Testamento. En los Estados Unidos Lipchitz descubre un país diverso, creativo y dinámico, donde cada uno se dedica a lo suyo y no hay envidia entre los artistas porque no hay tiempo para la envidia. Todo ello queda patente en su autobiografía, My Life in Sculpture, escrita en colaboración con H. H. Arnason, y publicada dentro de la colección The Documents of 20th Century Art, dirigida por el pintor Robert Motherwell.
L to R- MAF employee, J. C. Spring, J. Lipchitz, J. Spring, property of MAF
Lipchitz, que compartió inquietudes y proyectos con Pablo Picasso y Georges Braque, fue junto con Henri Laurens uno de los artistas que sentó las bases de la revolución cubista en la escultura. Luego su lenguaje fue derivando hacia una figuración que mezclaba los temas bíblicos o mitológicos con un mensaje social, a la vez que desarrollaba una forma muy personal de interacción de las formas, lo que constituye una de las claves de su estilo. Su figuración no es inmediata ni tan abrupta como puede parecer a primera vista, sino que va descubriéndose ante la mirada, creando con los cuerpos un movimiento formal. Esa tensión entre opuestos es un tema compositivo recurrente en toda la escultura de Lipchitz y también en su manera de dibujar. La sensación de movimiento creada por la interacción de formas y volúmenes, las líneas de ligereza y de peso, los tipos de narración esquemática y de escala monumental, tanto en sus esculturas como en sus dibujos más inmediatos, nos hablan, en sus difíciles y sin embargo atractivas formas, de la fuerza de la acción humana y de la lucha por un mundo mejor, más sincero.
El proceso de trabajo esencial para el artista era el modelado con barro o yeso, en el que sus manos eran sus herramientas. Su pensamiento visual (por utilizar un término de Paul Klee) se configuró en y con sus manos en la masa de barro o de yeso, y fueron ellas las que tradujeron sus ideas escultóricas y vitales en estos yesos, para después ser fundidas en bronce o, en algún caso, en plomo, aunque también esculpió en madera en su etapa cubista. Ocasionalmente Lipchitz también acometió la talla directa en piedra, granito o mármol, sobre todo al final de su vida, en Italia.
Exposición permanente de la obra de Lipchitz en el Palazzo Pretorio de Prato (Italia)
DEL APRENDIZAJE A LA MADUREZ
Con casi 90 esculturas y cerca de 50 dibujos, la exposición en la Casa Rusca presenta un amplio recorrido por la obra de Lipchitz. En las dos salas situadas en la planta baja se exponen piezas de su época de aprendizaje y una serie de retratos, así como algunas obras de su etapa cubista. A continuación hay dos interesantes piezas de 1911-1912, sus primeros años en París, Mythological Scene y Pregnant Woman, cuando tiene su estudio en el número 54 de la calle de Montparnasse, pared con pared con el de Constantin Brancusi. Esta sala se completa con tres ejemplos de su capacidad retratística en diferentes épocas de su vida, los años 1928, 1956 y 1963, como son los retratos del poeta francés Raymond Radiguet, de su mujer Yulla Halberstadt y el de Giuliano, un obrero que le sirvió de modelo para la escultura monumental que realizó en la ciudad de Duluth (Estados Unidos) en honor de su fundador, el explorador francés Daniel Greysolon, Sieur du Luth (1639-1710).
Retrato del poeta Raymond Radiguet, 1920.
En la sala dedicada específicamente a revisar su etapa cubista destacan dos piezas que podrían definirse como cuasi arquitectónicas, las dos Sculpture de 1915 y 1916, así como Bather, de 1917, y Woman with Drapery, de 1928. Esta sección de la muestra incluye también más de media docena de maquetas realizadas en estos años para posibles esculturas al aire libre, algunas de ellas ideadas para los jardines de Coco Chanel o de la suiza Madame Helene de Mandrot (1867-1948). De Mandrot, que conocía a Lipchitz desde 1918, le compró Pierrot s’évade en 1927 y, poco después, le encargó la realización de una obra monumental para los alrededores de su casa de Le Pradet, en el sur de Francia, diseñada por Le Corbusier y construida entre 1929 y 1931. Esta obra, Le Chant des Voyelles o The Song of the Vowels (“La canción de las vocales”), es una composición que gira en torno al tema del poder potencial de la humanidad sobre la naturaleza, y que Le Corbusier describió así: “Al final de una pequeña escalera que llega hasta la tierra, se alza la gran escultura de Lipchitz, cuya silueta, como una estela, se recorta contra el cielo y las montañas“. Además, De Mandrot fue la mecenas del Primer Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM), que se celebró en su palacio de La Sarraz, cerca de Lausanne, en 1928, y sirvió para establecer los principios del movimiento moderno, que entendía la arquitectura como un instrumento económico y político capaz de mejorar el mundo a través del diseño de edificios y el urbanismo.
Las pequeñas piezas que Lipchitz realizó como bocetos para el jardín de la modista Coco Chanel nunca pasaron de esta fase preparatoria, pero de ellas surgió la escultura Figure, de 1926-30, un gran tótem, hoy en el MoMA de Nueva York, que resume todas las ideas de los años precedentes y en la que se entremezcla el cubismo y el arte primitivo. De 1928 es el Study for a Matzeva, concebida como una lápida para la tumba de su hermana, muerta prematuramente.
FORMAS INTERRELACIONADAS
En los otros dos pisos del museo se muestran, en diez salas, diferentes temas o series de su obra, mientras que un espacio de techo más bajo está ocupado por una mesa con maquetas de proyectos de escultura pública. El patio y las escaleras del bello edificio sirven para exponer su Goverment of the People, de 1967, con casi tres metros de altura y más de mil kilos de peso, o sus relieves con los temas de Bull and Condor y Fighting Bull, ambos de 1932, como contraposición a Contadini i buoi, de 1970, el gran relieve de yeso y polistirol del suizo Remo Rossi (1909-1982). En los pasillos del primer y el segundo piso del cortile se presentan otros relieves del artista, de diferentes épocas, como los Still-life cubistas, o los Musical Instruments de principios de los años veinte. Asimismo se confrontan dos obras de Jean Arp, Larme, de 1962, y Amphore, de 1965, con Figure, de 1915, y Song of Songs, de 1945, de Lipchitz, cuya diferencia en el tratamiento del volumen permite apreciar la esencia propia de cada artista: Lipchitz construye y Arp modela; Lipchitz interrelaciona formas y Arp busca esencias puras.
El primer piso de la Casa Rusca tiene seis salas en las que se exponen los temas de Exilio, Spirit of Enterprise, el proyecto para la Roofless Church, el tema de Rape of Europe, la obra Bellerophon Taming Pegasus y un conjunto de piezas realizadas justo después de llegar a los Estados Unidos. En el segundo piso hay cuatro salas. En la primera de ellas se muestra Vista del jardín de la Casa Rusca, con algunas de las siete grandes esculturas de Max Bill que se exponen de forma un completo conjunto de maquetas de sus ideas para monumentos públicos, así como el primer boceto de la enorme pieza colocada en el cortile, Goverment of the People. Las otras tres están dedicadas a sendas series de los últimos diez años del escultor: Images of Italy, Our Tree of Life y la Comedia dell’Arte. La sala Images incluye las pequeñas piezas, de alrededor de unos 30 cm de altura, que Lipchitz realizó en 1962, cuando Villa Bosio en Pieve di Camaiore, cerca de Florencia, se convirtió en su segundo estudio.
Jardín de la Casa Rusca con esculturas de Max Bill, expuestas de forma permanente.
En la sala Our Tree of Life se muestran tres obras de este tema a tres escalas diferentes, lo que permite entender los procesos que el artista utilizaba para crear su escultura pública, en este caso la última que realizó, poco antes de que la muerte le sorprendiera en la isla de Capri. En la Lipchitz configuró su pensamiento visual modelando con las manos la masa de barro o de yeso, y fueron ellas las que tradujeron sus ideas escultóricas y vitales tercera sala, la exposición regresa a un tema italiano, más frívolo e irreverente, como es el de la Commedia dell’ Arte, de 1970, con tres ejemplos relacionados y tres paralelos, como los homenajes a Durero y Arcimboldo y La danse erotique.
En definitiva, las piezas elegidas para esta exposición de Locarno recorren prácticamente todas las etapas creativas de la obra de Lipchitz, desde la primera figuración a su llegada a París (el relieve Mythological Scene, de 1911) al período cubista (Arlequín y mandolina, de 1920, o Instrumentos de música, de 1924) o la etapa de los transparentes, precursora de los vacíos de Henry Moore (Tête et Mains, de 1933), pasando por las obras del exilio estadounidense (Agar, de 1949, la Lucha de Bellerophon con Pegaso, de 1964, de la Columbia University de Nueva York, o los retratos de galeristas como Albert Skira o Curt Valentin) y las obras en colaboración con arquitectos, o su última pieza, Our Tree of Life, que se encuentra en el Monte Scopus de Jerusalén.
PINACOTECA COMUNALE CASA RUSCA
La llamada Casa Rusca es una casa solariega típica de la zona del Ticino, en Suiza, con un patio rodeado de tres niveles de arcadas, que actualmente es la sede de la Pinacoteca Comunale de la ciudad de Locarno. La estructura del edificio es el resultado de una intervención del siglo XVIII que reunificó los dos edificios señoriales más antiguos, conectándolos a través del cuerpo de las escaleras y de los tres niveles de galerías en forma de loggia, sostenidas por columnas de granito. Después de una minuciosa restauración, la pinacoteca abrió sus puertas en 1987 con una exposición dedicada al pintor Giovanni Serodine. La Casa Rusca sustituyó como museo de arte contemporáneo al que hasta entonces se encontraba instalado en el Castello Visconteo. Durante los años siguientes se han realizado numerosas exposiciones retrospectivas de pintores y escultores, tanto suizos como de otras nacionalidades, como Enrico Baj, Max Bill, Antoni Clavé, Piero Dorazio, Walter Helbig, Asger Jorn, Marino Marini, Giorgio Morandi, Wilfrid Moser, Remo Rossi, Graham Sutherland, Antoni Tàpies, Varlin o Zao Wou-Ki. El jardín, orientado hacia el sur, alberga permanentemente siete grandes esculturas de Max Bill. La pinacoteca también tiene la misión de gestionar las colecciones de arte de la ciudad, que incluyen obras de numerosos protagonistas de la vanguardia europea, entre las que se destaca la donación de Jean Arp y de su mujer Marguerite Hagenbach.
Patio de la Casa Rusca
DATOS ÚTILES
Jacques Lipchitz
Pinacoteca Comunale Casa Rusca
Piazza St. Antonio, Locarno, Suiza
Hasta el 6 de enero de 2015
- Lipchitz, experiencias después del cubismo - - Alejandra de Argos -
- Detalles
- Escrito por Alejandra de Argos
- Visto: 332517
¡Buena Suerte!
La nueva exposición de Ruth Gómez (Valladolid, 1976) que colorea estos días las paredes de la madrileña New Gallery y que nos seduce con su alegre y positiva mirada, esconde, bajo ese titulo delimitado entre exclamaciones, un mensaje motivador y que va bastante más allá de ese luminoso chute vitamínico que es su ¡Buena suerte!
Y es que, con esa carga ciertamente metafórica en la que mantiene su ya habitual diálogo entre lo humano y lo animal, Ruth Gomez nos habla, nada mas y nada menos, que de la necesidad de regeneración. ¿Regeneración quizás tras la crisis?.
Tomando como ejemplo capacidad que poseen algunos seres vivos, animales y vegetales, de reactivar su desarrollo para restaurar tejidos faltantes, nos sugiere que seamos capaces, nosotros también, de reinventarnos, de no rendirnos. Y así nos recuerda la cualidad que permite a la lagartija recomponer su cola si la pierde, o a cierto tipo de medusas que tienen una vida infinita e ilimitada gracias a su capacidad de renovar todas sus células. También nos presenta otras especies más desconocidas y a veces chocantes, como el Axolotl, ese ser de apariencia alienígena capaz de regenerar sus órganos más complejos, o el Tardígrado, el oso de agua milimétrico que puede hibernar durante siglos y volver a la vida. Está incluso la planta del dinero (Plectranthus Verticillatus) mostrada en una especie de rueda sin fin: es la planta que, si se regala, nos traerá la bonanza económica. Ruth Gómez está muy influenciadas por el Pop art y el anime, término que identifica a la animación de procedencia japonesa. Su estilo siempre optimista, está caracterizado por el dinamismo y su personal empleo del color. Son sorprendentes sus dibujos a lápiz en blanco y negro así como el contraste en sus obras en color para las que destaca su destreza en el empleo de los medios digitales.
New Gallery
Carranza, 6
Madrid.
Del 19 de Septiembre al 8 de Noviembre 2014.
- ¡Buena Suerte! Ruth Gómez. La New Gallery - - Alejandra de Argos -
- Detalles
- Escrito por Marina Valcárcel
- Visto: 14373
Empiezan los primeros días de lluvia en Madrid y las paredes de la galería Elvira González entran en este otoño sin quererse despedir de la primavera. Es la sutilísima exposición dedicada a las flores y plantas de Yoshihiro Suda. Este artista japonés contemporáneo es conocido por sus esculturas hiperrealistas de plantas y flores creadas en la tradición japonesa del woodcarving. Nació en 1969 en Yamanashi, localidad al pie del Monte Fuji, donde creció rodeado de horizontes y naturaleza. En los años 90 se traslada a Tokio y ya, desde un ambiente urbano, empieza a desarrollar su interés por la botánica.
Cuando entramos en la galería hace unos días nos resultó insólitamente blanca y vacía. Podría decirse que arrancaba de nosotros un momento de recogimiento o, al menos, de sosiego lejos de la trepidante vida que quedaba del otro lado de sus paredes y, de la preciosa Plaza de la Villa de París. Al cabo de unos instantes, nos sorprendió, iluminada muy concienzudamente por su artista, una flor en forma de campana azul que parecía flotar de la pared más interior de la galería: es su "Morning Glory". Nos acercamos casi hasta rozarla, quedaba por encima de nuestra cabeza, y viajamos con la mirada llena de asombro por cada uno de sus pétalos, su tallo frágil, sus hojas. Son miniaturas vegetales talladas en madera de magnolia y coloreadas con tintes naturales.
Estas piezas son de un preciosismo que trastoca muchas fibras de nuestro interior alborotadas -y, a veces cansadas- del extremismo de algo del arte actual. Estos estudios de la naturaleza que crecen sin raíces de lo inanimado, nos hacen formularnos preguntas sobre el poder puramente estético de estas flores, desnudas de mensaje, perfectas en sí mismas y en su carácter artesanal y que fusionan los límites entre la realidad y la ilusión. Recordamos, entonces, la emoción que sentimos cuando estamos delante de las tablas y del trazo finísimo del pincel de los primitivos flamencos o, de las acuarelas y sus transparencias en los estudios de alas de pájaros de Durero. Menos ruido, por una vez, y más espacio para nuestro interior y para el silencio en este trabajo contenido.
Yoshihiro Suda coloca estratégicamente sus pequeñas esculturas -flores únicas o pequeñas hierbas en grupo- en sitios inesperados como una grieta sobre una pared o un marco de ventana. Las instalaciones, tan arraigadas en el arte contemporáneo, también forman una parte esencial su trabajo: "Creo que hay muchas maneras de exponer las obras, no sólo hay un modo tradicional de ubicarlas en un espacio, en un ángulo o iluminarlas de una manera formal y estandarizada. Yo encuentro una gran variedad de posibilidades en esquinas, recovecos y espacios altos." Y así, del suelo de esta galería madrileña, y entre las grietas de su tarima, parecen crecer pequeñas hierbas silvestres que casi estamos a punto de pisar mientras una de sus dueñas nos explica el cuidado y atención con la que artista observó por primera vez el espacio antes de colocar sus obras. Es, cuando menos sorprendente, encontrarse debajo de uno de los ventanales que dan sobre la calle General Castaños una pequeña hoja en el suelo, como si ésta se acabará de colar en la galería anunciando el final del verano. Nos obliga a agacharnos, a mirar -a admirar más bien- con la ilusión de la duda y hasta casi querer palpar los diminutos agujeritos que parece acabar de perforar el último pulgón.
La inclinación japonesa para apreciar la naturaleza, materiales, detalles y pequeños objetos está en el corazón del trabajo de Suda así como cierto vínculo con la religión.
Las flores representadas por Yoshihiro Suda son una actualización de la imagen poética de la flor del cerezo y el paso del tiempo: "En la cultura japonesa el hanami se remonta a una larga tradición y no obstante, hoy en día, la gente disfruta todavía mucho de él. Pero hay que decir que posee un profundo sentimiento religioso, con el cual yo simpatizo. La desaparición de la belleza, su futilidad, es uno de los elementos más importantes en mi obra."
Yoshihiro Suda vive y trabaja en Tokio. Su obra ha sido expuesta en galerías y museos de todo el mundo como el Contemporary Art Center, Melbourne (Australia), el Palais des Beaux Arts, Lille (Francia) o el Kyoto Art Center (Japón), en el marco de la bienal de Kioto, además de formar parte de la colección de Benesse House en la isla de Naoshima (Japón). Su trabajo fue incluido en la exposición colectiva Out of the Ordinary celebrada en el Victoria and Albert Museum de Londres. Su obra está incluida en colecciones internacionales como las de The National Museum of Modern Art de Tokio, Leeum Samsung Museum of Art de Seúl, The Art Gallery of New South Wales en Australia, The National Gallery of Canada en Ottawa, The New Art
Gallery Walsall en Birmingham y en la Colección del Museo Jumex en México.
Del 12 de septiembre al 8 de noviembre 2014 Galería Elvira González
General Castaños, 3
28004 MADRID
TEL. 91 319 59 00
- Yoshihiro Suda. Galería Elvira González. - - Alejandra de Argos -
- Detalles
- Escrito por Elena Cué
- Visto: 17181
Una mañana del pasado mes de Mayo llegamos al apartamento que Cai comparte con Hong Hong Wu, su mujer y sus dos hijas en el Soho neoyorquino. Por aquellos días, el artista estaba reformando su estudio y tuvimos la suerte de ver su casa convertida en una suerte de taller con algunas de sus obras apoyadas entre los muebles y contra el suelo. Compartimos con la familia Cai, y con algunos amigos, un almuerzo inolvidable que se prolongó hasta bien entrada la tarde y en el que pudimos disfrutar de observar detenidamente al maestro en su mundo: su ritmo, su mirada, su profunda afición por la música y sobre todo, su conversación. Cai Guo-Qiang es hoy uno de los grandes artistas de origen chino. Nació en 1957 en Quanzhou, provincia de Fujian, en la costa sur del Pacifico, no lejos de Hong Kong, caracterizada por su apertura cultural y su diversidad religiosa.
Autor: Elena Cué
Cai Guo-Qiang observando una de las esculturas de Patio de la recaudación de la renta de Bilbao durante la exposición Quiero Creer en el Museo Guggenheim Bilbao, 2009
Una mañana del pasado mes de Mayo llegamos al apartamento que Cai comparte con Hong Hong Wu, su mujer y sus dos hijas en el Soho neoyorquino. Por aquellos días, el artista estaba reformando su estudio y tuvimos la suerte de ver su casa convertida en una suerte de taller con algunas de sus obras apoyadas entre los muebles y contra el suelo. Compartimos con la familia Cai, y con algunos amigos, un almuerzo inolvidable que se prolongó hasta bien entrada la tarde y en el que pudimos disfrutar de observar detenidamente al maestro en su mundo: su ritmo, su mirada, su profunda afición por la música y sobre todo, su conversación.
Cai Guo-Qiang es hoy uno de los grandes artistas de origen chino. Nació en 1957 en Quanzhou, provincia de Fujian, en la costa sur del Pacifico, no lejos de Hong Kong, caracterizada por su apertura cultural y su diversidad religiosa. Cai vive en Nueva York donde comienza realizando piezas de carácter político, social y cultural. Poco tiempo después empieza a exponer en museos de arte contemporáneo: PS1, Queens Museum of Art, Guggenheim Museum... Paralelo en el tiempo y en Nueva York, crece el interés por el arte chino, que coincide con las reformas que avanzan en China.
Entre sus propósitos Cai quiere acercar culturalmente a Oriente y Occidente. Amante de la cosmología taoísta, está en continuo movimiento y mutación personal. Como artista, su obra recupera la memoria cultural para, a través de sus instalaciones, “Eventos explosivos” efímeros y dibujos hechos con pólvora, abordar cuestiones ideológicas y conflictos históricos de forma bella y poética.
Su ciudad natal y sus raíces culturales conforman su obra. Evocan un eterno retorno a un mundo de espiritualidad, un conducto entre el mundo de lo visible y de lo invisible. En el arte de Cai reside la filosofía de unir esos dos mundos. Juega con el espacio y el tiempo como si fuera un malabarista: el pasado y la tradición interactúan con nuestra contemporaneidad. Es un experto en difuminar los límites entre culturas, borrando los perfiles sociales y culturales, mezclando los contextos hasta conseguir su reto globalizador.
Cai Guo-Qiang en frente de obra Odisea, instalación permanente en The Museum of Fine Arts, Houston, 2010. Fotografía de I-Hua Lee, cortesía Cai Studio
Su juventud transcurrió en una época convulsa, en plena radicalización de la revolución china, es decir, la Revolución Cultural Proletaria entre 1966 y 1976.
Elena Cué: ¿Cómo ha contribuido la influencia espiritual que supuso crecer en esta era de reafirmación ideológica, por parte del Partido Comunista Chino, en el artista que eres hoy?
Cai Guo-Qiang: Los movimientos políticos durante la Revolución Cultural utilizaron métodos que motivaron a grandes masas. Fuí testigo y hasta partícipe de algunas de las protestas durante ese período; incorporé algunos de los mismos métodos en mi trabajo artístico unos años más tarde. Por ejemplo, a menudo trabajo con grandes grupos de voluntarios para poder llevar a cabo mis proyectos. Puede que mis objetivos y formas sean diferentes a los de los líderes políticos, pero está claro que esas experiencias de mi juventud me influyen hasta el día de hoy. Mao enseñó a los de mi generación que “la rebelión está justificada”, y se nos transmitió la idea de no sometimiento a la autoridad. Como artista contemporáneo, estas palabras me dieron el coraje de salir de la tradición, explorar nuevos medios y nuevas maneras de trabajar, y de transformar iconografías tradicionales a través de mi propio lenguaje visual.
Resplandor y Soledad, 2010. Pólvora sobre papel, piedra volcánica, y 9,000 litros de mezcal. Colección del artista. Vista de la instalación en el Museo Universitario Arte Contemporáneo, UNAM, Ciudad de México, 2010. Fotografía de Diego Berruecos, cortesía MUAC
Estudió escenografía en la Academia de Teatro de Shanghai y experimentó en el mundo del cine participando en dos películas de artes marciales. También se inició en el violín y en el teatro. Está dotado de una gran voz que tuve el placer de escuchar. Su padre, que era pintor tradicional y calígrafo, dibujaba paisajes en cajas de cerillas y llegó a producir un gran impacto en la formación del artista. "A small space can easily be filled with the corners of the earth"
Elena Cué: ¿Qué lugar ocupan estas experiencias en el artista que eres hoy en día?
Cai Guo-Qiang: La formación en escenografía que recibí en la Academia de Teatro de Shanghai era distinta a la que se ofrecía en las academias de arte de aquella época. Aprendí a usar muchas técnicas diferentes para llegar a una idea creativa: el trabajo libre con diversos materiales, el estudio de las composiciones espaciales, etc. me ayudaron a crear formas de arte distintas. El espíritu de colaboración, el aspecto de performance o de exposición pública, el énfasis en los efectos dramáticos, el foco en la interacción con el público (o su participación, en el caso de teatro) — todas estas formas expresivas han ido configurando el carácter de mi trabajo.
Reflexión–Un regalo de Iwaki, 2004. Restos de un barco naufragado y piezas de porcelana, dimensiones del barco: 5 x 5,5 x 15 m. Faurschou Collection. Vista de la instalación en el Museo Guggenheim Bilbao, 2009. Fotografía de I-Hua Lee, cortesía C
En 2008 se presenta en el Museo Guggenheim de Bilbao su retrospectiva Cai Guo-Qiang: Quiero Creer. Esta exposición también se presentó en Nueva York y Pekín, incluyendo sus obras de casi dos décadas.
Elena Cué: ¿En qué quiere creer Cai Guo-Qiang?
Cai Guo-Qiang: Quiero Creer fue una revisión completa de mis trabajos anteriores, muchos de los cuales expresan una profunda curiosidad hacia el universo y los mundos invisibles que nos rodean. El título de la exposición englobó todas estas posibilidades, da igual que fueran extraterrestres, principios del feng shui y la medicina china, o fuerzas y mundos metafísicos que el ojo humano no ve. Expreso una actitud y una sensación de expectativa.
De frente, 2006. 99 reproducciones de lobos a tamaño natural y pared de cristal. Lobos: Gasa, resina, y pieles, dimensiones variables. Deutsche Bank Collection. Vista de la instalación en el Museo Guggenheim Bilbao, 2009. Fotografía ©FMGB Guggenheim Bilbao Museoa, 2009 (Erika Barahona-Ede)
En la obra de Cai está presente una visión crítica sobre las ideologías de masas. Se puede observar en Head On, donde 99 lobos de tamaño real forman un arco en el aire hasta chocar contra un muro de cristal transparente. La obra hace referencia al legado del nazismo y la guerra fría sobre la Alemania contemporánea, evidencia de la imposibilidad de aprender de nuestros errores. Los lobos vuelven al comienzo e inician el ciclo otra vez.
Estas piezas que soportan una carga conceptual violenta y terrorífica, resultan siempre estéticas en la armonía de las líneas y en la belleza de las formas. La propia filosofía del artista que emana de la pieza es expresada de una manera muy poética, estéticamente agradable.
Elena Cué: ¿Qué le sugiere la frase de Plauto difundida más tarde por Thomas Hobbes "El hombre es un lobo para el hombre"?
Cai Guo-Qiang: Mientras crecía veía como los cuadros figurativos que representaban sujetos humanos — líderes políticos, soldados en guerra — se usaban como herramientas de propaganda: por eso he evitado representar personas en mis obras. Para contar historias, muchas veces utilizo animales que simbolizan a los seres humanos y su comportamiento. Los animales son más naturales, y su expresión es más espontánea que la de los humanos. También se pueden integrar más fácilmente en los espacios y temáticas de una exposición.
Trayendo a Venecia lo que olvidó Marco Polo, 1995. Intalación que incluye un bote de pesca de madera procedente de Quanzhou hierbas chinas, ginseng (100 kg) y otras obras del artista como componentes. Comisionado por la 46 Bienal de Venecia. Collección del Museo Navale di Venezia y colecciones privadas. Vista de la llegada del bote a Venecia. Foto de Yamamoto Tadasu, cortesía Cai Studio
En el año 1995, durante la 46 Biennale de Venezia, Cai presentó Trayendo a Venecia lo que olvidó Marco Polo.
Elena Cué: Con su instalación de 1995 para la Bienal ¿qué trajo a Venecia que Marco Polo hubiera olvidado?
Cai Guo-Qiang: El año 1995 marcó el 700 aniversario de la vuelta de Marco Polo a Venecia desde China, después de un viaje marítimo que empezó en Quanzhou, mi ciudad natal: por eso decidí hacer una broma sobre Marco Polo. Él había traído muchas historias de Oriente a Occidente, pero no contó nada del pensamiento o de la filosofía orientales. Quise resolver esta omisión trayendo hierbas medicinales chinas del hemisferio oriental al occidental. Traje un viejo barco de pesca que compré en Quanzhou, y con él recorrí el Gran Canal desde Piazza San Marco hasta el Palazzo Giustinian Lolin.
El barco paró delante del palacio, y se utilizó como zona para sentarse donde los visitantes pudieron saborear las pócimas y tónicos medicinales que se ofrecían en el interior. Dentro del palacio, se había instalado una máquina expendedora para vender cinco variedades de tónico herbaria en botella, a 10.000 liras cada una. Esas bebidas se hicieron según el principio chino de los “cinco elementos”, en el que esos cinco elementos (madera, fuego, tierra, metal, agua) corresponden a uno de los cinco gustos (amargo, dulce, agrio, especiado, salado) y a uno de los cinco órganos del cuerpo humano (hígado, corazón, bazo, pulmón, riñón). Las recetas colgadas a una pared permitían a los participantes seleccionar las medicinas adecuadas. En la pared opuesta también había sopa tradicional de ginseng y licor de ginseng, cada uno en una jarra grande de terracota. Los visitantes debían usar un cucharón de bambú para llevar esas pócimas, formuladas para potenciar el qi corporal, o energía, en sus tazas de porcelana.
Para conmemorar el 100 aniversario de la Biennale de Venezia, unos sacos de ginseng de 100 kilos fueron expuestos en un carrito ubicado cerca del servicio de ginseng. Apliqué la idea de curar un organismo vivo, y de sus flujos energéticos, a la ciudad y a sus canales. En el interior del palacio, colgué una cortina de plástico llena de agua del canal y la cubrí con diagramas meridianos de acupuntura. Iba perforándola simbólicamente con agujas de acupuntura.
Herencia, 2013. 99 reproducciones de animales a tamaño natural, agua, arena, mecanismo para goteo, dimensiones variables. Colección de Queensland Art Gallery | Gallery of Modern Art. Vista de la instalación en la Gallery of Modern Art, Brisbane, 2013. Fotografía de Queensland Art Gallery ׀ Gallery of Modern Art
En el año 1966 durante los primeros días de la Revolución Cultural, la People's Liberation Army talló un retrato en una montaña cercana. Cai describe esto como su primer contacto con el Land Art. La relación entre el hombre y la naturaleza siempre presente en el artista, se refleja también en su reciente exposición Falling Back To Earth; primera muestra individual en la Galería de Arte Moderno en Queensland, Australia. En la exposición se incluye Heritage, una alegoría del último paraíso expresado a través de una imagen mental de Queenslandy recrea un estanque rodeado de 99 animales de todo el mundo bebiendo agua: una utopía en la que los animales de diferentes especies puedieran convivir en una unidad imposible en el mundo real. También en una transposición con la humanidad, utopía solo posible antes del estallido del Big Bang.
Elena Cué: ¿Esta vuelta a la tierra es una necesidad de retorno a sus raíces, a la naturaleza?
Cai Guo-Qiang: El título de la exposición, Falling Back To Earth, nos hace pensar en el espíritu de las ilustraciones chinas antiguas, cuando las personas vivían modestamente en armonía con la naturaleza, un ideal que contrasta con la forma en la que las personas interactúan hoy con esa misma naturaleza.
La Novena ola, 2014. instalación que incorpora 99 reproducciones de animales a tamaño natural, bote de pesca de madera, una bandera blanca, ventilador electrico. Dimensiones del bote: 17x 4,55 x 5,8 m. Colección del artista. Comisionado por la Power Station of Art, Shanghai. Vista de La Novena ola navegando por el rio Huangpu River cerca del Bund, Shanghai, 2014. Fotografía de Wen-You Cai, cortesía Cai Studio
La crisis ecológica y medioambiental que sufre China es la esencia de su última exposición The Ninth Wave. Es la primera exhibición individual realizada a un artista vivo en el Shanghai Power Station of Art. En ella, un Arca de Noé apocalíptica, una barca de pescadores llena de animales artificiales moribundos, surcaba las aguas del río Huangpu como símbolo del presente dramático del ecosistema. Una reivindicación del retorno a la naturaleza y a nuestro origen espiritual.
¿Cree que el arte debería servir a un fin moral, social, político, cultural? ¿O ser el reflejo de una pasión desnuda?
Hay muchos tipos de artistas, y no hay reglas estrictas sobre su modo de actuar o su forma de comportarse. Si no fuera así el arte se convertiría en historia y sería estática, en lugar de mejorar constantemente y cambiar con los tiempos.
Las huellas de la historia: Proyecto de fuegos artificiales para la ceremonia inaugural de los juegos olímpicos Beijing 2008. Realizado en Beijing, 8 de Agosto, 2008. Comisionado por The International Olympic Committee and The Beijing Organizing Committee for the Games of the XXIX Olympiad.
Foto de Hiro Ihara, cortesía de Cai Studio
Desde el año 1985 Cai empezó a utilizar la pólvora como técnica artística por la que es mundialmente conocido. Primero comenzó experimentando en su ciudad natal, poco antes de ir a vivir a Japón, donde residió hasta 1995. En Japón, Cai siguió experimentando en el uso de la pólvora hasta alcanzar su maestría en diversos medios y formatos artísticos. La pólvora como fuente de creación artística define su identidad, consigue que ese explosivo se convierta en energía transformadora para la ejecución de dibujos y proyectos explosivos.
En su obra, además están presentes otros símbolos de la tradición china como la acupuntura o el dragón, pero también del mundo contemporáneo (tiempo), Oriente y Occidente (espacio) el ying y el yang, destrucción y creación (opuestos).
Elena Cué: Su interés en tiempo y espacio, los opuestos, y la cosmología es evidente en su obra. Nos interesaría saber qué base filosófica puede haber detrás...
Cai Guo-Qiang: En el I Ching, o el Libro de los Cambios, el “I” significa “cambio”, y esto es importante. Hay dos doctrinas que adoptó de la filosofía Daoísta: “Ninguna ley es la ley”, y “Aprovecha el poder de los demás para ejercer tu propia fuerza”. En el Confucianismo, la tolerancia es un valor que me ha enseñado a no excluir a los demás, y a aprender y trabajar con los demás, sean cuales sean sus orígenes culturales. Eso me permite encontrar nuevas posibilidades en el arte. Estos principios de fondo son lo más valioso que he aprendido de la filosofía oriental, y son mucho más importantes para mi que los símbolos superficiales como los dragones, o incluso la pólvora como instrumento artístico.
Tree with Yellow Blossoms. Photo by I-Hua Lee, courtesy Cai Studio
Artículo cedido a Alejandra de Argos por ABC
- Entrevista con Cai Guo-Qiang - - Página principal: Alejandra de Argos -
- Detalles
- Escrito por Marina Valcárcel
- Visto: 12100
Es curioso como aquella tarde Alex Katz era una insuperable versión de uno de sus autorretratos. Posaba en una sesión fotográfica entre jardín y el estanque que rodea la galería de Javier López, a las afueras de Madrid, y todo, hasta la luz limpia después de la tormenta madrileña, resultaba bastante norteamericano. A sus 88 años, Katz, vestido de joven neoyorquino con pantalones y camiseta negros, y zapatos de ante claro, apoyaba todo su cuerpo como de bailarín ligero y fibroso más que de pintor, contra un ventanal. Detrás quedaban varios de sus retratos femeninos y un único autorretrato. Uno de ellos nos miraba distinto y punzante: un gigantesco desnudo doble, de fondo claro, mujer de ojos azules, piel transparente y labios rojos, pelo esquemático. Parecía que ahí no había nada y, sin embargo, estaba todo. Era un retrato frío, contenido y misterioso. Lejos de cualquier narración. Fuera del tiempo.
Katherine and Elizabeth (2012) Copyright Paul Takeuchi. Cortesía del artista y Galería Javier López & Fer Francés.
Es curioso como aquella tarde Alex Katz era una insuperable versión de uno de sus autorretratos. Posaba en una sesión fotográfica entre jardín y el estanque que rodea la galería de Javier López, a las afueras de Madrid, y todo, hasta la luz limpia después de la tormenta madrileña, resultaba bastante norteamericano. A sus 88 años, Katz, vestido de joven neoyorquino con pantalones y camiseta negros, y zapatos de ante claro, apoyaba todo su cuerpo como de bailarín ligero y fibroso más que de pintor, contra un ventanal. Detrás quedaban varios de sus retratos femeninos y un único autorretrato. Uno de ellos nos miraba distinto y punzante: un gigantesco desnudo doble, de fondo claro, mujer de ojos azules, piel transparente y labios rojos, pelo esquemático. Parecía que ahí no había nada y, sin embargo, estaba todo. Era un retrato frío, contenido y misterioso. Lejos de cualquier narración. Fuera del tiempo.
"Katz pinta como si estuviera escribiendo una pieza de jazz", nos dice Javier López. Él y su mujer, Gaella, nos hablan de su relación con el matrimonio Katz desde 1997 y de la admiración por su obra: "Es sin duda su capacidad de arriesgar y su afán innovador. Su simplicidad: saber expresar tanto con tan poco".
Parece que la agenda artística de este otoño en España se rinde ante Alex Katz (Nueva York, 1927) con la doble inauguración de la exposición Portraits en Madrid en la galería Javier López y Aquí y ahora en el Guggenheim de Bilbao con una selección de sus paisajes.
Chris, (2011) Copyright Todd White. Cortesía del artista y Galería Javier López & Fer Francés.
¿Cómo cree que será el diálogo entre sus grandes paisajes llenos de color y la impresionante arquitectura de titanio de Frank Gehry en Bilbao?
Funcionará bien. La arquitectura del Gehry es contemporánea y mis cuadros también lo son: encajarán. El tamaño de las salas no me preocupa, ya expuse Smiling Women. Mis cuadros soportan bien ese tamaño: controlan el espacio profundo, hay mucho espacio profundo en las salas del Guggenheim.
Hay algo fascinante en torno a usted: no existe un solo crítico de arte capaz de ubicarle dentro de un movimiento artístico. Usted empezó pintando en la época del expresionismo abstracto en Estados Unidos, pero no pertenece a él. Después convivió con el Pop Art, pero tampoco pertenece a él. Me imagino que permanecer independiente no siempre fue fácil...
No lo fue. Hubo, imagino, muchos malentendidos y falta de interés por mi parte. En mis siete u ocho primeros años como pintor estaba volcado en mí mismo. Incluso cuando mi pintura evolucionó hacia el realismo, ni era realismo puro para los realistas ni abstracta para los que se dedicaban al arte abstracto.
Sus primeros años como artista coinciden con la fase final de la Segunda Guerra Mundial. A pesar de la tendencia del expresionismo abstracto y de su amistad y admiración por Pollock usted se mantuvo fiel al arte figurativo. ¿Qué le llevó a tomar esta determinante decisión?
Simplemente porque me encontraba bien ahí. Ocurrió de forma espontánea. Descubrí que pintar de una manera automática me permitía extraer con más facilidad las verdaderas ideas de mi subconsciente y ahí es donde yo quería ir. Me sentí seguro desde el principio.
Elise (2013) Copyright Paul Takeuchi. Cortesía del artista y Galería Javier López & Fer Francés.
¿En qué consiste el proceso de la creatividad? Me refiero a ese primer flechazo con un bosque, o con un sombrero. ¿Cómo es el viaje desde la imagen retenida en el subconsciente hasta su mano y el propio pincel?
Empieza cuando uno se fija en algo que le parece interesante. Primero hay que aprender a dibujar, es un proceso y un esfuerzo contigo mismo, un acto de voluntad. Después se van acumulando escenas y experiencias de belleza en el subconsciente. Todos esos impactos de belleza adquiridos quedan almacenados y cuando vas a por ellos, toda tu técnica y trabajo de almacenaje, se pone en marcha de manera automática. De la misma manera que un bailarín tiene memoria en sus músculos, un pintor tiene memoria en su subconsciente para recuperar la belleza. Para mi, sacarlo del subconsciente y volcarlo sobre la obra es la parte más atractiva de la producción.
Alguna vez se ha referido al hecho de "encontrar una superficie agresiva" en sus cuadros. En este sentido, ha sido un observador de la superficie de las obras a lo largo de la historia del arte. Según usted Matisse y Pollock dominaban esa técnica...
Matisse era un gran técnico de la pintura. Picasso llegó a hacer grandes cuadros pero su técnica no fue buena hasta que llegó a los 50 años. Sí, ahora los pintores maduran entre los 35 y 45 pero hay pintores cuya técnica no es muy buena y hacen grandes obras. Sin ir más lejos Gaugin o Picabia. Rousseau es un artísta fantástico pero no lo era técnicamente.
¿Y es esa superficie plana, tan característica en sus cuadros, lo que la hace tan agresiva?
Sí, eso es. Una superficie agresiva es aquella que sale con fuerza del cuadro y nos golpea de inmediato. Si pones mis pinturas al lado de otras irán a por ti más deprisa. Después, cuando se miran con calma, recuperan su capacidad de ser contempladas.
imagen: Round Hill, disponible en www.turnercontemporary.org
¿Cuánto y cómo la luz cuenta más en sus cuadros?
La luz es algo que coge las ideas y las convierte en algo más complicado. Es el elemento esencial de la pintura junto con el tiempo. Los cuadros tienen que tener los máximos contenidos de luz y de tiempo. La luz ha de ser ser una luz precisa en un tiempo preciso. Algunos de mis cuadros los pinto a las 9:30 horas, ni a las 9, ni a las 10.
Parece un principio muy impresionista...
Sí, solo que con los impresionistas la diferencia esta en la técnica. Ellos pintaban capa sobre capa de color, su superficie era suave y mi pintura viene del arte abstracto, su superficie es dura. Es muy distinto. Yo pinto más rápido, el tiempo también es importante. Mi manera de pintar es más parecida a la de Sargent, y menos a la de Monet.
Woman with Red Turtleneck (1969) Copyright Paul Takeuchi. Cortesía del artista y Galería Javier López & Fer Francés.
El otro gran aspecto de su pintura es la gran escala. ¿Qué hay detrás de esos lienzos gigantes?
La gran escala es poder, es fuerza. Antes no se habían pintado grandes caras, ni paisajes grandes que nos invitasen entrar en ellos. Picasso y Matisse nunca pintaron a gran escala. Y para mi fueron los más grandes. Los expresionistas abstractos fueron, en mi tiempo, los que volvieron a pintar a gran escala: yo cogí aquello prestado pero además, con mis cuadros pretendía batirlos en su propio terreno, quería derribarlos, quería que con mi fuerza se cayeran al suelo.
Admite que la base de esto no está en el expresionismo abstracto sino y más bien en la pintura europea, en Venecia...
Sí eso es, el Veronés pintaba a gran escala, su pintura tiene músculo, se expande. Rothko por el contrario, es un gran pintor pero sus lienzos no soportan una distancia de más de 12 o 15 metros.
Hablando del poder de los símbolos... Usted una vez comparó el retrato de Rembrandt de un hombre ataviado con la absurda moda de época con su autorretrato Passing en el que aparece con un sombrero y un traje de franela gris. Hablo entonces de los símbolos y de cómo los símbolos cambian...
Sí, esos dos retratos significan lo mismo: es al fin y al cabo, pintura burguesa. Quiero decir con esto, que hay una diferencia entre lo que es una señal automática: el obvio cielo azul-hierba verde, frente a un símbolo, que es algo mucho más amplio, más complejo. Son como las diferentes lecturas que podemos hacer de una mujer guapa: puede simbolizar tanto a la actriz de cine, a la madre... Así ocurre en mis cuadros: se puede hacer una primera lectura del cuadro e inmediatamente después sacar otra distinta.
Passing (1962-63) MoMA, Nueva York.
Es un pintor de la vida que pasa, de lo banal, de ese decorativismo que reivindicaba Matisse. ¿Qué le parece la pintura como moda?
La moda para mi es una gran corriente que contagia todo. Y que no esta controlada. La industria de la moda es una gran ola cultural que nos atraviesa. Todos los pintores están afectados por la moda, todos intentan hacer algo que sea nuevo. En realidad, la moda significa que todos queremos que las cosas cambien a nuestro alrededor, nos aburre que todo siga igual por eso los coches cambian, los muebles cambian... ¿Cómo se conecta una gorra de béisbol con la moda? Al final, la moda tiene que ver con cómo te la pones, es el nieto el que explica al abuelo cómo debe ponerse esa gorra.
En sus años como estudiante en Cooper Union School usted era un visitante asiduo del MoMA. Allí disfrutó en 1948 de la retrospectiva de Pierre Bonnard, pintor del que llegó a decir que había "traído el color a Nueva York". ¿Cuánto le influyó en su obra?
Y lo hizo, antes de él Nueva York era en blanco y negro. Cuando hice mi primera exposición en Nueva York en 1951, un viejo pintor se acercó a mi y me dijo: "El arte figurativo está obsoleto y el color es francés!". Todo el mundo estaba pintando en blanco y negro. Entonces llegó Bonnard y todo cambió. Picasso y Matisse trabajaban con formas bien marcadas en su contorno. Para Bonnard, la forma casi no estaba presente, se difuminaba, igual que ocurre con Pollock, y también con mis cuadros: la pintura se expande.
Posteriormente le impresionó mucho la retrospectiva de Edvard Munch en 1950. En Madrid tenemos una magnífica exposición ahora en el museo Thyssen...
Munch es un fantástico pintor, muy técnico pero no crea que me interesa mucho su mensaje psicológico. Lo encuentro un poco afectado. Además sus perspectivas están apoyadas en fotografías que luego exagera.
Double White Band (Vivien), 2013. Copyright Paul Takeuchi. Cortesía del artista y Galería Javier López & Fer Francés.
Baudelaire retrató el París de su época de la misma manera que Pessoa lo hizo con Lisboa, Cavafis con Alejandría, Kafka con Praga o Borges con Buenos Aires. Han existido muchas descripciones de Nueva York desde Whitman. Qué es Manhattan para usted?
Bueno yo nací allí. Todo el mundo era pobre y accesible. Luego fui al Cooper Union School y me impresionó tanta gente activa. Para entrar en Cooper Union tenías que ser inteligente, solo entraba el mejor. Allí estaban en los años 47, 48: Frank O'hara, Jonh Ashberry...gente muy brillante, interesante, y por unas razones u otras yo logré encajar entre ellos, lo cual hasta para mi fue una sorpresa. Les gustaba mi pintura y aquellos años fueron fantásticos para mi.
Maine es la otra referencia de su biografía. En 1954 compra su casa y empieza su historia de amor por esos paisajes, las playas, las gaviotas, la luz, los bosques... Que llega hasta hoy y su exposición en el Guggenheim.
Siempre he hecho paisaje. Un día en Maine vi un poco de nieve pegada a un árbol y pensé: "Eso puede ser interesante sobre un lienzo grande". Luego me metí en la idea de los enviromental landscapes. En los 80 pasé a pintar grandes paisajes. Fue divertido.
imagen: Good Afternoon (1975), disponible en http://en.wahooart.com/
Una vez estaba usted delante de la Crucifixión de Masaccio y contaba que solo era capaz de apreciar los magníficos tonos de gris, azul y rojo. Después de 30 años, alguien le dijo que aquella era una crucifixión boca abajo y sin embargo usted solo había reparado en los colores...
Así es, en mi pintura no hay un tema. Todo tiene que ver con el tiempo, con presente inmediato. Mis temas son la luz y el tiempo. La luz el tiempo y la belleza, diría yo.
A Ada, su mujer, la pinta desde 1957. Como ocurre con Richter o con Marlene Dumas usted no forma con los cuadros de Ada una serie muy larga, sino más bien, una secuencia de vida. ¿Qué es Ada en su pintura?
Ada es muy teatral. Es como una actriz representando distintos papeles. Viene del mundo de la ciencia, es muy contenida pero siempre ha ido mucho al cine. Todas sus posturas y gestos están sacados de películas: aunque ella es como una buena actriz.
¿Cómo definiría la pintura de Edward Hopper?
Hopper es un pintor que surge de la fascinación americana por la ilustración. Es muy interesante. Construye imágenes que permanecen en la retina, que superan su valor como ilustraciones. El lado negativo es que es comparable a lo que significa la música de los cow-boys.
-Kats imita en ese momento una estrofa simple e irónica de una canción country y añade-. Hopper está a este nivel. La gente lo adora y creo que es el artista más popular en América.
Según usted la pintura es como el buen vino: algunas veces viaja bien y otras no. ¿Cómo viaja su pintura a España?
Mis cuadros no viajaban bien a Europa, lo hacían físicamente, pero no calaban entre el público. En 1990 todo cambió por diversas razones. De hecho, Europa está más presente en mi trabajo que Estados Unidos. Una vez, en mi exposición Smiling Women en Madrid, un gran escritor vino a verme y, después de estar 20 minutos delante de unos de mis cuadros, me dijo: "Esto no es pop; este cuadro pertenece a la pintura europea". Eso fue lo que cambió, y no fue la crítica la que produjo el cambio, sino la gente contemplando mi pintura desde otro ángulo.
Querría terminar esta entrevista preguntándole por la pintura española, por su influencia en usted...
Todo pintor sabe lo que es capaz de hacer bien y lo que no. En este sentido, Velázquez cubre un espectro enorme. En la exposición de Velázquez y Manet en el Metropolitan, había un cuadro de Felipe IV, se le veían las piernas y éstas tenían un contorno muy marcado. Cuando se pone un contorno muy definido a una forma, ésta se aplana, sin embargo aquellas piernas mantenían su volumen. Me pareció que su técnica era magistral. La paleta de colores de Velázquez refleja el mejor gusto, y, sin embargo, no usa una gama de colores completa, no usa el amarillo, que es un color que llega lejos. Pero es capaz de transmitir sentimientos al público de una manera que nadie más puede igualar. Cuando uno observa a los grandes maestros se da cuenta de lo que son capaces y en lo que fallan. En sus resquicios es donde está la oportunidad para los que venimos detrás.
Alex (2013) Copyright Paul Takeuchi. Cortesía del artista y Galería Javier López & Fer Francés.
Leer más:
Marina Valcárcel Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
- Entrevista a Alex Katz - - Página principal: Alejandra de Argos -